Capítulo 20

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A la mañana siguiente.

Casa de la familia Im.

Dos chicas se encontraban abrazadas sobre la cama.
La paz que sentía una de ellas sobre su cuerpo era inexplicable. La menor hacia mucho tiempo no dormida de esa manera.
Pérdida en sus sueños aún sin despertar, su cuerpo se sentía cobijado y caliente. Las caricias en su brazo eran presentes pero a la vez lejanas, bastante lejanas, casi se sentían como un pedazo de algodón suave pasando sobre su piel.
Lo cierto era que los dedos de Jeongyeon habían estado acariciando la piel de su brazo por casi diez minutos. Extrañamente era más suave de lo que hubiese imaginado. Era muy cercano a lo adictivo.
La rubia se encontraba despierta viendo detenidamente el rostro calmado de Nayeon. Su corazón aún se sentía encogido por todo lo que estaba ocurriendo con la chica. La vio llorar prácticamente toda la noche y todos sus intentos de hacerla sentir mejor fueron completamente en vano.
En silencio Jeongyeon se repetía que ella no era la indicada para eso, no después del pasado que claramente no se podía perdonar.
Sus intenciones eran buenas pero sus pensamientos aún estaban bagando por rumbos que solo ella conocía.

Los ojos marrones lentamente fueron abriéndose, no se veían tan bonitos como de costumbre, al contrario, estaban hinchados y con un tono rojizo que se extendía por toda la esclera.
Pero aún así no se contuvieron a iluminarse cuando vio el rostro de Jeongyeon. Estaba tan cerca que le hacía sentir un calor en el corazón.

La familia siempre era buena para los momentos de crisis. Siempre había oído que el abrazo de una madre, de un padre o de tus hermanos: te podían hacer sentir mejor de un segundo a otro.
Nayeon lo comprobó en ese momento. Justo en esa noche e instante era lo más cercano que había sentido a tener una hermana.

Jeongyeon al darse cuenta de que la chica ya se encontraban despierta, rápidamente dejó de acariciar su piel y se alejó un poco dándole el espacio personal que le parecía correcto.

—Buenos días Nayeon — saludó la rubia cubriéndose la boca al hablar. —¿Te encuentras mejor? — si le hubieses preguntado. Habría creído que la pregunta que acababa de hacer era muy tonta. Pero aún así quería saberlo, tenía la esperanza de que por lo menos se sintiera un poco mejor.

—Buenos días Jeongyeon y si... — Susurró— Estoy mejor que ayer — La menor se aclaró la garganta y dijo —Lo siento por haber... tu sabes, estoy avergonzada por llorar tanto ayer.

Jeogyeon simplemente negó. Sabía que Nayeon necesitaba de alguien y afortunadamente ella había logrado estar ahí.

—Está bien Nayeon. De ahora en adelante ten por seguro que cuentas conmigo — dijo con amabilidad.
La pelinegra no esperaba escuchar aquello. Jeongyeon se había convertido en alguien tan diferente después de todo.

—Gracias — se limitó a decir. No tenía cabeza como para poder formular algo más.

La rubia estaba por responder, pero un sonido se escuchó provenir desde la parte baja, lo cual la interrumpió. El timbre de entrada sonaba retumbando por cada rincón de la casa de los Im.
Jeongyeon rápidamente se levantó y caminó hacia la puerta, bajando las escaleras con mucha pereza.

Nayeon simplemente observó a la chica salir de su habitación.

Meditó lo sucedido, el corazón aún lo tenía roto y maltratado, aún le dolía demasiado.

La joven no tenía idea de que hacer, de como enfrentar la situación con Jackson. Era su primer novio, el primer amor que había llegado a conocer y no quería que terminara de esa manera. Estúpidamente llegó a pensar que su relación duraría años, incluso llego a verse casada con el. En las noches secretamente fantaseaba con eso.
Después de todo no estaba destinada a tener a el chico de sus sueños pues eso era para ella, jackson era el chico soñado que toda chica quería.

El color de tus ojos- 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora