Sex Note (Parte 8)

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— ¿Qué miras? —pregunta Cristina, sentada entre mis piernas mientras apoya la espalda en mi pecho, quedándose cómodamente recostada con mis manos rodeándole.

— Nada, estoy buscando a otra que follarme. —respondo haciendo que ponga los ojos en blanco y mire hacia delante de nuevo, apoyando su cabeza otra vez en mi hombro.

— Pues hablando de eso, hay una de mis amigas que se quiere acostar contigo. —contesta mirando su teléfono.

— ¿Cómo? —digo con cara de sorpresa—. ¿Y eso?

— Bueno, mis amigas no paran de llamarme loca y preguntarme porque salgo con alguien como tú. —musita la pelirroja sin inmutarse—. Así que una de ellas supone que me he enamorado de tu polla, y quiere comprobar que tan maravillosa es para encaprichar a una puta como yo.

— ¿Es tan cerda como tú? —pregunto mientras me enseña una imagen de una chica en su teléfono.

Cabello castaño claro, ojos del mismo color, mucho pecho, y un culo bastante respingón. Por la imagen puedo ver que lleva un piercing en la lengua, varios en la oreja y uno en el ombligo, además de vestir de una manera bastante provocativa. 

— ¿Ésta? Mucho más. —responde hundiéndose de hombros y guardando su teléfono—. A esta puedes reventarle el culo si quieres, me gustaría verla sufrir.

— No me suena de haberla visto por el instituto, y me acordaría. —contesto mordiendo su oreja suavemente mientras paso de preguntar el motivo de ese rencor latente.

— No te suena porque va a la otra clase y apenas viene. —comenta con aburrimiento.

— ¿Y eso?

— Ni idea, viene cuando le apetece. —dice Cristina mirándome con sus ojazos verdes—. Me dijeron que se folló al director y tuvo que chupar varias pollas y coños para pasar de curso.

— ¿Y te lo crees? —pregunto casi ignorándola a la vez que mis manos acarician su entrepierna por encima del pantalón ceñido que lleva.

— Viendo que está en segundo y lo que sé de ella, sí. —murmura la pelirroja mientras inspiro de manera casi enfermiza el perfume en su cuello.

— Qué ganas tengo de reventarte el culo. —suspiro haciendo que se ría.

— Desgraciado. —dice Cristina haciendo que suelte una carcajada al mismo tiempo que la veo levantarse, impulsada por el sonido de la campana.

— Al revés, diría que lo único que tengo es suerte. —comento azotándole el trasero.

*******

— Despacio, hijo de puta. —exige la pelirroja cuando caminamos agarrados de la mano rumbo al instituto.

— Exagerada. —digo viendo su lento caminar.

— ¿Exagerada? Te taladro el culo con una polla enorme durante una hora, y a ver cómo te quedas al dia siguiente. —responde ligeramente molesta Cristina—. Y mira que te dije que te contuvieras con los azotes... Hoy me ha dolido hasta el roce de las bragas.

— Pues ayer bien que disfrutabas y pedías más. —contesto con una leve risa, reduciendo mi ritmo para adaptarme al paseo que quiere dar ella—. Ahora te quejarás de que dure.

— Pues creo que te prefería cuando eras un precoz. —comenta Cristina azotándome el culo muy fuerte—. No eras tan bestia.

— Perdona, me controlaré más la próxima vez. —me disculpo con sinceridad dándole un beso.

— Está bien, pero mi trasero no lo tocas en una buena temporada. —dictamina la pelirroja suavizando su rostro—. Si quieres dar por culo, y nunca mejor dicho, te buscas a otra con tu poder.

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