— Qué cómoda. —murmura Cristina cuando se deja caer encima de la silla gaming de mi cuarto—. A saber la cantidad de pajas que te habrás hecho aquí sentado, pensando en mi cuerpo.
— No te haces una idea. —contesto escuchando su risa mientras cierro la puerta y me dejo caer en la cama agotado.
— Es tal como me imaginaba tu cuarto. —comenta Cristina reclinándose en el asiento y mirando las estanterías de mi habitación—. Figuras de dibujitos, libros raros, juegos y consolas... El cuarto de un virgen en potencia.
— ¡Oye! —protesto soltando una leve carcajada mientras paso los brazos por detrás de mi cabeza.
— Aún me dirás que no. —argumenta riendo la pelirroja—. ¿Y tu familia?
— Estamos solos, mi madre hoy trabaja hasta la noche. —contesto mirando relajadamente el techo.
— Oh. —musita Cristina observando la pantalla del ordenador y moviendo el ratón para quitar el salvapantallas—. Vamos a ver...
— ¿Qué buscas? —pregunto con curiosidad viéndola investigar mi pc.
— El porno. —contesta distraídamente—. A ver qué fetiches extraños tienes.
— No encontrarás nada. —respondo sonriendo y poniendo los ojos en blanco—. No descargaba nunca, lo veía todo online.
— ¿Veías? —dice mi putita al notar que hablo en pasado.
— Ahora ya no me hace falta, si me apetece correrme te digo que me la chupes y ya. —argumento tumbándome de lado en la cama para verla mejor.
— Eres despreciable, ¿lo sabes verdad? —contesta la pelirroja riéndose—. Infantil, inmaduro, apr...
— Lo sé. —interrumpo sus insultos riendo también, cerrando los ojos y disfrutando del silencio unos segundos.
— ¿Y esto? ¿Qué clase de depravado acosador eres? —dice burlonamente Cristina haciéndome abrir los ojos después de un rato en el que la he oído teclear por mi ordenador.
— Bueno, era una entradilla para mis fantasías. —respondo soltando una leve carcajada al ver que ha encontrado mi álbum de fotos suyas, las cuales he sacado de sus redes sociales o de manera furtiva con la cámara del móvil, sobretodo centrándome en sus atributos...
— No sé si sentirme halagada, aterrorizada o ultrajada de tener a un perdedor como tú tan obsesionado conmigo. —contesta mi putita intentando picarme como siempre.
— Tampoco es para tanto, y no soy el único. —argumento viendo su cara sonriente observándome—. Hay todo un mercado negro en el instituto con fotos sugerentes de las chicas tomadas furtivamente.
— Eso es enfermizo, machista y tenebroso. —murmura con un gesto la pelirroja—. Pero las mías son las más caras, ¿no?
— Ni de lejos. —me burlo sentándome en la cama para verla mejor.
— ¿Cómo qué no? No hay chica en el instituto que esté más buena que yo. —dice con prepotencia Cristina, con una expresión algo molesta.
— Pero el valor depende de la dificultad, valdría más una foto sugerente de una chica recatada como Laura que una tuya, ya que es más difícil conseguirla. —contesto divertido de verla enojada—. La más cara que he escuchado que se ha vendido, ha sido una de la profesora de literatura castellana.
— ¿De la profesora novata esa? ¿Quién va a pagar antes por ver a esa rubia tonta que a mí? —protesta mi putita cabreada.
— Es una profesora por lo que es mucho más difícil conseguir una foto sugerente, súmale que es joven y guapa, y que está en ropa interior en dicha foto... —respondo riéndome de verle la cara—. Nadie sabe cómo demonios consiguieron una foto así, ya que la mayoría suelen ser en bikini de playa o leggins o en una postura erótica, pero escuché que se pagó 250 euros por la foto.

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Sex Note
Ficción GeneralHistoria que relatara la vida de Lyon, un chico marginado dentro del instituto por ser friki. Un día, cuando estaba yendo a comprar, le cae una libreta en la cabeza en la que pone que será capaz de cumplir sus deseos controlando a quien apunte en su...