Capítulo 10

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Outer se echó en el sofá agotado, desde la mañana había estado haciendo sus quehaceres para poder hacer la pequeña fiesta para su hija y después tener que participar en las actividades, un día agitado que había valido la pena para ver a Stella riendo y corriendo como si una pequeña niña se tratase, hacerle volver a la niñez que le había faltado vivir por todo lo que ambos vivieron le daba energías con tal de ver su sonrisa.

Y no era menos también ver a aquel joven jugando con ella, batalla con pistola de aguas y después almohadas, un pequeño karaoke y dando por término con la piñata donde más que dulces habían centellas y brillos, los tres habían quedado con los restos de la brillantina, agotados pero con una buena expresión en las caras, y todo gracias a Stave, quien animó bastante la celebración con sus cantatas desafinadas y su habilidad de esquivar, una tarde imposible de olvidar.

Stella salió del baño, pues se sentía incómoda con tantos brillos en el rostro, y se sentó en el suelo frente a la mesa de centro, mientras Stave se sentaba al lado de Outer en el sofá, más calmado de la carrera que había tenido en todo el día, el mayor observó con la cabeza apoyada en el sillón al menor, con una sonrisa amigable y agotada.

--- Tienes mucho brillo en el rostro. ---Indicó Outer con la mano, Stave se pasó la mano con la intención de quitar la brillantina, aunque solo hacían que se notara un brillo único que se mezclaba con sus pecas doradas, parecieran que fueran pequeñas estrellas que brillaban con mera libertad a través de un universo limitado por el cuerpo del menor, Outer observó sus manos y parte del cuello que era visible, hasta su ropa daba la misma impresión.

--- Tendré que darme varias duchas para quitar el brillo. ---Rió, también apoyando su cabeza en el mobiliario dejando caer las manos, estaba a gusto de los resultados, hasta se sintió libre por un momento, hasta expresando parte de su niño interior.--- ¿Deseas que te ayude con la limpieza? Esto también parece un gallinero del espacio.

--- A veces las estrellas les gusta varar acá.

--- ¿Qué? ---Rió nuevamente, con una sonrisa ladina.--- Realmente dices cosas que no entiendo.

--- Papá suele decir muchas cosas raras. ---Comentó Stella desviando la mirada de su dibujo hacia ellos, esbozando una graciosa sonrisa.

Aunque le pareció bastante curioso ver como ambas manos de los mayores estaban tan cerca, hasta un posible roce que le dejaba con ganas de chillar, simplemente la idea que su padre estuviera dejando atrás la desconfianza que le tenía al menor era emocionante, que ambos se conocieran le daba esperanzas que todo se iba a solucionar, solamente debía esperar un poco más y tirar sus cartas cuando sea necesario, Stave era lo que tanto necesitaba su padre para que sea feliz otra vez.

Dejó de mirar sus falanges para volver a su dibujo y darle el espacio correspondiente a ambos adultos, era su cumpleaños pero su deseo era que ellos dos se conocieran hasta el último rincón.

--- Tú y Stella tenéis un gusto para hacerme confundir.

--- Supongo que es familiar. ---Se sonrieron un momento antes de mirarle fijamente, había algo que no le dejaba despegar la mirada.--- Gracias por venir, Stave.

--- Era lo menos que podía hacer... ---Como si fuera una reacción en cadena, también, con algo de timidez le dedicó su mirada, era extraño como su alma daba un pequeño vuelco cuando estaban mirándose a los ojos, nervios que no eran los mismos a cuando sentía el pánico de entablar conversación con un desconocido, en su empleo no le dificultaba por el hecho que solo decía lo mismo de siempre y jamás volvía a ver a aquella persona, o se olvidaba de su rostro.

Pero ver el rostro del mayor le hacía pensar que era reconocible, aún tenga un cierto parecido a los esqueletos que conocía, no tenía bastantes marcas que lo diferenciaba del resto, en cualquier lado que viera sentía que lo reconocería, había grabado inconscientemente sus expresiones, aunque todavía se le hiciera difícil darse cuenta de su situación, no podía encariñarse, no debía.

Pero había algo en él que se le hacía imposible dejar de verlo, o es que no quería despegarse.

Para Outer, seguía teniendo el mismo pensamiento sobre la brillantina, pero le surcó la idea que aún sin ese material el rostro de Stave parecía iluminarle la propia vida con su extraño y curioso comportamiento, una sensación protectora de saber lo que ocurría en su vida, preocupación de notar sus cuencas tan apagadas a pesar de tener una estrella de cuatro puntas en cada cuenca, características únicas que tenían similitud con su hija, como si fuera un hermano o familiar.

Por un momento, para ambos, vieron sus ojos brillar.

--- ¿Qué está sucediendo acá?

La voz de la joven quinceañera desconcertó a ambos, sacándole de sus hipnosis y avergonzarse del contacto silencio que tuvieron, y más que la menor les hubiera pillado en ese momento tan mágico y confuso, era extraño. Sumamente extraño.

Pero para Outer le quedaba claro que necesitaba conocer más a Stave, solamente si él se lo permitía, iba a tener paciencia a que él fuera quien soltara su información, y no meter la pata como lo había hecho en el hospital.

Stave quería alejarse lo más posible de él... No quería ilusionar más, nunca había sido bueno con las amistades y las experiencias que tuvo forjando alguna siempre caía en miseria, o cuando expresaba lo que sentía y lo que vivía lo único que recibía era la espalda de esa gente, lo único que le hacía avanzar era él... No importaba quedar solo por otros... por él dejaría todo atrás... Nadie entendía sus sentimientos, su situación, y aunque una pequeña parte de sí creía que Outer era diferente, no podía dejarse engañar...

Dulce Estrella | OuterStaveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora