Capítulo 2.

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Corría como si el diablo persiguiera su alma, buscando como podía el corredor donde habían notificado que estaba su hija en cama, había recibido un llamado desde el trabajo al ser el apoderado de Stella, informado que había tenido un accidente de regreso a casa.

Habían pasado años desde que se habían mudado con pocos recursos, ahora tenía un puesto administrativo que ofrecía un buen sueldo, estaba en medio de una reunión cuando tuvo que retirarse fugazmente, posiblemente tendría un mal visto por la empresa al irse así, pero su hija estaba primero, y su ser no soportaría verla en un estado tan severo como sería ser atropellada o que alguien la haya apuñalado, esas ideas cruzaban con fuerza en su mente, impidiendo la tranquilidad en sus huesos.

Casi se resbaló al llegar a la habitación, teniendo que retroceder para ubicarse y entrar, su alma había vuelto a su cuerpo al verla en un estado tan saludable, con una alegre sonrisa mientras charlaba con un esqueleto que no conocía, por lo que veía, su cuerpo estaba rociado en pecas, y portaba una remera bastante provocativa al mostrar su hombro teniendo en cuenta que estaban en pleno otoño, no sabía quién era, pero lo único que tenía en su cabeza era ver el estado de su pequeña, quien al verlo dejó de charlar con el joven para exclamar:

— ¡Papá!

Extendió sus brazos permitiendo a Outer abrazarla aunque la cama no le permitía apegarla a él, la soltó con una caricia en su cabeza esperando que con ello no reaccionara con dolor, en vano ella siguió en su semblante inocente.

— ¿Qué te ocurrió? ¿Dónde te duele? ¿Quién es él?

Tenía bastantes preguntas y dudas, seguía acelerado, quizás había perdido una pierna y por la sabana le ocultaban la dolorosa verdad, nunca antes había estado en esa situación y estaba perdido entre tantos corredores y gente que no conocía, mas quien estaba sentado en la silla y antiguamente hablando con su hija rió bajo dando entonces su presentación.

— No se preocupe, ella está bien, sufrió un desmayo por falta de azúcar, al parecer no tomó todo su desayuno, normal para su edad, no es grave. —Sonrió con cierta burla hacia Stella, quien hizo un gesto de indignación y traición.

— ¡Dijo que no se lo iba a decir!

— Lo siento. Se me fue.

Outer presenció la escena un poco extrañado, pues el contrario trataba a Stella como si la conociera de hace tiempo, siendo que llevaba años en el instituto, debido a que su hija cursaba último año de primaria con catorce años, era una chica destacada por sus habilidades cognitivas y humanistas, aún tuviera aún los problemas de salir adelante frente a los demás, su ser cohibido no era obstáculo para sobresalir por lo menos en las notas, donde ella hacía un esfuerzo que él valoraba y premiaba.

— Disculpe, ¿Trabaja en el instituto? No recuerdo haberlo visto por ningún lado antes.

— ¡Ah, perdón! Soy Stave, caminaba por el mismo camino cuando ella cayó al suelo, como estamos cerca de la clínica fui a socorrerla.

—... Gracias, realmente me asusté cuando me llamaron del trabajo, soy Outer, padre de Stella.

La aludida observaba como tenían aquella breve conversación en silencio, era verdad que recién conocía a aquel joven, pero su personalidad carismática y agradable hizo que entrara en confianza rápidamente, estaba curiosa de todas maneras, no cualquiera se quedaría con alguien que se desmayaba en la calle y quería saber si no había sido un problema en traerla, más también estaba que pronto cuando la tormenta pasara y saliera de la clínica iba a recibir un regaño de su padre, no quería ver su rostro de molestia, pues era la primera vez que le sucedía un desmayo por no tomar su desayuno. Pero es que la leche que le servían le hacía tener arcadas, y el pan tenía membrillo, ambas combinaciones le revolvía el estómago, quedando con mareos en todo el día escolar.

Tenía que escaparse de su castigo, y tampoco quería tirar la oportunidad de conocer a alguien más, Stave parecía ser amable y bueno con los niños, había sido divertidas las conversaciones que tuvieron mientras esperaba a que su padre llegara, tenía que agradecerle, y siendo un día donde salía temprano de la escuela, podía comer y recuperar las energías perdidas.

— ¿No ha sido molestia este problema?

— ¿Qué? No, para nada, pedí un permiso. —Se explicó lo mejor posible mientras desviaba la mirada, Outer tomó en cuenta aquella acción— Así que no tuve problemas con su hija, es muy amigable.

— ¿No quiere almorzar con nosotros, señor Stave?

El padre miró a su hija, no era normal que Stella tuviera tal facilidad para hablar con desconocidos, porque eso era, un esqueleto que no conocía y dudaba plenamente en su carácter, ¿quién sabe que no era un ladrón o algo peor? Sin embargo no cualquiera haría el sacrificio de faltar al trabajo por una niña ajena a su vida, y tenía que agradecerle de alguna forma.

Stave parpadeó, incrédulo de la propuesta que lanzó la menor, le pareció muy tierno que ofreciera comer, y sólo pudo soltar una risa antes de mirar a Outer con una sonrisa que demostraba que no importaba la respuesta que iba a recibir, él seguiría sonriendo enternecido de la menor, aquel día solamente eran días nuevos, y a él le encantaban esas aventuras.

— No creo que sea necesario, ¿Qué dice tu padre al respecto? Me puedes decir Stave solamente, por cierto.

— Está bien, puedo cocinar algo, de todas formas no hemos almorzado. ¿No?

Stella sonrió emocionada, y pronto salió de cama para abrazar a su padre, le correspondió, al mismo tiempo que llegaba el médico explicando a Outer sobre lo sucedido, que era mejor que llevaran a Stella a un examen para revisar si poseía diabetes.

Terminando los papeles, algo torpe en el manejo de lo que había que hacer en la clínica, salió con su hija cargada en su espalda, aún seguía siendo baja y ciertamente tenía la preocupación de que su cuerpo no reaccionara bien por problemas que nunca pudo averiguar, tenía el dinero para consultar, pero no tenía idea de dónde ir.

Stave los seguía conversando con la menor, risueño, a veces desviaba la mirada cuando le hacían preguntas sobre él, apartando el tema ya sea de su oficio o de su edad. Outer notaba eso, y en su interior crecía la desconfianza y la tensión de tener que pasar el resto de la tarde con un desconocido en su casa, pero se llevaba bien con su hija, y no podía decirle no a su carita, aunque cuando el contrario se fuera, hablaría sobre el tema del desayuno seriamente.

Dulce Estrella | OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora