Capítulo 3.

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Stave estaba impresionado mientras veía sentado en el sofá los adornos que componían el salón principal, los muebles parecían tallados únicamente para ellos con elegancia y paciencia, un color oscuro y acaramelado y una alfombra con un diseño de rombos beige y café, las cortinas de las ventanas eran de un color rojizo opaco, más asientos sobresalientes de las mismas con almohadas de distintas formas llamativas aun siendo prestigiosas, ciertamente parecía un salón de gente de clase alta y ello lo hacía sentir incómodo.

Stella pronto salió de su habitación, que quedaba muy cerca del salón vestida con una ropa de algodón y cómoda a simple vista, antiguamente estaba con el uniforme y ahora podía notar fácilmente que también tenía pecas, más oscuras que las propias.

— ¿Tu madre también tenía pecas? —Preguntó con suavidad, no quería meter la pata, menos cuando en los cuadros solo aparecían fotos de Outer y ella.

La menor llevaba un libro grueso en las manos para sentarse en el sofá terso y cómodo al lado del mayor, aunque al recibir la pregunta hizo una expresión de duda, ciertamente no recordaba con exactitud cómo lucía su madre, sus vagos recuerdos no eran lo suficiente para resguardar ese dato, sonrió con la misma respuesta silenciosa, diciendo que no tenía idea.

El de pecas doradas se acomodó y carraspeó, nunca había sido bueno con los niños y su personalidad no era del todo adecuada para tratar a menores, solía decir sin su consentimiento preguntas o frases sarcásticas como siempre hacía, por lo que un niño siempre curioso no era lo mejor para sí, no sabía cómo actuar frente a uno, menos si trataba de evitar todo lo que podía de sí mismo, prefería mantenerse como un desconocido, y pronto irse para seguir con su vida.

Pero mentiría si no dijera que la curiosidad propia persistía.

Sonrió suspirando, y se acomodó tratando de cambiar el tema.

— ¿Qué es eso?

— Un libro de poemas. —Dijo Stella de inmediato, también agradeciendo que el tema anterior fuera olvidado, sin duda para ella había sido un punto de amistad— Tiene todo tipo de metáforas y aún me faltan algunas por entender.

— Poemas y poesía... Siempre suelo pensar la idea contraria a lo que trata de decir el verso. —Rió melancólico— No soy bueno.

— ¡Yo le puedo ayudar! Así esperamos que mi papá termine de cocinar.

— ¿No puedo ayudar?

— Los invitados no ayudan, y es un agradecimiento por lo de antes. ¡Así que ahora el suelo es lava y no podrá levantarse!

— ¡Todo menos mis pies!

Stella abrió el libro en una página al azar para leer el título y esbozar infantil una sonrisa alegre, se trataba del mar en distintos climas, aprovechando que ahora tenía la total atención del mayor, empezó a leerle cada verso y explicarla bajo su perspectiva, riendo cada vez que Stave explicaba lo que entendía, realmente tenía un problema con las metáforas y eso divertía a la menor.

Outer oía lo que conservaban desde la cocina, siempre para estar al tanto de que su invitado no hiciera algo indebido, no tenía variedad en la comida, y no sabía del todo si el otro comía o no carnes, tras terminar de lavar las papas, se acercó al salón con cuchillo a mano.

— Umh, Stave, ¿Verdad? ¿Tienes alguna intolerancia a algo?

— Soy vegano. —Respondió, apartando la mirada de quien portaba aquel utensilio— Me basta con una ensalada.

— ¿Habrán papas fritas? ¡Di que sí, papá!

— Nuestro invitado pidió una ensalada y todos vamos a comer ensalada entonces.

— ¡Traición! —Exclamó Stella, mientras se levantaba para tomar una de las almohadas de la ventana para tirársela a Stave—. ¡Mis papas son sagradas!

— ¡O-Oye!

Outer iba a decir algo, pero las risas de los dos hizo que quedara con la palabra en la boca, ahora más que nunca estaba preocupado y más confundido, Stella jamás había tenido una actitud tan infantil frente a otro, como padre primerizo, el asunto de los comportamientos y adolescencia era un mundo nuevo con el que tratar, ¿Será que tenga una atracción por el otro? Negó con la cabeza y volvió a la cocina, necesitaba descansar.

El almuerzo fue simple ensalada, como sirvió una porción separada para que Stave se sirviera el aliño a su gusto, notó que comía muy poca sal, casi ni le había echado, Stella comió todas las verduras excepto por las papas, estaba con el remordimiento en sus huesos, y Stave quien había guardado silencio en toda la comida se limpió con la servilleta para sonreír malicioso.

— Hey, Stella, ¿Por qué no comes tus papas?

— Pofque yo laf quefia ffitaf.

— Hija, no hables con la boca llena.

— No, no, no importa. Lo que importa es que te alimentes, o tu tío Stave no te dará un regalo.

— ¿Un helado? —Habló después de tragar, emocionada.

— Claro. Vi una tienda cerca y puedo comprarte uno.

— ¡Trato hecho!

Stella terminó su comida en menos de un parpadeo, Outer vio la escena y se levantó para observar como Stave salía para ir a la tienda cercana para comprar el postre que quería la menor, tras realizar lo que le debía, se arregló la ropa en el exterior de la casa, el padre que estaba en el umbral alzó su mano en gesto de despedida. Su hija comía su helado a su lado.

— Ha sido un gusto. Pero tengo que irme.

— ¿Tiene familia, Stave?

— Umh... Sí. La tengo.

Y otra vez desvió la mirada, Outer frunció ligeramente el ceño antes de carraspear, cuando antes se vaya el otro, mejor.

— Tenga buen día, Stave, gracias por lo de antes.

— Lo mismo digo, Outer, y descuide, es lo menos que pude hacer.

— ¡Adiós, Stave, nos vemos otro día!

— See ya, Stella.

El de marcas de estrella por el cuerpo, se dio vuelta para irse caminando por la calle de donde vinieron un principio, y cuando dobló la esquina, entró a la menor y se fue a lavar los platos, el silencio había vuelto, y Stella sabía que la razón de la tensión era la incomodidad de Outer a lo ocurrido, tenía que pedir perdón por su comportamiento infantil, así caminó con lentitud hasta la cocina.

— Pá... Perdón por lo del desayuno...

— No te preocupes, sé que la leche te está haciendo mal, debo llevarte al médico.

— ¿Nos va a ayudar Stave?

— No, voy a preguntar después a un guardia la hora, después iremos juntos este fin de semana, ahora, ve a hacer la tarea.

Stella hizo caso lo más rápido que pudo, tomando sus cuadernos para sentarse en la mesa y hacer sus deberes, mas, su lápiz se movió solo, y ya estaba escribiendo un poema de lo ocurrido hace poco, tras terminarla, lo guardó en su carpeta y siguió con lo suyo, Outer jamás se atrevió tocar esas hojas, eran privacidad de su pequeña.

Pero de todos modos, quería saber lo que cruzaba por su mente, y qué habrá provocado que la madurez y comportamiento serio haya sido afectado súbitamente ese día. Y vuelta a la normalidad...

No dejó de pensar en la desconfianza que le tenía a ese joven en todo el día.

Dulce Estrella | OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora