Cap. 6

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Serví el desayuno para el enano y para mí.
Nos cubrimos con una manta en el sillón mientras mirábamos películas de terror en pijama.
Gracias a mí, Harry ya no le teme a las películas de terror.
—¿Después vemos otra? —preguntó.
—¿No tienes que hacer tu tarea? —pregunté.
Cambió su mirada.
—Hmmm no...
—¿Seguro? —alce una ceja.
—Si Black —río.
Mentira!
—Ya niño, no me mientas... Vamos, te ayudare hacerla.
Nos levantamos del sillón y apagué la tv.
Ambos estábamos en pijama.
No tenía ni ganas de quitarmela.
—Ve a traer tus cuadernos. —le dije.
Él salió de la cocina para ir al pequeño cuarto que le hicimos cuando nació.
Sabía que algún día podría usarlo cuando nos visite y no nos equivocamos.
El timbre sono.
Fui atender.
Al abrir me encontré a Charlie con un rostro de preocupación.
—¿Puedo pasar? —preguntó.
Suspire.
Me hice a un lado y entró.
—Hola. —saludó Connor apareciendo de la nada en mi puerta
—Pasa.
Ambos se sentaron en el comedor.
—¿Sigues molesta? —preguntó Charlie.
—No.
—¿Entonces porque no fuiste a clases hoy? —preguntó Connor.
—Me quedé a cuidar a Harry. —le dije.
—Estábamos muy preocupados por ti —agregó Charlie— estuve llamandote al teléfono...
Mi teléfono! ¿donde esta?
—Extravie mi teléfono. —dije fría.
—¿Segura que estas bien? —Connor insistiendo desde siempre.
—Si! Ya te lo dije.
—Tia Black! No encuentro mis colores. —me dijo Harry entrando al comedor.
—Deben estar en la sala. —le dije.
—Hola Charls. —le saludó.
—¿Como estas campeón? —acarició su cabello.
—¿No hay saludo para el tío Conni? —preguntó Connor.
Sonreí.
—Hola Cóndor. —reí.
Él le dio un abrazo.
A veces son tan tiernos con Harry.
—¿Que hacen aquí? —preguntó.
—Si, que hacen aquí chicos —dije riendo.
—Pues vinimos a visitar a tu gruñona tía. —respondió Connor.
—Si, esta muy enferma —dijo— ayer llegó muy tarde y toda empapada de lluvia, mi abuelita dijo que se resfriaria y tenía razón. —a veces desearía que Harry sea menos honesto.
Sólo en algunas ocasiones, por ejemplo en esta.
—¿Que? —preguntó confundido Charlie— si te fuiste de la casa temprano.
—Si...
—Según la abuela llegó más de media noche —continuo Harry— y...
—¡Harry! —lo llamé— ¿no tenías que ir a traer tus colores?
Él me miró y salió del comedor.
—¿Donde estuviste ayer Blake? —preguntó serio.
—¿Y con quien? —agregó Connor.
Suspire.
—Estan delirando, sólo quería estar sola y sin darme cuenta se hizo de noche y la lluvia me alcanzó a medio camino.
—Eso tiene sentido. —le dijo Connor a Charls.
—¿Estas segura? —preguntó.
—Si Charlie. —dije tratando de sonar lo más segura posible.
—Bueno... —cambió su mirada y se sentó.
—Anne esta en camino. —dijo Connor.
—¿También vendrá? —pregunté.
—Si, ya terminaron sus clases. —dijo Charlie.
—Nosotros sólo vinimos un rato, en media hora tenemos otra clase. —Explicó Connor.
—Bueno, suerte.
—Nos vamos ¿si? Pero cualquier cosa avisanos. —dijo.
Asenti.
—Esta bien, vayan con cuidado, los quiero.
Los abrace a los dos a la vez y se fueron.

(...)
—Ya enano, sólo marca el que creas correcto, yo te corregire.
—Esta bien.
Volvió a sonar el timbre.
Me levanté abrir.
Era Anne.
—Hola amiga. —dijo con una sonrisa.
Me dio un abrazo y entró.
—Hola pequeño. —saludó a Harry.
—Hola Annie.
Harry tiene la costumbre de crearnos nombres muy similares al que tenemos.
—Charlie me contó porque faltaste hoy. —dijo.
—Si, estuvieron hace un rato aquí.
—Es por eso... Que compre este jarabe que te hará sentir mucho mejor. —me lo dio.
—Gracias Anne, no debiste molestarte. —le dije recibiendo.
Entre a la cocina por un vaso de agua.
—No es molestia. Eres mi amiga y me preocupo por ti, más bien quería pedirte disculpas si alguna vez te deje de lado por Ismael.
Pase el jarabe con fuerza ya que tenía un sabor horrible.
—No te preocupes.
Salió un estornudo sin querer y Harry me miró.
—Ahora si que te resfriaste. —dijo mi sobrino.
—Ni hables de resfriados enano, esta mañana tuve clases con el chico de intercambio y no dejaba de estornudar, era tanto que interrumpía la clase, el maestro tuvo que mandarlo a la enfermería.
Dios mío.
A él también le choco.
Bajé la mirada para ocultar mi sonrisa.
—El clima esta cambiando mucho. —dije.
Cambiamos de tema mientras intentaba ayudar a Harry con sus tareas.
Su compañía me hizo muy bien.
—Saludas a mi Tía Lou. —dijo Anne.
Le decía tia a mi mamá de cariño ya que su madre era muy amiga de la mía.
—Claro, y gracias te pasaste. —le dije.
Ella me dio un abrazo y se fue.
—Ya tengo hambre. —me dijo Harry.
—Ya va venir mamá, tranquilo.
—¿Puedo ir a jugar al patio? —preguntó.
—Claro, pero sólo un rato. —le dije.
Él salió dejando todas sus cosas desordenadas.
Me puse a recoger todo su desastre y a guardarlo en su habitación.
Todavía estaba la foto cuando yo lo tenía cargado, recién nacido.
Cuando Hannah salió embarazada mis padres estuvieron muy contentos, incluso aceptaron que vivieran con nosotros en la casa incluido Lennin.
A papá no le caía muy bien, pero cuando se conocieron un poco más se formó una gran relación de yerno-suegro.
Después llegó la cereza del pastel, Harry.
—¡BLACK! —escuché su gritó.
Salí corriendo hacia el patio, sin pensarlo dos veces estar en pijama.
—¡Oye! —grité al chico que hablaba con mi sobrino.
—Déjalo en paz! —le dije.
—Hola bonita. —me saludó sonriendo.
—Vámonos Harry.
—Adiós amiguito. —se despidió el Rubio.
¿Como es que se llamaba? ¿Elvis?
Cerré la puerta con seguro y luego las ventanas.
Sentía miedo. Y más Cuando estoy sola.
¿Como es que conoce mi casa?
—¿Tía porque estas tan nerviosa? —preguntó.
—No lo estoy cariño. —le dije.
—No nos pasará nada.
—¿Que te dijo ese tipo? Harry. —le pregunté.
—Me preguntó por mi mami
—¿Y tú que dijiste? —cuestione.
—Que estaba de viaje, luego dijo si te hacía caso.
—Harold, no debes dar información a desconocidos. —dije.
—Pero el parecía amigable.
—¿Entonces porque me llamaste? —me agache a su altura.
—Porque dijo que me llevaría a comer helados —dijo inocente— creí que te gustaría ir con nosotros.
—Harry! —lo abracé— No debes ir con nadie que conozcas ¿si?
Él asintió.
—Si sientes que estas en peligro, sólo grita mi nombre.
—Lo haré tía. —dijo.
—Ahora ve arreglar tus juguetes.
Lo solté y él salió de la sala.
Sonó el timbre de la casa.
Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo.
Me acerqué a la puerta lentamente.
—¿Puedes abrirme? Sé que estas ahi.—su voz me hizo retroceder un poco.
Estaba un poco ronco.
—Vete por favor. —le pedí.
—Por favor Blake, necesito hablar contigo. —dijo seguido tosio.
—Gonzalo por favor! Déjame en paz. —le dije por enésima vez.
—Si quieres estar a salvo tienes que escucharme.
—No quiero escucharte.
Escuché su suspiro.
—Ángela desapareció —dijo— se escapó.
Dios mío Santo.
Di vueltas sobre mi lugar analizando si lo dejaba entrar o no.
—Pasa. —finalmente abrí y lo dejé entrar.
Sus jeans negros, zapatillas negras, polo blanco y su infaltable chaqueta negra.
—Tienes que cerrar todo. —me dijo.
Fue directamente a la ventana que olvide cerrar donde tenía más accesibilidad de entrar a la casa.
Bajo la persiana y puso seguro.
—Por la noche tienes que hacer lo mismo, todas las ventanas, las puertas...
—¿Porque estas tan nervioso? —pregunté.
—Escucha, las cosas han empeorado —dijo— Ángela escapó ayer por la noche, nadie sabe como ni quien la ayudó, pero de lo que están seguros es que fuiste tú la que aviso a alguien y posiblemente él la haya ayudado a escapar, quieren...
Se detuvo y cambio su mirada.
—Gonzalo, dime. —le pedí.
—Quieren hacerte daño, Blake. —me dijo.
Mi miedo empezó a recorrer mi cuerpo nuevamente.
—No puede ser.
—Tranquila —me abrazó— no dejaré que te hagan daño.
—-¿Porque esta pasandome esto a mí?
—¿Tía? —preguntó Harry.
Me aleje de Gonzalo para mirar a mi pequeño sobrino.
—¿Si? ¿que paso? —pregunté.
—¿Quien es él? —preguntó mirándolo.
—Ah... Él...
—Soy Gonzalo. —le dijo él—Y tú debes ser Harry.
El pequeño asintió.
—¿A que hora llegaste? —preguntó.
—Hace un ratito. —respondió.
—¿Te vas a quedar? —preguntó.
—Hmmm —me miró— creo que no.

Soñando DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora