Sex Note (Parte 23)

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Varias semanas después



— No ha estado mal Italia, ¿verdad? —pregunto dirigiendo mi mirada a la pelirroja y la castaña, las cuales están en unas tumbonas a mi lado tomando el sol plácidamente.

— Nada mal. —responde sonriente Cristina, dirigiendo sus ojos a mí a través de las gafas de sol.

— ¿Dónde iremos ahora? —pregunta Ana con curiosidad.

— No sé, ¿ideas? —contesto separando el brazo con el que tengo abrazada a Laura para estirarme y agarrar la bebida que descansa en la mesita cercana.

— ¿Cuba? —propone mi perrita.

— No estaría mal, deben haber buenas playas. —respondo dándole un trago a mi refresco antes de dejarlo de nuevo en su lugar y agacharme a besar a Laura, la cual esta cómodamente abrazada a mí, tumbada en mi misma tumbona bajo la sombrilla.

— Supongo que sí, pero me interesan más los cubanos. —afirma Ana haciéndome poner los ojos en blanco a la vez que la veo levantarse.

— ¿Más propuestas? —pregunto sonriendo al ver cómo se deshace del bikini que lleva, quedándose desnuda ante nosotros antes de irse hacia la pequeña piscina que hay delante.

— Estados Unidos. —responde Cristina haciendo que la mire.

— ¿Estados Unidos? Me parece bien. —asiento devolviendo mi atención al cuerpo desnudo de Ana, la cual sabedora de ello, se sienta en el borde de la piscina y abre sugerentemente las piernas haciéndome reír—. ¿Qué es lo que te interesa de allí?

— Hollywood. —contesta la pelirroja ignorando a la castaña.

— ¿Hollywood? —pregunto algo confuso.

— Quiero un trio con Bradley Cooper y Zac Efron. —dice Cristina haciéndome reír nuevamente.

— En fin. —suspiro sonriente poniéndome en pie, dándole antes un último beso a Laura la cual parece aislada en sus pensamientos.

Caminando relajadamente hasta la piscina, me meto en ella y me acerco al borde donde Ana se está masturbando sin vergüenza, incitándome sin rodeos a que la folle delante de las otras dos. Sintiendo sus manos bajarme el bañador para apoderarse de mi creciente polla, comienzo a succionar sus pechos.

— Ya es la hora. —dice una voz a la espalda de Ana, haciéndome soltar un suspiro junto con una mueca.

— Gracias. —respondo mirando al hombre dueño del gigantesco yate en el que estamos—. Pon rumbo de nuevo al puerto.

— Entendido. —asiente obedeciendo mi orden antes de girarse e irse de nuevo hacia el interior del barco.

— ¿Por dónde íbamos? —comento sonriente mirando a la castaña que me rodea con sus piernas y se abraza a mí.

— Me ibas a follar hasta que me quede sin voz de tanto gritar, ¿verdad? —murmura vastamente mi perrita, mordiéndome suavemente la oreja y comenzando a restregarse contra mi dura erección.

— Eso creo. —musito colocando la punta de mi miembro en su sexo y embistiéndolo de un solo golpe de cadera, haciéndola soltar un pequeño grito.

Ayudándome del agua para sostener su peso en mis brazos, empiezo a penetrar sin descanso su placentero coñito mientras Ana colabora moviéndose encima mio. Durante varios minutos los gemidos y jadeos de la castaña son los únicos acompañantes al sonido del agua y el mar, hasta que mis brazos se comienzan a cansar.

— A la tumbona. —ordeno a mi perrita bajándola y saliendo de la piscina para tumbarme en el lugar que antes ocupaba Ana.

Observando mínimamente a las otras dos, veo a Laura con unos cascos escuchando música y mirando a su Tablet con ligera mala cara, mientras que Cristina tiene su mano dentro de las bragas masturbándose con su mirada puesta en mi polla.

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