La menor llevaba la mano de Stave y Outer tironeando para que no perdieran tiempo al subir la pequeña cuesta que tantas horas había estado girando cuesta abajo.
Outer no evitaba recordar la vez que su hija había hecho lo mismo en el hospital la primera vez, lo que desencadenó todo un conflicto que los trajo a lo de hoy en día, miraba el brazo ajeno, hasta su rostro donde indicaba que estaba atento en no tropezarse por el insistente agarre de la pequeña, los había tomado desapercibidos cuando volvían de dejar unas cosas y sin explicaciones los llevó a ambos a la cima.
— ¡Vamos, vamos! —Decía con entusiasmo— ¡Stave tiene que mirar el lugar!
Con ello sacaba varias conclusiones, entre ellas el propósito de Stella en subir sin parar hasta el lugar favorito de ellos dos cada vez que iban a ese paseo. Una altura que permitía observar las estrellas que poco o nada se veían en la ciudad, un hermoso campo estelar.
Sus hipótesis se hicieron reales cuando vio una manta que le pertenecía a Stave, miró de reojo al contrario pero este al contactar miradas negó con la cabeza encogiendose de hombros haciendo evidente su confusión.
Una vez arriba, Stave fue el primero en comentar.
— Creí haber perdido la manta. —Sonrió ladino— Outer, tu hija es una pequeña ladrona.
— Solo robo cuando la situación lo amerita. —Respondió la menor tirando más para que ambos se sentaran sobre la manta, Outer aún consternado se dejó jalar para sentarse, el de pecas le imitó y Stella pronto se puso en frente para aplaudir una vez y mantener las palmas unidas— ¡Pa, Stave! Voy a jugar con mis compañeros antes que tengamos que irnos, así que como no quiero dejar a papá solo esto es perfecto. ¡Nos vemos!
Ninguno de los dos pudo decir algo cuando la menor corrió cuesta abajo, dejando a ambos en una absoluta soledad, había sido tan inesperado que el hielo se mantuvo por varios minutos, ninguno de los mirándose, solo mirando los detalles de la manta donde estaban sentados, oscura con líneas blancas trazadas aleatoriamente hasta el punto de lucir abstracto pero bien.
A veces era extraño estar solos, mucho más cuando ninguno de los dos sabía si estaba bien hablar después de todo lo que habían pasado juntos, Outer no quería incomodar al menor con la tensión que poco a poco parecía ser frágil, y no comprendía por qué después de una tarde afable estaban en un punto de encuentro sin salida. Un callejón oscuro que se iluminaba por la luz del cielo nocturno.
Miró arriba, recordando las veces que iba con su hija a la misma colina y podían apreciar juntos cada estrella que formaba la vía láctea, la concentración y sus colores que parecían sacados de un cuadro, pero aquel era mucho más precioso, era real.
— La primera vez que Stella vio este cielo, fue meses después de habernos mudado a la otra parte de la ciudad.
— ¿Hace cuánto fue eso?
Outer miró de reojo a su acompañante, sus orbes doradas parecían buscar una explicación a tal comentario, volvió a mirar las estrellas.
— Hace años. Pero no lo suficiente para superar mi error. —Cerró sus cuencas por un momento, sintiendo como el contrario se sentaba más cerca de él, seguía sintiendo su mirada sobre sí, buscando respuestas— Stella es hija de una mujer quien manipuló mis sentimientos. No puedo decir que fue su culpa, también fue la mía por ser precipitado. Perdí gran parte de mis estudios, a mi familia, y después solamente quedé con mi hija.
— Pero ahora tienes mucho más de lo que tenías. ¿Por qué no?
— Sonará egoísta, pero pese haya recuperado todo... Siento aún vacío el espacio donde debiera estar mi felicidad en amar.
—...Pero tú amas a Stella, ¿No?
— Sí, pero no en ese sent...
— ¿Tú harías todo por ella?
Outer volvió a mirar al contrario, quien sus pupilas parecían no despegarse de él. Se sintió tenso, como si su respuesta fuera la que decidiera un destino distinto, como si sus palabras tuvieran mayor peso del normal, y es que amaba muchísimo a su hija, por ella había intentado superarse y lograr que tenga una vida tranquila y con algunos lujos, pero tener que mentir solo para complacerla...
