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Los abrazos.
Aquellos gestos cálidos, para otros simples y sin sentido: son la herramienta que pueden sanar incluso mejor que la medicina misma. Acunan el corazón y nos dejan en plena paz. Los abrazos han salvado millones de corazones destrozados. Corazones lastimados y adoloridos.
Éstos son la más rápida cura para el alma, la simple y externa cura para el sufrimiento.Namwon Corea del sur.
Seis días después.
—¡Genial! — gritó una de las menores que ahí se encontraban. Esperando el autobús de la escuela para dirigirse a casa.
—Mañana no hay clases, definitivamente soy la mujer más feliz sobre el planeta tierra — Nayeon bailaba y canturreaba aquellas palabras, se consideraba la chica más afortunada del mundo.
— Ya calmate Nayeon — las palabras de Mina, no dejaban de sorprender a ambas chicas que la acompañaban. Habían notado muy rara a la menor desde el desfile de Marina, desde ese día la japonesa tenía un humor que ni ella sola se aguantaba y por más que le preguntaban que le ocurría, la chica simplemente no respondía. Tanto a Sana como a Nayeon se les hizo mucho más sencillo pensar que se trataba de alguna mala racha, algo pasajero.
—Relajate Mina, tu mejor que nadie deberías estar feliz — sonrió Nayeon — tenemos tiempo para hacer esa dichosa e inservible maqueta de las células animal y vegetal que nos pidió la aún mas odiosa y amargada maestra de biología — Mina simplemente asintió.
—¿No les dan permiso de dormir hoy en mi casa? —Preguntó Sana a sus dos amigas, tratando de cambiar el tema.
—Realmente no lo se Sana, como saben, lo que pasó de la puerta, más lo de Jeongyeon y que mi mamá llegó días antes para hacerse cargo de las reparaciones. Y también como les conté, ayer se acaba de ir nuevamente. Eso quiere decir que estoy sola con Jeongyeon y pues, no me gustaría que algo le pasara, no lo se... —El tono de la menor fue suave, se volvió calmado y había meditado cada una de sus palabras, simplemente para no revelar que la compañía de Jeongyeon le agradaba.
—Pero si justo ayer le retiraron las puntadas y nos dijiste que tiene muletas y las utiliza muy bien. Puede hacer todo por ella misma —Sana hizo un puchero tratando de convencer a su amiga, Nayeon simplemente la miró dudosa pero después movió la cabeza asintiendo.
—Veré que hago — respondió. Eso hizo que la japonesa diera pequeños saltitos en su lugar y le mostrara la sonrisa más brillante y sincera que había visto en el día.
—Ustedes ya saben que a mi siempre me dejan — se limitó a contestar la menor de todas — Solo dime la hora.
— No lo se Mina, mi casa esta ahí, a la hora que quieran llegar — Respondió Sana.
La plática de las menores se vio interrumpida, el autobús de la escuela hizo su tan anhelada aparición y las tres chicas subieron rápidamente, sentándose en el asiento de atrás, como siempre lo hacían para poder ir juntas.
Casa de la familia Im.
—Si, No, Si Momo. Claro, Si, ya te dije que estoy bien. El doctor me dijo que dentro de una semana más ya puedo ir a trabajar. Si, hasta luego — el sonido del teléfono siendo colgado hizo eco en el lugar.
Jeongyeon había estado recibiendo constantes llamadas de la japonesa, una por día. Le parecía muy tierno ver como su jefa y la hija de su jefa, su amiga, se preocupaban por ella.
Momo había estado al pendiente, había ido a visitar un par de veces a la coreana y le había llevado pequeños detalles, algunas cosas para que estuviera más cómoda o cosas que simplemente había hecho ella misma, como un delicioso pastel de fresa que ya casi había sido completamente devorado por la rubia.
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El color de tus ojos- 2yeon
FanfictionCuando por fin logró verla, verla de verdad, supo que algo sería diferente, supo que algo más fuerte de lo que ella podía explicar, ya estaba escrito. Una sonrisa. El poder de una mirada. Incluso... El color de sus ojos. -Historia larga