"Bienvenida al Instituto público de Seúl situado en Corea del Sur."
Antes de entrar, debes tener muy claro algo... y es qué, en este Instituto, hay siete chicos que tienen el control de todo el lugar.
Éstos, se separan en dos bandas diferentes, en B...
Miro a un lado y luego hacia el otro antes de cruzar la calle.
Una vez frente a la institución donde estudio, no puedo evitar el dejar de caminar por un momento, para seguidamente tomar una larga respiración.
No quiero imaginar que durante todo este año, voy a tener que estar soportando a personas que hacen daño sin importar cuán grande sea.
Mojo mis labios cuando a lo lejos veo a los Bullies, todos ríen, excepto el líder.
El último mencionado me está mirando desde lejos, aparto mi mirada con algo de nerviosismo. La forma en la que me mira no es ni mucho menos amigable, más bien parece que incluso está enfadado conmigo.
No sé la razón de su repentino comportamiento, creía que después de lo que pasó ayer, dejaría de molestarme o intentar incomodarme, pero ya veo que eso, solamente formará parte de mis fantasías.
Doy un paso hacia delante cuando noto que alguien toca mi hombro. Me giro algo alarmada, pero en seguida me tranquilizo.
—Bu-buenos días noona. —Una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios al ver a la pequeña persona que me saluda.
—Buenos días Woozi. —Hago una pausa para hacer una pequeña reverencia—Vamos, te acompañaré a tu clase.
Comenzamos a andar juntos.
—Gra-gracias. —Agradece ante mi acompañamiento, cosa que me parece bastante tierna.
—El imbécil que no puede decir ni dos palabras seguidas y la rata, que romántico. —Me tenso cuando escucho una voz tras nosotros, a ella, se le unen risas tras lo dicho.
Me giro con semblante serio, dejando tras mi espalda al pequeño chico que me acompaña, para sí, protegerlo de las miradas que puedan echarle.
Intento identificar quién ha hablado y pronto lo hago, JHope es el que acaba de insultarnos.—Yo al único imbécil que veo por aquí, es a ti
Las risas paran y mentalmente me anoto un punto a mi favor.
—Vaya —da dos pasos hacia delante, mi instinto me dice que me aleje, sin embargo, no pienso mostrar que me intimida, no le daré el gusto.—de nuevo haciéndote la heroína, parece que no aprendes. —Chasquea con su lengua, está fastidiado y no creo que lo viene ahora, sea bueno.
Aún así, entrecierro mis ojos, quiero contestar, pero me quedo callada cuando el mayor del grupo habla, interrumpiendo así, la oración que estaba apunto de salir de mis labios.—Vámonos.
—Rap Monster no he terminado... —JHope deja de hablar abruptamente, cuando los ojos del alto le miran asesinamente.
Creo que se van a ir, pero no lo hacen porque el líder, toma la iniciativa de acercarse a mí para hablarme.
—Esto no se quedará así, deja de querer defender a los demás, o sino, tú te convertirás en la única víctima. ¿Acaso quieres eso? —Proceso bien sus palabras. Un escalofrío me recorre el cuerpo entero.
—N-no tengo miedo. —Digo torpemente, el aire faltando en mis pulmones por culpa de su cercanía y amenaza.
—Deberías. —Dice para salir de ahí con su grupo.
Ahora sí, tomo una gran bocanada de aire.
—Lo si-siento, ha sido m-mi culpa. —Algo se remueve en mi interior al escuchar la voz torturada del menor, siento como la tristeza se refleja en su rostro.
—Ni hablar, que ese chico no tenga cerebro e insulte de esa manera, no es culpa tuya, nunca lo olvides. Eres perfecto tal y como eres. —Me acerco a él para susurrarle algo que levante su ánimo, una verdad. —¿Sabes algo? Eres un chico formidable y genial, no debes cambiar, ¿entendido?
Mi corazón se agita con alegría cuando por primera vez, veo una bonita sonrisa formarse en su rostro.
—Tú también e-eres genial.
Seguimos andando y bufo fastidiada cuando varias personas al nosotros pasar, comienzan a cuchichear y a reír.
Seguro que están insultándonos y creando rumores, cosa que hace que quiera explotar y gritarles a todos los que lo están haciendo, que se queden callando y sigan a lo suyo.
Pero... no soy capaz de hacerlo, así que simplemente me quedo en silencio para seguir andando.
—No les hagas caso Woozi. —Le susurro, él asiente y me agradece.
Una vez en su clase, todos los presentes, se quedan mirándome. Más risas cuando se percatan de mi pequeño amigo.
Hago mis manos puños.
Estoy apunto de decir que se callen y dejen de reirse de un compañero, cuando el bajo, me habla para que sólo yo me entere.—No digas na-nada por favor, nos ve-vemos después. —No quiero hacerle caso, sin embargo, su mirada suplicante, hace que me quede en silencio.
—Está bien, cuidate. —Digo para salir de ahí con cierto dolor en mi corazón. La impotencia recorriendo todo mi ser.
¿Qué ganan las personas con victimizar a otras?
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¡Gracias por leer!
No sabéis lo que está por llegar... buajajaja.
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¡Os amo!
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