Capítulo 22.

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Podía sentir los labios de su esposo bajando por su pecho y deteniéndose en su abdomen que cada vez se volvía más notorio, porque ya no tenía un vientre plano, sino que ahora la vida que estaba creciendo dentro de él era comenzaba a notarse. Colocó sus manos en los cabellos negros de su esposo sintiendo como los besos que éste repartía en su abdomen se detenían y sus miradas se conectaron, dejando que una pequeña sonrisa apareciera antes de tener los labios de su esposo una vez más sobre los suyos, sintiendo como lo abrazaba con un poco más de fuerza de la necesaria.

Los besos cariñosos se extendieron por su rostro y cuello causándole algo de cosquillas que le hizo encogerse de hombros para volver a sentirlos besando sus labios mientras una de sus manos comenzaba a desamarrar el cordón que ajustaba su pantalón, haciéndolo reír cuando escuchó un gruñido provocado por el sonido del despertador que les avisaba que debían despertar o llegarían tardes a sus obligaciones.

—Po-Podremos continuar luego —besó la mejilla de su esposo y lo empujó levemente para que se apartara de su cuerpo —debemos levantarnos.

—Bonito —escuchó que se quejaba su esposo —no quiero.

—Min Ho... —le sonrió, levantémonos, se nos hace tarde y debemos preparar el desayuno.

—Pero no quiero ir a trabajar, quiero quedarme aquí contigo.

Taemin tomó el rostro de su esposo entre sus manos y depositó un beso corto sobre sus labios sintiendo como su esposo se aferraba a su cintura y volvía a acostarlo en la cama, haciendo que riera un poco por esa mañana que podía parecerse a las de toda la semana, en la que su esposo lo besaba y acariciaba con tal devoción que parecía que cedería, pero al final no lo hacía porque sus hijos debían ir a clases y aunque quisiera quedarse a recibir todo el amor de su esposo no podía hacerlo porque el deber le llamaba.

—Últimamente no quieres ir a trabajar —le acarició la mejilla —pero debes hacerlo —volvió a besarlo —¿qué te parece si hoy a la hora del almuerzo te llevo yo la comida y así podemos escaparnos el tiempo restante de la hora de la comida?

—¿Y nuestros hijos?

—Le pediré a Hyung Su que pase por Na Na, creo que pueden cuidarse solos por un día, ¿te gusta mi idea?

—Sí, ¿sabes que voy a presumirte con todos mis compañeros de la oficina?, ninguno tiene un esposo tan bonito.

—Min Ho, es extraño que cada vez que voy a verte en el trabajo me presentes, todos saben que soy tu esposo.

—Sí, pero...

—Pero nada, levántate —escuchó un gruñido de su esposo —¿puede que si te levantas quiera compartir la hora del baño contigo?

El castaño sonrió al escuchar a su esposo moverse en la cama y los pasos de éste detrás de él, diciéndose que ese sería un día en el que tenía que recurrir al desayuno más rápido que pudiera preparar porque no podía evitar que cada vez que compartía el baño con su esposo éste les tomara más tiempo, porque siempre habían besos y caricias que les hacía olvidar de la hora, más que nada en las dos últimas semanas, que habían sido difíciles para todos los integrantes de esa familia, porque aceptar que Hae Woo no estaría más en casa no era nada fácil, ni para ellos ni para sus hijos, más cuando Na Na preguntaba si podrían visitar a su hermano, pero no podían darle una respuesta porque ellos no la tenían, y Taemin quería saber lo mismo, ¿podría visitar a su hijo sin causarle problemas?

Ni siquiera habían hablado por teléfono con él a pesar de que muchas veces se sintieron tentados a hacerlo no lo hicieron, lo poco que sabían de Hae Woo era lo que See Hee les había comentado porque al parecer era con el único de la familia que sí se comunicaba, quizás porque siempre fueron inseparables hasta ahora, o por aquello de sentirse como verdaderos gemelos. No estaba seguro de la razón, pero al menos de los labios de su hijo sabía que Hae Woo estaba bien.

Mis pequeños traviesos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora