Sex Note (Parte 6)

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¿Puede que sea la persona más feliz del mundo? Posiblemente. Dinero, mujeres, poder... Lo tengo todo, algo que el 99% de la gente no tiene, y aunque alguien pueda tener muchísimo dinero, no pueden conseguir a todas las mujeres del mundo como yo con mi poder. La God Note... ¿Quién la habrá creado? ¿Dios? Llevo varias horas buscando pistas en la libreta pero no hay nada, y sinceramente, la libreta está encuadernada demasiado industrialmente para que la haya hecho una divinidad... ¿Eso significa que hay más God Notes en el mundo? ¿Y si todas las personas con dinero y poder como Bill Gates o Amancio Ortega han logrado lo que tienen con una?

— ¡A clase! —dice mi madre golpeando la puerta de mi habitación, provocando que deje mis teorías conspiratorias.

— Voy. —respondo intentando poner voz adormilada aunque lleve varias horas despierto.

Estoy muy emocionado, hoy va a ser el primer dia de mi nueva vida en el instituto. Dejaré de ser el típico friki al que todos ignoran y rechazan, comenzando con ser el novio de la chica más guapa del instituto. Ya tengo ganas de ver la cara que se les queda a la gente de mi clase...

Con buen humor me levanto de la cama y me preparo, asegurándome de dejar bien guardada la God Note en un bolsillo interior de la mochila junto a un fajo de dinero. Hasta que no me vaya de casa no puedo llamar la atención, por lo que he tenido que esconder el dinero en una maleta en lo profundo de mi armario para evitar preguntas de mi madre. Realmente el dinero es lo que menos me importa de haber conseguido este poder, ya que en vez de comprar cosas y dejar constancia puedo hacer que simplemente me las regalen o llevármelas y que no lo recuerden, pero no quiero abusar de la libreta para todo.

Caminando hasta el instituto sin prisa, llego cuando apenas quedan cinco minutos para el inicio de las clases, obligándome a deslizarme entre el resto de alumnos que esperan de pie fuera de las aulas hasta llegar delante de la mía, que es una de las últimas. Cuando me acerco, noto que mis compañeros están mirando hacia el centro del grupo, formando casi un círculo alrededor de dos personas que están discutiendo, sorprendiéndome ligeramente de ver a Cristina.

— ¡No es una respuesta! —dice el chico con un tono algo fuerte delante de ella, al cual reconozco como su, ahora, exnovio.

— ¿Pero qué respuesta quieres? —contesta la pelirroja con el ceño fruncido—. Te dije que lo dejamos y punto, ¿no lo entiendes?

— ¡Pues no! Estamos bien y de golpe me llamas para decirme eso, ¿y se supone que tengo que entenderlo?

— Es simple, te dejo, ya no quiero salir contigo. —responde Cristina levantando la voz molesta de que lo haga él.

— ¿Así por qué sí? ¿De golpe? ¿Sin decirme el motivo? —espeta con rabia el chico.

— ¿Y por qué te lo tendría que dar? —contesta la pelirroja apartándole la mano cuando intenta agarrarle.

— ¡¿Pues porque llevamos saliendo 4 años quizás?! —exclama iracundo el otro—. Llevo cuatro putos años ignorando y perdonándote que te folles a medio instituto, fingiendo que no me doy cuenta y teniendo que aguantar las risas a mis espaldas... ¡¿y no crees que merezco como mínimo que me dejes de una manera correcta en vez de por teléfono y sin contarme el porqué?!

— ¡¿Quieres saber por qué te dejo?! ¡Porque la tienes como un cacahuete y estoy cansada de tener que fingir orgasmos contigo! —grita la pelirroja enfurecida.

— Eres una puta de mierda. —insulta el chico poniendo cara de asco—. No sé porque te pedí salir aun sabiendo tu fama de zorra, sólo se te da bien comer pollas.

— Pues sí, imagínate si se me da bien que consigo encontrar tu micropene. —responde enardecida Cristina—. Ya puedes buscarte a otra que haga ese milagro.

Sex NoteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora