Capítulo 1

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La vida es tan maravillosa y tan misteriosa a la vez, siempre nos sorprende.
Un momento, una circunstancia, algo; puede simplemente cambiarlo todo, mostrarnos lo mejor y lo peor.

Bendiciones o sacrificios.

Es increíble, como algo tan simple, como una pequeña acción podría ser crucial para la vida de alguien. Alguien, que incluso creía ya tener absolutamente todo.

Incluso hay veces que no queremos que algo suceda, luchamos incansablemente para borrar todo aquello, pero simplemente los caminos ya están cruzados, están destinados y no hay nada ni nadie que pueda contra eso.

Si algo está escrito por el destino, simplemente pasará, si algo tiene que ser, será. Eso es más fuerte que incluso nosotros mismos.

Y eso fue lo que pasó.

Cuando por fin logró verla, verla de verdad, supo que algo sería diferente, supo que algo más fuerte de lo que ella podía explicar, ya estaba escrito.

Una sonrisa.

El poder de una mirada.

Incluso...

El color de sus ojos.

NAMWON.

COREA DEL SUR.

Un autobús escolar se detuvo justo en frente de una casa, como cada día de la semana en el cual correspondía asistir a clases.
Una chica de cabello negro y un despeinado flequillo, Colocó firme sus píes en los escalones para bajar de aquel gran auto amarillo, mientras se despedía de sus dos mejores amigas Mina y Sana las cuales le dedicaron una sonrisa y un movimiento de manos en forma de despedida.

Era primavera, justo antes de entrar el verano, por lo cual, los rayos del sol eran muy fuertes, aún a pesar de que corría una oleada de viento fría. En Namwon siempre hacía frío o llovía sin importar la estación.

Los rayos golpearon con fuerza el rostro de la chica la cual, inevitablemente fruncio el ceño y cubrió sus ojos con una de sus manos. Corrió lo poco que tenía que caminar hasta entrar a su casa.  Ella no quería broncearse de nuevo, así que no quería estar un segundo más expuesta a este.

—Hola mamá— Dijo la chica abriendo la puerta dejando sus zapatos en la entrada, en su respectivo lugar y colocándose sus pantuflas blancas con una "N" color rosa en el centro.

—Nayeon, que bueno que llegaste hija— salió su madre de un lugar que Nayeon no fue capaz de observar pues, después de que quitó sus zapatos ya la tenía frente a ella.

Por el olor y el mandil de cocina que Suni llevaba puesto, Nayeon intuyó que su madre había cocinado algo, lo cual no era muy habitual que pasara. Ella normalmente no tenía tiempo, su trabajo la consumía la mayoría del día, al igual que a su padre el cual en ese momento se encontraba en un viaje de negocios; Ambos eran ejecutivos.

—Oh, vaya mamá, ¿A que se debe el honor de que usted haya cocinado algo para su pequeña y preciosa hija?— Dijo Nayeon mientras sonreía y movía las pestañas. Se colocó justo a lado de Suni mirando atentamente como servía la comida en sus respectivos platos.

—Ah, ¿Que a caso no puedo aprovechar mi tiempo libre y consentir a mi hija favorita?— la risa de la mayor salió de una manera natural y divertida haciendo reír a Nayeon también.

—Mamá, soy tu única hija mujer, sin contar al tarado de mi hermano— mencionó Nayeon, rodó los ojos y corrió a lavar sus manos pues lo que su mamá había hecho se veía demasiado apetitoso, sin contar que ella moría de hambre. La señora Suni sólo río por lo que su hija había dicho y tomó asiento esperándola.

El color de tus ojos- 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora