Centro de Namwon.
Avenida principal.
Jeongyeon caminaba por las calles de la pequeña ciudad, un tanto agotada, sentía las pequeñas gotas de sudor resbalar por su frente ya que llevaba toda la mañana recorriendo estas en busca de alguna vacante de trabajo. Lo que fuera, para ella estaba bien, pero parecía que la suerte no se encontraba de su lado ya que en todo el centro no fue capaz de encontrar algo. Siguió caminado dirigiéndose hacia el único centro comercial que sabía había en la ciudad.
"NAM-WON-CENTER"
Se leía en grandes letras doradas. Por su cabeza pasó la idea que tal vez las personas de ahí no eran tan creativas al momento de poner nombres, ya que todo siempre antes o después llegaba la palabra "Namwon" en ellos.
Estaba muriendo de cansancio y sed. Buscó con la mirada una tienda donde comprar algo, un agua de frutas, agua natural. Lo que sea. Y no tardó mucho en lograr ver un pequeño puesto donde vendían todo tipo de golosinas. Su mirada se iluminó y se apresuró a llegar a el lugar.
Compró un agua de frutas que había llamado su atención, se veía demasiado rica y refrescante. Además que nunca la había probado. Pagó y le agradeció a la señora que la había atendido, se dio media vuelta y al momento de hacerlo choco con alguien. Esto provocó que Jeongyeon derramara toda su bebida sobre ella misma y en el suelo, mientras que la mujer frente a ella dejo caer un par de cajas que parecían llevar ropa.
Jeongyeon al instante se inclinó ayudando a levantar todo a aquella mujer con rasgos extranjeros, mientras ambas se disculpaban mutuamente.
—Lo siento tanto, de verdad, no la vi— dijo la rubia— lo siento, lo siento.
—Cielo, no te preocupes — le sonrió, mientras ambas apilaban una caja sobre otra — igual yo venía distraída, y por ese motivo no logre verte. Mira nada más como quedaste de empapada, te hará daño.
—No se preocupe, yo estoy bien — sonrió Jeongyeon, por otro lado la mujer se quedó mirando un par de segundos a la chica y negó con la cabeza, pues toda su playera estaba mojada con agua de color rojo.
—Ven conmigo, no te puedo dejar así, soy dueña de una tienda de ropa y variedades. Lo menos que puedo hacer es darte alguna por lo que acabo de hacer.
—No, ¿como cree?, así estoy bien, no se preocupe. Fue culpa de ambas. No es necesario.
Jeongyeon siguió negándose, pero aquella mujer de larga cabellera y esbelta figura que probable no pasaba de los 45 años. Era demasiado insistente. Al final, Jeongyeon terminó aceptando, siendo casi arrastrada por la contraria hasta el elevador de la plaza comercial.
—¿Cual es tu nombre cielo?— preguntó la mayor, mientras observaba a la rubia.
— Yoo Jeongyeon— la pelicorto sonrió y se inclinó tomando la mano de la mujer en señal de respeto.
— Hirai Marina — sonrió mostrando su blanca dentadura.
El elevador paró en la segunda planta, las cuales eran las únicas existentes en el edificio. Marina salió rápido de este y Jeongyeon se ofreció a ayudarla cargando unas cajas, si no fuera por que eran realmente pesadas, la mujer habría negado su ayuda.
El par se dirigió a un gran local que Jeongyeon supuso era el que pertenecía a la contraria.
Era una tienda demasiado grande que fácil pudo darse cuenta que era exclusivamente para mujeres, ya que había vestidos de todo tipo.
A lo lejos se podía observar unos hermosos vestidos de novia, casuales, de gala, mezclillas. Por otro lado también había zapatillas, accesorios y una infinidad de cosas. La apariencia del lugar era muy elegante ya que cada pared era blanca, los marcos de los espejos, estantes y de más, eran de un color plateado que hacia verse todo aún más sofisticado.
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El color de tus ojos- 2yeon
FanfictionCuando por fin logró verla, verla de verdad, supo que algo sería diferente, supo que algo más fuerte de lo que ella podía explicar, ya estaba escrito. Una sonrisa. El poder de una mirada. Incluso... El color de sus ojos. -Historia larga