Tomó la mano del de pecas, pero en un movimiento sutil, y volvió a mirar el cielo estrellado, aquellos segundos fueron largos, casi interminables, pero sería honesto, sonriendo vagamente.
— No podría engañarme a mí mismo. Ni fingir, todo es honestidad, uno no puede... ni por alguien ni por sí mismo mentir, hace más daño del que crees.
Stave quedó ruborizado cuando el ajeno tomó su mano, tan paralizado quedó que no supo mover su extremidad para evitar el contacto, sin embargo no sabía si era por una fuerza externa o su propia voluntad. Buscó respuestas, su rostro solo pudo apreciar al ajeno desviado hacia arriba, no tardó en hacer lo mismo después de pensar si era lo indicado o no, no quería desilusionarse como le había sucedido algunas veces, pero las estrellas lo dejaron más ensimismado que antes.
Un espectáculo tranquilo, donde los dos con palabras severas en el entorno dudaban si disfrutaban o solo dejaban un espacio para reflexionar el estado de su relación, parecía a veces forzada, y eso tenía aquejumbrado a Stave, no quería pensar que el mayor solo lo aceptaba para alegrar a su hija, pero por su contestación solo le hacía sentir como sus mejillas tenían un leve ardor.
Quizás al fin y al cabo, tampoco podía escapar de la realidad, dejarse de mentir, por él había hecho muchos sacrificios, pero no porque él se los pidió u ordenó, a sí mismo se infringió no ilusionarse, por una emoción egoísta de su propio estado, empero debía dejar de engañarse, se estaba haciendo daño.
La seguridad surgió gracias al agarre de manos, y pronto suspiró fijo en los astros para apoyarse en el brazo ajeno poco a poco, era mucho para él hacer aquello, algo le impulsaba solo seguir sus instintos, el cariño todavía no acostumbraba, tenía miedo de ser dañado, y temía aún más de dañar, tener que aceptar las palabras que propuso el otro, aún entre ambos su lazo fuera extraño.
Outer no esperaba que hiciera aquello, se había sorprendido, pero tomó aire para poder mirar el rostro solemne ajeno, sus pupilas brillando gracias a las estrellas, nuevamente la misma ilusión que en el cumpleaños de su hija. Se veía bello, tan frágil, sus falanges libres se fueron hasta su mejilla, acariciando temiendo romperlo en mil pedazos. El menor apartó su mirada hasta él, y su sonrojo aumentó mucho más, sentía su alma palpitar con desenfreno y su cuerpo temblar, era bastante cercanía y más que miedo del ajeno era terror a tener un ataque de pánico a la velocidad que se tomaron las cosas.
El mayor notó el gesto ajeno y no tardó en separarse, casi había actuado con sus impulsos y no era la idea, menos con el gesto atemorizado de su acompañante, no obstante no se esperó que Stave sonriera y comenzara a reír apenado, esbozó una sonrisa y le acompañó, ambos avergonzados de todo lo que sucedía entre ambos, pero positivo, sentían que estaban dejando atrás fronteras y obstáculos.
— ¡Oh por favor! —Se escuchó un grito a sus espaldas, y los dos en unísono se giraron a ver a Stella entre unos arbustos tapándose la boca siendo descubierta en su escondite. Se volvió a esconder dejando a ambos adultos mucho más avergonzados.
— Supongo q-que con más razón las demás pensarán que parezco su madre. —Comentó Stave.
Outer rió.
— Eres una estrella mucho más brillante que quien se convirtió en agujero negro.
— ¿Qué?
— Nada. ~
— ¡No se vale! —Hizo un pequeño puchero— Yo no entiendo metáforas.
— Mira la hora, tenemos que guardar todo. Stella, vamos.
—...Outeeeer. —Se quejó.
Con una sonrisa burlona Outer se levantó caminando cuesta abajo, dejando que el menor se quejara con sus pequeños berrinches, pensando que se oía bastante tierno.
Stella sonrió, aunque no satisfecha al no obtener lo que quería, claramente un beso, tomó la manta y bajó corriendo. Entretanto, Stave echaba una última ojeada al cielo... Quizás no era mala idea.
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Dulce Estrella | OuterStave
Fanfic× OuterStave × × Capítulos medios × Outer ha tenido una vida difícil, quedando sin nada más que su querida hija, tras una ruptura que fue capaz de marcar su alma dejándolo angustiado no importaba si había conseguido levantarse de la caída, todo es d...