Capítulo 8.

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Se sentía algo incómodo por el hecho de estar solo con el menor, estaban en un pequeño pasillo donde no había ni alma en pena donde conectaba con la salida de emergencia para trabajadores, al menos entendía que era al ser un local grande tenía sus pequeñas sorpresas.

Se cruzó de brazos intentando mantener la calma, Stave tampoco estaba con una expresión de confianza, solamente apoyado en la pared con las manos a cada lado de su propio cuerpo sin dejar de mirar al suelo, el silencio era sepulcral y para nada gratificante, era hora de dejar de ser un cobarde para poder aclararse y no vivir con la culpa, así cada uno partiría por su camino y asunto arreglado, aunque la idea desde al más al fondo de su alma le disgustaba.

— Ink... ¿Aquel mesero es normal que esté con mi hija mientras...?

— No te preocupes, es un buen chico y yo soy el que sigue después de su turno... Ahora mismo no hay mucha clientela al acabar la hora de descanso de trabajadores.

— ¿Trabajas de hace tiempo acá?

Stave le dirigió una mirada dudosa, asintiendo al final.

— Podría decir que sí...

— Stave... Realmente lamento haberme comportado inmaduro aquel día en el hospital, no estaba en mis cabales.

Outer se acercó al menos lo suficiente para respetar su espacio personal, su alma presionaba con fuerza y no le permitía hablar con coherencia, esperaba que Stave comprendiera su estado, o al menos aceptara su disculpa, era lo único que deseaba con él, la expresión que se mostraba en el semblante del de pecas decía a gritos que no quería estar ahí, no podía mirar su sonrisa que a pesar de ser falsa si podía decir aquello, era suficientemente brillante para calmarle, Stave se separó de la pared empezando a jugar con sus propios dedos, los cuales al mirar de reojo también tenían pecas doradas.

— No tienes que preocuparte, entiendo que estuvieras así, yo no inspiro mucha confianza... Es la primera vez que me he esmerado en ayudar en alguien y temía echarlo todo a perder, irónico... siempre cuando quiero eso logro lo contrario. —Se sobó con cuidado la nuca, sonriendo apenado de su comportamiento, Outer quedó en silencio.

— Por eso mismo me disculpo. —Dijo intentando ser firme en sus palabras, pero se notaba en su tonalidad lo arrepentido que estaba, haciendo sus manos en puños, buscando la tranquilidad que era parte de sí, al menos, hasta ahora— Has hecho mucho por nosotros y yo te lo agradezco comportándome amenazante, me has enseñado de la mejor forma del cómo actuar en los hospitales y yo termino rompiendo tu ayuda como si no valiera nada... Pero sí lo ha hecho, realmente me has ayudado bastante. Suelo ser muy exagerado y quisquilloso con la gente después de lo que he pasado que mi ceguedad no me ha permitido darte el tiempo, comprendo que no quieras hablar nuevamente conmigo o con mi hija por mi forma de actuar, pero... por favor... perdóname...

Stave quedó estupefacto al oírlo, quería huir, era verdad, sentía pánico de estar en una situación que él mismo provocó al ser reservado, lo observó, notando la sinceridad en su dialecto, examinando su estado, ¿Tanto había pasado por buscarlo y solo pedirle una disculpa? Sentía que era mucho para su miserable existencia...

Se acercó con cuidado para no sobresaltar al contrario, y llevar sus manos al cuello de la camisa que portaba Outer y con cuidado arreglarlo, además del mal nudo que tenía en la corbata, de alguna forma, entre todas sus reflexiones, se sentía especial de que alguien se preocupara, posiblemente no por sí mismo, pero sí de su estado después de lo ocurrido.

— ¿No sabes anudar corbatas...? El día que nos vimos acá también la llevabas de la misma forma. —Rió en voz baja.

— Me cuesta hacer cosas viéndome al espejo, pierdo el control de mis manos.

— Pfft... tonto.

Outer sintió un alivio al ver su sonrisa, aunque un escalofrío sentía cuando las manos delgadas del menor arreglaban su corbata, desvió la mirada, estaba incierto si era disculpado, nunca oyó su respuesta.

— No tienes que disculparte si tus razones son esas. —Dijo en un susurro ya separándose, sobándose el brazo.— Al principio creí que solo te iba a dar indicaciones y ya está, que no nos íbamos a volver a ver... Por eso me abstengo de entregar datos míos con facilidad, debí ser un poco más abierto contigo, no es solo tu culpa, debía ponerme en tu posición.

— Entonces al parecer ambos tenemos dificultad con relacionarse con desconocidos.

— Es lo que parece ser. —Se encogió de hombros.

— Pero... Nosotros al menos somos conocidos. ¿Verdad?

Extendió su mano hacia al otro con una sonrisa más relajada, volviendo a su compostura con notoria tranquilidad, aunque en su interior seguía con síntomas de nerviosismo. Stave observó por un largo momento sus cuencas y al dueño de la mano, antes de sonreír y estrechas sus falanges contra las contrarias, una sensación cálida que no había sentido anteriormente.

Un leve rubor apareció en sus mejillas antes de hablar.

— Claro. Outer. Te disculpo por ser un rabietas.

— Hey. Me lastimas el alma.

-– Te lo mereces. —Y rió separando sus manos, llevándose consigo el frío que acostumbraba a sentir.— Ahora ven a pagar el helado de tu hija antes que no te permitan entrar acá de nuevo.

— Ya voy.

Caminaron con un ambiente más ameno y agradable, era una paz que para Outer le hacía sentir aliviado, un peso menos en sus hombros, había cumplido con su cometido y sabría que podía dormir tranquilo cerrando con buenos términos.

Pero no fue así.

Dulce Estrella | OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora