Capitulo 22

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Ese sentimiento latente en tu pecho, esa inquietud de tu alma, te golpea con fuerza y te deja saber que algo no esta bien. La sospechas se basan en hechos, en desconfianza o en imaginación. Cuando descubres la verdad, apartir del engaño ahi, ahi es cuando es peor. Muy, muy en el fondo tienes la esperanza que sea mentira. Todo lo malo, todo lo que nos hace sufrir. Esperamos que sea mentira.

Las sospechas son diseñadas para algo, para abrir nuestros ojos ciegos y confiar en nuestro instinto.

Seúl, Corea del Sur.

Casa de la Familia Yoo.

—¿No ha llamado ni una sola vez? — preguntó Chang Joon mirando a su ocupada esposa. La mujer leía unos papeles con atención, como siempre lo hacía.

El clima estaba cambiando con rapidez, hacía más frío de lo normal, la gran casa se sentía vacía y eso es algo que Chang Joon notaba a diario. Su mujer por el contrario parecía no verlo, Seuyeon se mantenía ocupada, caso tras caso, realmente nada había mejorado. Solo quedaba la sombra lo que alguna vez fue el feliz matrimonio de los Yoo. Chang Joon no podía culpar a su esposa, todo se había vuelto tan .... extraño, tan inaguantable desde que todos aquellos sucesos devastadores habían ocurrido.
El hombre recordaba con tristeza todo aquello y por más que quisiera ver a su única hija de nuevo, ni siquiera tenía cara para ello.

Jeongyeon estaba mejor fuera y lejos de todo lo que la lastimara o cualquier cosa que le recodara ese suceso traumático.

—No, Chang Joon ella no ha llamado a casa— Respondió la mujer, cansada. —No podemos culparla, tiene sus motivos y ya te dije que no iremos— La mayor se levanto de su lugar. Acomodó los documentos y se dirigió hasta su habitación dejando a su esposo solo en aquel inmenso espacio.

Lo que él daría por regresar el tiempo y poder haber hecho muchas cosas diferentes. ¿La principal?

Jamás haber dejado sola a su hija. Jamás haber soltado a Yoo Jeongyeon.

Namwon, Corea del Sur.

Yongbuk Middle School


—Nayeon, ¿ya vas a decirnos que te ocurre? Has estado seria todo el día —Dijo Sana. La japonesa tomaba fuertemente de su bebida sabor coco y hacía un ruido particular al succionar de la pajilla.

—Ya les dije que no tengo nada — Susurró Nayeon.

—Eso que te lo crea tu abuela— Dijo Mina desde la parte trasera de una rama. Las tres chicas se encontraban en su lugar habitual para almorzar. No habían podido interrogar a Nayeon por qué la chica llegó bastante tarde en la mañana y no tomó el autobús con ellas como de costumbre. Las dos japonesas tenían mucho que saber sobre el extraño comportamiento de Nayeon, esta última estaba distanciandose bastante y eso no les agradaba a ninguna de las dos. —Ayer no viniste a la escuela y pensamos que algo te había ocurrido. — la japonesa menor pestañeo un par de veces sin quitar su profunda mirada de la única coreana presente.

—Sin contar que no respondiste nuestras llamadas ni mensajes —Aportó sana dedicando una mirada reprobaría a su amiga mayor.

—Ya les dije que no tengo nada— Nayeon sonaba bastante apagada, no es como que la chica estuviera feliz siempre, pero al menos era un poco mas animada que eso.

—Somos mejores amigas, las tres, puedes confiar en nosotras Unnie — dijo sana. Ahora su tono se había suavizado y había adoptado una sonrisa acogedora.

Nayeon suspiró, miró a sus amigas un par de veces y decidió que primero tenía que hacer algo antes de contarlo. Ya había llorado bastante.

—Ahora vuelvo— Dijo y comenzó a bajar del gran árbol lleno de ramas.

El color de tus ojos- 2yeonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora