Capítulo 28

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Hye POV.

Estamos caminando hacia mi casa.

Al principio dudé en si llevarle a mi hogar o no, ya que eso implica que él sepa ahora mi dirección.

Sin embargo, después de haberlo rebatido varias veces en mi cabeza, decidí en que después de todo, Rap Monster es también una persona.

Con que es una persona, me refiero a que él también cae, sale herido, y siente dolor, es como yo, solamente que se empeña en no mostrar a los demás sus debilidades y eso, es lo que le diferencia de los demás.

Es un chico que intenta ser frío y hacer un escudo con los demás mediante maltratos e insultos, creo que realmente, él quiere que nadie se le acerque para no tenerse preocupar de que la otra persona sea dañada a la vez que él.

Sus amigos... se podrían explicar, porque ellos son fuertes para soportar el estar a su lado. Además, los otros también son acosadores, no sé si por iniciativa propia o porque siguen al "líder".

Lo que no quiero pensar, es que él acose a los demás, para sentir que no es el único al que hacen daño.

Sin embargo, y piense lo que yo piense, solamente Rap Monster sabe el por qué realmente lo hace.

Sea como sea, nada de lo que hace esta justificado ni jamás lo estará, ya que herir a otras personas sin medidas, no tiene nombre.

Pero por ahora, le ayudaré. Esas heridas, no tienen muy buena pinta y mi moral, no me deja dejarle solo para lidiar con ellas.

Aunque... seguramente ya habrá pasado por este tipo de situaciones antes.

—¿En qué piensas? —Salgo de mi mente para centrarme en la realidad.

—Nada. —Digo cortante sin mirarle, si lo hiciera, seguro que me trabaría al hablar, o algo parecido.

—Mientes. —Le miro. Sus cejas fruncidas sin importarle que una de ellas está sangrando. Intenta leer en mis ojos lo que estaba pasando por mi cabeza.

—Di lo que quieras. —Digo para andar más rápido y dejarle atrás para que me siga en silencio.

Grave error.

En menos de un segundo ya estoy contra una pared.

Está a centímetros de mí, es tan alto que solamente diviso su pecho.

Mi corazón se agita con nerviosismo y miedo.

—Niña, puedes jugar con quien quieras a las adivinanzas —Hace una pausa, su voz suena grave y autoritaria.—, conmigo no, tienes dos segundos para decir en qué estabas pensando.

—Tenemos que ir a una farmacia, no tengo botiquín en casa. —Lo digo lo más claro y segura que puedo para que lo crea. Por un momento creo en que con esa mentira basta.

—No soy tonto, sé que eso no es, sin embargo haré un esfuerzo por dejarlo pasar. Ten en cuenta algo, siempre dime las cosas a la cara, nunca te guardes nada, porque si me entero por otra persona de algo que dices sobre mí, tendrás un gran problema.

Asiento decidida, y con eso, consigo que se aleje de mí.

Una vez en la farmacia compro lo que le va a hacer falta, a la hora de pagar, me sorprendo cuando el líder se empeña en pagar todo.

Aunque me he negado, ha terminado por pagarlo.

황혼

Mi pequeña casa está oscura y sobria, ya que aún mi madre y yo, no nos hemos acostumbrado por completo a vivir aquí.

No hay cuadros que decoren las paredes como lo hacían antes en mi antigua casa. La principal razón de eso, es que mi madre ya no quiere tener nada que ver con mi padre.

Miro de reojo a mi acompañante, ha notado en que mi hogar es frío.

Subimos a mi habitación, porque si viene mi madre, él podría esconderse en mi armario, no que si nos ponemos en el salón, me pillaría con un chico, y eso no es algo que quiero en este momento.

Una vez en mi "guarida", saco de la bolsita de farmacia lo necesario para comenzar a curarle.

—¿No tienes fotos con tus familiares? —Me pilla por sorpresa. Trago saliva incómoda, no quiero que se entere de mi situación familiar.

—Me he mudado hace poco. —Asiente.

Con mis manos hago un amago para que se siente en mi pequeña y malgastada cama, lo hace sin chistar.

Debo admitir que también tenía miedo de que sintiera que soy pobre y por eso, tuviera más razones para insultarme, más, agradezco que siquiera se inmute y no mire con repugnancia mi modesta habitación.

Estoy apunto de poner un algodón con alcohol impregnados sobre su ceja, cuando lo toma de mi mano.

Miro petrificada como el solo se cura sus propias heridas, no le hace falta ni espejo, lo que me hace plantearme el cuántas veces ha vivido algo así.

La ágil manera en la que se sana hace que un leve escalofrío recorra mi espalda.

Cuando termina me devuelve las medicinas que no ha utilizado.—Puedes quedártelas.

Quiero decirle que se las quede, aunque termino por no decir nada.

Observo curiosa como se para frente a mi ventana, y a través de ella, mira algo con seriedad.

Me pongo atrás suya.

Está mirando la casa abandonada y llena de grafitis.

Si dices que he estado aquí, o que he dejado que me ayudes, me encargaré de que no digas nada nunca más. ¿Entiendes? —Asiento, y con eso, sale de mi habitación.

Tras unos segundos, escucho la puerta principal, señal de que se ha ido.

Frunzo el ceño mientras miro a la vivienda abandonada que está en el descampado; acaso... ¿sabe a quién o quienes pertenece esa casa?

.

PERDÓN POR LA ESPERA.

Me comprometo a partir de hoy a ser más constante.

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¡Gracias por leer! Os amo.

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