Capítulo 6.

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Stella no era tan tonta, conocía bastante bien a su padre como para saber que ahora era él quien estaba ocultando lo que sentía, podría ser que el estrés fuera notable, pero el ambiente pesado que provocaba ahora su silencio era por otra razón. Revisó sus poemas escritos en todos esos días después del examen, ahora viviendo con una receta que le impedía el consumo de los lácteos, y arreglando las hojas se sentó al lado de su padre sentado en el sofá sin hacer nada más que mirar la nada.

— Hola, pá. —Saludó con una pequeña sonrisa.

El aludido salió de sus pensamientos para prestar su atención a su querida hija, acomodándose en el sillón para darle el espacio suficiente para que se acurrucara a su lado, curioso de que Stella portara en sus manos las hojas que jamás como padre iba a profanar, pero esa era la idea de la menor, desdoblando una de las cartas.

— ¿Hiciste tus tareas? —Ella asintió—. ¿Qué tienes ahí?

— ¡Mis poemas! Son los que he hecho este último mes.

— ¿De verdad? ¿Y por qué me los quieres mostrar?

— Porque creo que es respecto a lo que piensas últimamente, papá.

— ¿A qué te refieres...?

Stella no esperó más para pasarle las hojas, él no tuvo otra que comenzar a leer la letra legible de su retoño para quedarse sorprendido de la composición y rimas bien hechas, habían armonía aún faltaran varias metáforas, parecía ser una historia y el pensamiento sobre alguien, y mientras más avanzaba más ideas se le estaba haciendo de quien era.

"Una pequeña galaxia que nos sigue a todos lados. "

"Otorgando un brillo especial con sus rayos. "

"¿Eres lo que buscábamos?"

"La esperanza que más necesitamos. "

"Pero cuesta para mi astro aceptar una vecina. "

"Pues cree que puede salir adelante sin ella. "

"Pero las estrellas no son solitarias. "

"Tarde o temprano la necesidad romperá barreras. "

Outer bajó los papeles para mirar a la menor con una sonrisa que denotaba extrañeza y confusión, aunque rió bajo por la sorpresa de la gran habilidad que tenía al escribir poemas siempre derivadas por las estrellas.

— ¿A qué vienen todos estos versos?

— Quiero que seas amigo de él, papá.

— Pero hija, es un desconocido.

— Salvó mi vida. —Se explicó bajando la mirada— ¿No te basta con eso...? Ha hecho muchas cosas por mí... Dale una oportunidad, ¡Me ha comprado un helado!

— No estoy seguro... No podemos confiar de alguien tan fácilmente, hija, la gente puede solo ser una máscara.

— ¿Y si... esas máscara esconde dolor? ¡Tenemos que ayudarlo! Tienes que hacerlo.

— ¿Por qué yo...?

— ¿Quién le regañó en medio del hospital, papá?

Callado por su propia hija, suspiró rendido, como siempre, Stella tenía capacidades innatas de debatir y su madurez podía sorprender a cualquiera, pero estaba demasiado cansado como para pensar más, no quería hacerlo, ni atormentarse unas horas más por la culpa de haber mandado a la punta del cerro al joven que le otorgó ayuda y tiempo, ahora iba a estar aturdido por querer disculparse y no saber cómo encontrarlo, no tenía su número de teléfono y no iba a esperar todo el día en ese hospital por si pasara otra vez, era el único lugar donde se juntaron esas dos veces, no tenía más antecedentes y no quería actuar como un acosador.

Su hija tomó sus papeles antes de volverse a la habitación, ya no necesitaba cuentos de dormir, ella misma se inventaba poemas que le hacían caer a los brazos de Morfeo, mientras que Outer se pasaba las manos por el rostro tratando de calmar su cabeza que agolpaba sin piedad la misma imagen del de pecas, ¿Tenía que darle otra oportunidad? ¿Debía confiar en él? Si era así, ¿Cómo iba a volver a encontrarlo? Ya no iban a haber más coincidencias, iba a vivir por el resto de ese año como máximo con el arrepentimiento de sus actos.

Detestaba ser así de discreto, había agarrado el hábito de examinar a las personas para no caer en el engaño otra vez, no quería enamorarse de alguien equivocado, ni de un ladrón, ni de un violador, quería mantener a su hija a salvo, pero sus actos tan inexpertos por la ciudad no iban a ser de ayuda. Antes de dormirse tomó el libro que su hija tanto amaba cuando menor y paró donde las estrellas hacían acto de presencia.

Pronto otra vez recordó, "Las estrellas no son solitarias." y comenzó a cuestionarse con más dolor de cabeza, las estrellas sí podían brillar al estar solas, pero el brillo aumentaba cuando había otra, ¿Por qué no podía ser solitario? Su vida era perfecta como estaba, sin dificultades y con recursos suficientes para una vida cómoda, pero era verdad.

Algo faltaba, era un ambiente que solo había vivido cuando eran más de dos, pero estaba teniendo ideas muy precipitadas, era el sueño que le hacía pensar cosas absurdas, era mejor seguir con la vida, las oportunidades no se vuelven a tener, hay que aprovecharlas, si no perdidas se quedan y no se podía hacer más.

Con las ilusiones a la basura, se acostó abrazando su almohada, mirando el techo con melancolía, ¿Cuándo fue la última vez que su mente estaba tan ocupada por alguien que no fuera su hija? Había conocido a tantas personas, y de todas había sospechado sin remordimiento, pero ahora con Stave parecía ser distinto, era especial, era brillante... Y si era sincero con su pobre alma... No podría descansar bien hasta volvérselo a encontrar y pedirle las disculpas apropiadas.

Dulce Estrella | OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora