Entrando en el ascensor junto a Laura, mi mirada no puede evitar centrarse en la morena por su cercanía, provocando que termine rodeándola entre mis brazos para plantarle un intenso beso en los labios. Sintiendo sus manos tímidamente rodearme, mi lengua juega con la suya mientras mis traviesos dedos se deslizan por su espalda hasta llegar a su trasero, manoseándolo suavemente.— Qué pena que no haya más pisos. —murmuro cuando el ascensor finalmente se detiene en la última planta del hotel, haciendo que me separe de sus labios después de darle algunos delicados besos.
Viendo en sus ojos la intención de responder algo, su frase queda interrumpida cuando un grito nos interrumpe desde el interior de la única puerta que hay en la planta, perteneciente a la suite presidencial donde nos hospedamos. Separándome de mi gatita para acercarme a nuestra habitación, abro con la tarjeta rápidamente, entrando al lugar con algo de precaución.
— ¿Qué ha pasado? —pregunto viendo a Cristina sentada tranquilamente en el sofá—. ¿Y ése grito que hemos oído?
— Las ninfómanas escandalosas. —responde la pelirroja de mal humor sin mirarme.
— Madre mía... —murmuro poniendo los ojos en blanco y empezando a caminar hacia la habitación grande, acercándome al lugar del cual provienen los gemidos y risas que decoran el ambiente de la suite.
Cruzando la puerta, me encuentro a Bianca atada a la cama, mientras Ana tiene la cabeza enterrada entre sus piernas, haciéndole un oral que por las expresiones de la zorrita, debe estar haciendo de maravilla.
— Mira que sois ruidosas. —digo acercándome y recibiendo una ligera sonrisa de las dos antes de seguir—. Venga, dejadlo y vestiros, que vamos a salir a comer.
— Un momento... —suplica Bianca provocándome una sonrisa—. Per favore...
— No, cuando digo algo, se obedece. —niego dándole un fuerte azote a Ana en el trasero para que deje de comerle el coño, cosa que hace poniendo los ojos en blanco y lanzándole una sonrisa de disculpa a la italiana.
— Se moja una barbaridad. —comenta mi perrita riendo y pasándose el dorso de la mano por la boca antes de ponerse en pie.
— Per favore... —vuelve a pedir Bianca cuando me acerco para quitarle las esposas.
— Te aseguro que ésta noche gritarás de placer, zorrita. —murmuro dándole un beso y acariciando su cuerpo con mi mano—. Pero ahora a prepararos, que tengo hambre y debo explicarte ciertas normas del harén.
— ¿Ya le has puesto un apodo? —dice Ana mientras observo la cara contrariada de Bianca, haciéndome sonreír.
— Obviamente, todos tenéis el vuestro. —respondo riendo antes de girarme para volver al salón, frenándome en cuanto veo a las dos irse hacia el baño juntas—. En diez minutos en la entrada, así que nada de toqueteos mientras os ducháis.
— ¿Es que la enana no te ha follado bien o qué? Qué aguafiestas que estás... —suspira Ana robándome otra sonrisa.
— Sólo hemos estado visitando la ciudad, no hemos hecho nada. —contesto recibiendo la cara incrédula de la castaña.
— Sí, claro, y yo soy monja. —dice mi perrita entrando al baño.
— Pues reza por mi alma entonces. —respondo escuchando su risa a través de la puerta.
— Tu alma ya es insalvable. —comenta con cierta burla mientras salgo del cuarto para volver al salón.
Viendo a mi diablesa pelirroja y a mi tierna gatita en el sofá, me acerco para ocupar el sitio entre ellas, recordando uno de mis pensamientos al ver los ojos de Cristina mirarme un momento, provocando que me gire para hablar con Laura.

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Sex Note
Fiksi UmumHistoria que relatara la vida de Lyon, un chico marginado dentro del instituto por ser friki. Un día, cuando estaba yendo a comprar, le cae una libreta en la cabeza en la que pone que será capaz de cumplir sus deseos controlando a quien apunte en su...