Sex Note (Parte 27)

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Abriendo los ojos sin nada de sueño, mi mirada se acostumbra a la luz que entra por los ventanales, quedándose fija en el techo mientras mi mente repasa una y otra vez lo sucedido ayer, tal y como hice de noche hasta las tantas de la mañana.

Nada más regresar a la habitación varias horas después, me esperaban mis tres musas, dos en busca de saber lo ocurrido y Laura en busca de las respuestas que no le di al irme. Sin ganas de conversar con ninguna, mentí diciendo que estaba cansado y hui a refugiarme en mi cuarto, cerrando la puerta para que ninguna pudiera entrar. Algo que fue útil ya que sentí en varias ocasiones durante la noche, alguien intentando abrirla...

¿Cómo he terminado así? ¿En qué momento mi pacifica vida de sexo, dinero y viajes se ha convertido en esto? Supongo que desde el momento en que Laura comenzó a sentir algo por mí...

Ayer me pasé analizando los motivos de mi miedo, pero sólo hacían que crearme confusión. Sólo tengo cuatro cosas claras: quiero a Laura, ella me quiere a mí, seguramente el amor que ella quiere es incompatible con lo que yo deseo, y siento miedo de decírselo. Bueno, más que miedo, pánico. Y no entiendo por qué...

La amo. Me gusta todo de ella. Me divierte, me excita, me pone tierno, nunca me canso de estar con ella, me cuesta ser imparcial si está a mi lado, pienso en la felicidad de mi gatita más que en el resto... Pero eso no implica que quiera dejar de lado a las otras, Ana y Cristina significan mucho para mí.

Mi perrita me ha enseñado a ver la vida de una manera más liberal de lo que ya la veía, enseñándome a ser como soy sin importar la opinión del resto, aunque supongo que es más fácil expresarme al saber que nadie se opondrá a lo que diga... Pero igualmente, me divierto muchísimo a su lado, y me encanta acostarme con ella. Perversa, cariñosa, divertida, y misteriosa en ciertas ocasiones.

Y que voy a decir de mi diablesa pelirroja... Cristina es lo más parecido que he tenido a un amor en mis años de instituto, aunque fuera platónico. Mi obsesión, mi musa por excelencia, la única que es capaz de encenderme con una sonrisa traviesa... Con ella soy capaz de dejar a un lado mi papel de dueño de un harén, para convertirme en su compañero. Es la mujer con la que mejor me he entendido en mi vida, con la que más facilidad tengo para ser natural, y ha sido con la que más tiempo he pasado. Y al igual que con Ana, no quiero renunciar a mi relación con ella.

Amo a Laura, sí, pero eso no implica que no quiera a las otras dos. No soy capaz de renunciar a ellas, y sé que a mi gatita no le gusta esa verdad. Por mucho que dijera el dia que se me declaró que con no ver lo que les hacía bastaba, estoy seguro de que no es así, o al menos ahora.

Si le dijera que la amo, buscaría un romance normal, lo que me llevaría a romper mi harén y traicionar a mis sentimientos por las otras, y mis deseos. Si le miento diciendo que no la amo, se irá con el corazón roto, lo noto, y no quiero imaginar un lugar sin ella. Si no le digo nada, se quedaría y podría seguir como hasta ahora, pero prolongaría su sufrimiento... ¡¿Qué coño hago?! ¡¿No se supone que la God Note me tendría que servir para no tener que preocuparme por nada más en mi vida?!

— ¡Joder! —murmuro frunciendo el ceño.

Soltando un suspiro exasperado, finalmente termino poniéndome en pie, yéndome hasta la puerta para abrirla, caminando hasta el salón. En cuanto veo a Cristina y Ana solas, algo de alivio se instala en mi interior, a la vez que las miradas de las dos se centran en mí.

— Buenos días. —saludo yéndome al sofá para sentarme junto a mi putita, viendo a Ana mirarme extraño desde un asiento más alejado, observando su teléfono.

— Buenos días. —responde la pelirroja mientras le robo un beso de los labios.

— Me voy a dar un paseo. —comenta Ana levantándose y yéndose de allí.

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