Despedida

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- Y luego Rukia me encontró y me trajo aquí- terminaba de relatar el pelinaranja.

- Wow, fue muy valiente de tu parte Ichigo- le decía Yoruichi

- Así es, no cualquiera salvaría a un desconocido a costa de su propia vida- Secundo Urahara.

- Lo hice sin pensar, no medí las consecuencias

- En un momento como ese nadie lo hace, lo hecho, hecho esta Kurosaki-san no puedes lamentarte el resto de tu no-vida- Le intentaba dar ánimos el sombrerero.

- Lo sé, pero me preocupa como pueda reaccionar mi familia, mis amigos, no sé cómo se lo tomen.

El ambiente estaba tenso, luego de relatar su historia, Ichigo se preocupaba cada vez más, se preguntaba si había hecho lo correcto... Espera un segundo, claro que lo hizo, no podía quedarse ahí parado viendo simplemente como esa mujer y su pequeña hija eran arrolladas por aquel auto causante de su estado actual. Definitivamente no se arrepentía, aunque le entristeciera dejar a su familia solos.

-No es como si no los volvieras a ver nunca más- Dijo Yoruichi sacándolo de sus pensamientos – Ellos podrán ir a visitarte, siempre que deseen, además no estarás solo en el otro lado, o si?

- Es verdad, Kuchiki-san y tus demás amigos de la soul society estarán allí para apoyarte y guiarte, no te tomes esto como un final sino como un nuevo comienzo – Comento Urahara con su típica sonrisa.

Ichigo solo asintió, agradecía mucho poder contar con tan buenos amigo en aquellos momentos, además ellos tenían razón, aquel no era el final de su vida, era solo el comienzo de una mejor, podía volverse más fuerte como un shinigami oficial, podría salvar las almas de las personas sin miedo a que aquello interfiriera en su vida humana, podía pasar más tiempo con Rukia...

Momento...

¡¿En que estaba pensando?!, sacudió su cabeza con el fin de alejar aquellos extraños pensamientos –que según el- o tenían sentido. Con sus ánimos mas renovados, pudo calmarse un poco y terminar de beber su te, que para ese momento ya estaba frio.

&O&

Mientras tanto en la casa Kurosaki, el líder de la familia buscaba como darle a su pequeña hija la terrible noticia que su hermano había muerto.

-Y bien? – Karin esperaba una respuesta

Isshin no sabía cómo empezar, sentía un inmenso nudo en la garganta, enserio agradecía que su tercera hija estuviera allí para apoyarlo, sino so sabría cómo decir aquello

-Acaso estas llorando?- Volvió a preguntar Karin, ya que aquellas lagrimas no parecían ser de cocodrilo como esperaría de su loco padre.

Rukia al ver que no podrán evitar más aquella conversación, decidió darle una mano al señor Kurosaki.

-Karin, lo mejor será que despiertes a Yuzu para poder contarle todo- dijo la pelinegra con todo el tacto y la amabilidad que pudo.

-Es tan serio?- pregunto mirando a su padre, quien solo desvió la mirada.

-Hazlo, por favor- insistió Rukia.

La pequeña Kurosaki subió rumbo a su habitación, cada vez más llena de dudas.

-Kurosaki-san, debemos decirles lo que pasa.

-Ni siquiera puedo verlas a los ojos

- Son sus hijas, y ahora más que nunca necesitan de su apoyo, no puede dejarlas solas- No era su intención reprenderlo por su actitud, no sabía cómo debía estarse sintiendo ya que ella no sabía lo que es perder un hijo, pero sabía que a Karin y a Yuzu también les dolería, y que necesitaría a un padre que las acompañe.

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