— En fin. —murmuro suspirando viendo a Cristina salir del baño del jet para ir a sentarse sola en una esquina.
— ¿Quando tengo que unirme? —pregunta Bianca con curiosidad.
— Ya te has unido. —respondo levantando los hombros—. ¿Necesitas tiempo para arreglar cosas en casa o algo asi?
— Sí, pero non è algo urgente. —asiente la rubia.
— Pues únete a nosotros durante el tiempo que estemos en Roma, y al terminar ve a casa a arreglar las cosas antes de unirte completamente. —contesto acomodándome en asiento.
— Perfetto. —pregunta sonriente mirando a su lado—. ¿Amanda también vendrá?
— No, le daré algo de dinero por el favor pero no formará parte de mi harén. —digo centrando la vista de nuevo en Amanda, la cual sigue desnuda—. Amanda, vístete y continúa con tu trabajo como si no hubiera pasado nada.
— Entendido. —responde la azafata a mi orden.
— Y bueno Bianca, para estrenar tu reciente trato... —murmuro agarrándome la polla semierecta y balanceándola—. Chupa.
Mirándome a la cara un segundo para verme entre curiosa y dudosa, se arrodilla delante de mi asiento y se lanza literalmente a devorar mi sexo como si le fuera la vida en ello, provocando que acaricie su dorado cabello mientras siento su lengua jugar. Madre mía, no se lo ha pensado dos veces...
*******
— Bianca, a la cama. —digo con cierta contundencia cuando entramos a la suite del hotel de lujo que he conseguido con mi poder.
— Yo me voy a pasear. —murmura Cristina dejando su equipaje—. Ya he tenido suficiente con ver cómo le metías mano durante todo el viaje en taxi.
— Adelante, podéis salir si queréis. —respondo encogiéndome de hombros y azotando el culo de la italiana con fuerza, escuchando un jadeo de placer que me excita mucho.
— ¿Puedo unirme? —pregunta Ana con una sonrisa perversa.
— No. —respondo con una mueca divertida—. Más adelante, ahora mismo quiero devorarla yo solo.
Riendo y agarrando de la mano a Bianca, camino hasta lo que supongo que es la habitación principal, confirmándolo una vez entramos. Cerrando la puerta tras nosotros, me giro para ver a la italiana mirar asombrada el lugar, provocándome una sonrisa antes de acercarme a ella.
Sin apenas consideración la lanzo a la cama, empezando a desnudarla con rapidez y escuchando una risa juguetona cuando se aferra con fuerza al cabecero, para no salir arrastrada cuando agarro los bordes de su ajustado pantalón y tiro de ellos sin contemplaciones. Quedando finalmente desnuda sobre la cama, me arrodillo a su lado y comienzo a acariciar su cuerpo a placer, palpando mi cada rincón de mi nuevo juguete, el cual ronronea complacido.
— Así que te va lo rudo, ¿no? —pregunto sonriente agarrando un pezón para retorcerlo entre mis dedos, viéndola fruncir muy ligeramente el ceño mientras se muerde el labio inferior.
— ¿Rudo? —contesta ella con cara de no comprender.
— Que te gusta que te follen a lo bestia. —comento abofeteando sin exagerada fuerza uno de sus pechos, viéndolo rebotar y escuchando un suave murmullo a través de sus labios casi sellados.
— Sí. —admite tranquilamente Bianca, ganándose una sonrisa mía por la naturalidad con que lo dice.
— Esto será divertido. —murmuro para mí mismo agachándome para aprisionar entre mis dientes suavemente el pezón en el que no tiene en piercing, escuchando al instante un gemido.

ESTÁS LEYENDO
Sex Note
General FictionHistoria que relatara la vida de Lyon, un chico marginado dentro del instituto por ser friki. Un día, cuando estaba yendo a comprar, le cae una libreta en la cabeza en la que pone que será capaz de cumplir sus deseos controlando a quien apunte en su...