Fin del juego

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Llevaban una semana jugando a las escondidas, como solía decir Kelly.
Continuos cambios de sitio, mentiras a diestra y siniestra y el constante temor a que descubrieran a la criatura que ocultaban.
Los pequeños Spartan se sentían inquietos y excitados a partes iguales, nunca le habían mentido a sus superiores y menos tanto tiempo.
Pero todo este trajín comenzaba a incomodar a Thel, que aún se sorprendía de su propia paciencia, sabiendo que de habérselo pedido otro no hubiera aceptado.

K: Se nos acaban los sitios John.
J: Lo sé, ya pensare en algo.
T: No, me canse de esconderme.
J: Qué?
T: Lo que escuchaste niño. Iré directamente con Halsey.
K: Estás demente Sangheili? Te mataran.
T: Se como lidiar con eso.

Los dos Spartan seguían de serca a sangheili, este parecía conocer a la perfección el lugar, puesto que no tardó en encontrar el laboratorio de la Dr. Halsey.
Thel no tenia idea donde estaba así que optó por guiarse pos su olfato. Lo único malo de su plan era que al tener tan cerca a John, no había momento en que no captara su aroma lo cual lo distraía por momentos.
Al entrar en el laboratorio Catherine Elizabeth Halsey no pudo más que paralizarse en su lugar, al poco tiempo reaccionó, tomando un arma y disparándole a Thel, el sobre escudo se activó manteniéndolo ileso. Al segundo intento Thel valiéndose de su velocidad desarmó a Halsey, ella había visto la velocidad de los de su especie pero no de primera mano.

J: Doctora él no es un enemigo.
K: Cierto, no hay necesidad de atacarlo.
Dr: Es del Covenant!
T: No. No lo soy.
Dr: Manejas nuestro idioma...
J: No solo eso... nos ha explicado como pasar los sobre escudos y como evitar algunos ataques.
T: Lo único que me interesa es el bienestar del niño.
K: Creo que se refiere a ti, John.
J: Que no me digas niño.

Halsey sobrepasada por su curiosidad científica se dispuso a estudiar el funcionamiento de las armas y armadura de Thel.
Hasta el momento lo llamaban simplemente sangheili, al no saber su nombre, igualmente  hasta el momento ninguno había preguntado.
Aun así esa incógnita daba vueltas constantemente en la cabeza de John.
Así que valiéndose del obvio favoritismo de aquél alien hacía él, convenció a Thel de hablar en privado.

T: Que quieres hablar niño?
J: Me estoy hartando de ese mote. Mi nombre es John 117.
T: No puedo evitarlo, para mi eres un niño.
J: Cual es tu nombre y cuantos años tienes acaso?
T: Mi nombre... Thel Vadam. Y mi edad, 73. No divulges mi nombre.

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