Capítulo 21.

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Al día siguiente tras dejar a Stella a la escuela, ambos fueron a la clínica donde yacía el cuerpo debilitado de Blard, Stave estaba muy triste y aguantaba sus lágrimas durante toda la estadía allí, el cuerpo de su hermano estaba completamente cubierto de máquinas, preparando su sistema para entrar a un descanso de consciencia. Así fue como tras tres días, Blard entró en coma.

Stave lucía inexpresivo en el copiloto del auto, todos los viajes fueron así hasta ese cruel día, estuvo sentado mirando el cuerpo tendido de su hermano, casi robótico, solo era consolado con suaves caricias en su hombro, mas, así fue en aquellos lugares públicos hasta llegar al hogar del de pecas, todo el sufrimiento volvía a él, las lagrimas bajaban y posteriormente el llanto. Outer permanecía más tiempo consolando a su estrella que en el mismo hospital. Cada día era así, el mayor tras su trabajo iba al hogar del de pecas para encontrarlo mirando la nada, sin comer, sin nada, debía volver a empezar, abrazándolo para calmarlo, veía por primera vez las crisis de ansiedad por parte de Stave. 

Su pequeña hija no tardó en saberlo, había preguntado varias veces por Stave al no saber nada de él en esos días, que su papá llegase tarde y decaído le hacía pensar que era por el trabajo o que había tenido problemas con quien le hacía pensar como parte de su familia, Outer no pudo esconderle lo que sucedía, ella estaba ya a una edad que debía comprender lo que pasaba a su alrededor. 

Su alma se rompía cada vez más al ver la tristeza de su hija, también ofreciendo sus brazos para brindar el consuelo, le dolía no poder hacer nada para solucionarlo, era un momento triste,una etapa que le recordaba su propia angustia de antaño, perder lo que uno amó de forma inmensa, pero la diferencia, es que el cariño era real, sano y puro. 

Stave había luchado años, sacrificándose por su hermano para tratar su enfermedad, llegar a ese punto era un callejón sin salida, así lo sentía el de pecas cayendo en un duelo que no podía soportar, en solo dos semanas rogó a Outer que no le visitara, quedando con las manos vacías, impotente. 

Estuvo sentado mirando la ventana en donde recordó el beso que se habían dado esa noche, después la noticia que provocó todo. Soltó un largo suspiro, escuchando a lo lejos a su pequeña entrando al comedor con sus libros, al ver a su padre habló. 

— ¿Papá? —Preguntó dudosa, el aludido movió su cabeza volviendo a la realidad.

— ¿Sí, hija?

— ¿No puedo ver a Stave...?

El mayor frunció el ceño titubeando e hizo señas para que se acercara. 

— Lo siento, cielo, él ahora no se encuentra bien y no quiere hablar con nadie. —Tomó la mano de la menor esperando que lo entendiera, era un tema muy delicado para Stave— ¿Qué te parece si vamos a comer?

— ¿Algo sin lactosa?

— Sí, pero ya verás que te va a gustar, tendremos cuidado de no pedir algo sí por accidente.

Stella rió bajo y dejó sus cuadernos en la mesa, al volver haría las tareas, debía pasar un tranquilo tiempo con su padre, ambos lo necesitaban.

La joven tras la escuela miró a los lados, sabía que su padre llegaría más tarde debido a que debía recuperar algunas horas, por lo que respiró profundo y después de despedirse de sus compañeros, caminó por la dirección contraria a la de siempre.

Quería saber por su cuenta el estrago que ocurría, llegando hasta la cómoda casa que una vez fue, algo tensa del silencio, tocó la puerta tres veces, suaves golpeteos sin ninguna clase de respuesta, infló ligeramente las mejillas, indispuesta a irse, Volvió a tocar y sin esperar esta vez, caminó en derredor, era más sencillo cuando no habían rejas de por medio. Se asomó por la ventana, poniendo sus manos como casa sobres sus cuencas tratando de ver a través de la ventana, allí estaba Stave, sentado en el sofá. 

— ¿Stave? —Llamó lo suficientemente alto para se escuchada— Solo quería verte... papá está muy preocupado por ti, y yo también... —No hubo reacción, tuvo que bajar la cabeza por la tristeza de ser ignorada— Lamento las veces que los espié, nunca había visto a mi papá tan feliz desde que nos mudamos, a mí tampoco me gustaría que alguien cercano a mí se alejara, no quiero que su tristeza le atormente porque eres genial, te quiero mucho, usted es como la madre que siempre soñé, que aparte de contarme cuentos por las noches, haga feliz a mi papá, y papá también lo haga feliz, Outer te extraña, y me recuerda... las lágrimas que tuvo hace tiempo, allí yo no podía hacer nada, vivimos por un tiempo en un pequeño departamento, pero ahora quiero hacer algo... ¿Mis ahorros son suficientes? 

Stella mantenía la frente en el marco de la ventana mientras pronunciaba tales palabras que le provocaba ardor en su garganta y un leve hipo, un peso sobre su cabeza le hizo alzar su mentón a. Allí estaba el de pecas que abrió la ventana para mimar su cráneo, la menor sonrió alzando sus brazos.

— Déjame abrir la puerta para que puedas abrazarme mejor...

No lo veía con su sonrisa, su rostro estaba tan pálido... Pero poder verle era algo, le sonrió ampliamente, yendo a la entrada para abrazar al mayor, este le acarició la cabeza con cariño.

— Dale... Un aviso de mi parte... Denme unos días y podrá tu papá visitarme, ¿Sí?

Stella asintió, mucho más feliz suponiendo que ahora era menor irse para darle la paz que Stave necesitaba, se apartó tomando su mochila buscando en medio de ella unos papeles, tenía pensado visitarle desde hace un tiempo, por eso había hecho algunos poemas simples para el mayor, se lo entregó.

— Intenté hacerlo para que puedas leerlo, me las arreglé para que papá te haga uno ~ Descansa, Stave.

El ed pecas miró a la menor, y después a las hojas en su mano, alzó sus hombros junto a una profunda respiración, volviéndose a su casa.

— Gracias, ve a casa con cuidado.

Dulce Estrella | OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora