El tiempo había pasado cual reloj de arena, lentamente cada grano caía hasta ser un conteo desesperante para el padre de la joven Stella, ver las horas pasar, cada minuto en el cual las agujas del reloj se movían cada cierto segundo era una tortura para él, hasta haber caído en cuenta que había quitado el papel de su calendario para dar inicio al cuarto mes desde la última vez que vio al joven de pecas tan llamativas.
Se sentía desorientado, últimamente por la culpa que carcomía sus huesos no había podido estar pendiente a su trabajo, estando distraído, ver la profunda nada de su escritorio, siempre pensando en lo que había provocado las palabras de su hija y sus poemas en su mente, un caos que no podía tolerar ni disimular, la presión de su pecho era incómoda y no le permitía respirar, la ansiedad se hacía presente en su malestar.
Siempre cuando la circunstancia se lo permitía, vagaba por las calles del centro o en el mismo hospital, no había tenido coincidencias y tampoco quería parecer acosador preguntando por el nombre de Stave, seguramente no había visitado el lugar y ya le habían dado por perdido, más no podía averiguar. Se lamentaba llegar hasta el punto de no dejar de mirar la ventana de su hogar mientras su hija dormía, ver las estrellas y rogar por verlo otra vez, por lo menos para dar sus disculpas y quedar en paz con su vida.
No le gustaba darse por vencido, pero encontrar a un ser vivo era como buscar una aguja en un pajar, las probabilidades era mínimas como si ganar la lotería se tratara, debía tirar la toalla, solo estaría haciendo el ridículo caminando entre la multitud mirando a todas partes.
Suspiró abrumado, no había desayunado con tal de llegar temprano a su trabajo, por lo que le pareció buena idea acercarse a un local de café y sentarse en las mesas del patio para seguir buscando con la vista sus esperanzas perdidas, revisando el menú que estaba en la mesa.
— ¿Qué va a pedir señ... O-Oh.
Apenas Outer escuchó la voz que le parecía familiar, dejó de mirar el pequeño documento para chocar miradas con quien estuvo buscando por días y semanas, el de pecas estaba vestido con el traje de mesero, con una blusa blanca y el delantal negro en su cintura, la impresión había sido tal que las palabras de ambos no salían, hasta que Stave recobró la compostura y nuevamente volvió al papel de su oficio.
— ¿Qué es lo que desea, señor?
— E-Eh. Ah. Un Mocaccino solamente, gracias.
Se sentía como un idiota por no poder tomar la palabra, pero al tomar valentía de pedirle conversar el menor ya estaba bastante lejos dejando el pedido en la mesa, Outer sabía que lo iba a evadir en toda su instancia, y sus sospechas se hicieron cierta al notar que no volvió a recibir pedidos de los clientes del exterior, había sentido por su parte como el alma volvía a su cuerpo, una bocanada de alegría y azúcar que lo despertó nuevamente, ya sabía en donde trabajaba, y no quedaría tranquilo hasta cerrar al menos su relación con sus debidos perdones, iba a comprender que no lo quisiera volver a ver... Pero no por ahora.
No entendía cuál era su capricho de volver a entrelazar palabras con el chico, la diferencia de edad era más de diez seguramente pero más dudas revolvían su ser al recordar que Stave dijo que había salido hace más de un año de la universidad, ¿Por qué entonces no trabajaba en donde debería estar? Se daba cuenta que lo conocía demasiado poco, y la curiosidad de conocer más de él tampoco era normal, había caído en cuenta que fue atrapado por el mismo aura que Stella vivió, incluso cuanto más luchara por no confiar en extraños, el joven con pecas siempre recaía en sus pensamientos más de las veces que se preguntaba si su hija habrá comido en la escuela.
Se retiró del local pagando lo debido más su propina, ya tenía una idea de cómo lograr que el menor pudiera aceptar sus disculpas, solo necesitaba esperar un poco más tiempo para poder ordenar sus ideas.
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Dulce Estrella | OuterStave
Fanfic× OuterStave × × Capítulos medios × Outer ha tenido una vida difícil, quedando sin nada más que su querida hija, tras una ruptura que fue capaz de marcar su alma dejándolo angustiado no importaba si había conseguido levantarse de la caída, todo es d...