Cap. 20

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Antes de irnos de la casa, salí a su patio a llamar a mamá para que no se preocupara, mientras él lavaba las vajillas.
Para ser hombre es muy atento en la cocina.
—Si mamá, estoy bien, estoy con un amigo... En un momento más estaré en la casa.
—¿Charlie? —preguntó.
—No, él no...
—¿Connor? ¿Is...?
—No! —suspire— es uno que no conoces, hablamos luego Si?
—Esta bien, cuidate mi niña.
—Ok, adiós.
Colgué.
Me puse a mirar los alrededores y es muy amplia, para sólo tener un piso.
Incluso tiene piscina y todo.
Me acerqué a ella para ver su profundidad.
—Blake ya terminaste de... —entró el patio.
—Es muy linda tu casa. —le dije.
Él se acercó hacia donde estaba.
—Si, la piscina es una de mis favoritas. ¿Quieres entrar?
—¿Que? Pero nisiquiera tengo traje de baño.
—Te puedo prestar un short si deseas. —reí.
Si claro.
—Enserio... —dijo, como si hubiera leído mi mente.

Y en menos de lo que canta el gallo ya estábamos en la piscina, disfrutando del poco sol que había pero de la hermosa compañía que tenía.
Gonzalo no dejaba de mirarme, el estaba sentado fuera de la piscina y yo estaba apoyada en la pared de esta.
Su mirada encima me ponía nerviosa y también me intimidaba, pero intentaba sonreír para mostrar seguridad.
No puedo mostrarme débil y menos a un secuestrador.
Reí mentalmente, sé que si lo digo en voz alta él se reirá.
—Que tanto me miras. —le dije.
—Es que eres muy bonita.
Sonreí y sentí arder mis mejillas.
Quise meterme al fondo de la piscina para ocultarme de él.
Escuché su risa y luego sacó su teléfono y me tomó una foto.
Según él yo no me di cuenta, pero claro que lo hice.
—Es mejor que vaya a mi casa. —dije.
Él asintió y me ayudó a salir de la piscina.
Fui al baño a cambiarme para volver a casa.
Gonzalo me llevaría, así que no hay problema.
—Ya deja de observarme, me intimidas. —me queje.
Él sonrió mirando hacia la carretera.
Estaba un poco nublado y ya empezaba a sentir frío.
—¿Te veo mañana en la universidad? —preguntó.
Asenti.
—Claro, si es que no me da un resfriado.
—¿Recuerdas cuando nos enfermamos por quedarnos bajo la lluvia? —preguntó.
Reí.
Como olvidarlo.
—Fue horrible. —rei.
Nos despedimos con un pequeño beso y entre a casa, donde estaba Hannah con papá y mamá.
—Hola. —salude entrando a la sala.
—¿Donde estabas? —preguntó papá un poco molesto.
—Salí un momento. —respondí dejando mi mochila a un lado.
—Hola Hannah. —salude.
—¿Como estas hermana? —preguntó.
—Pues bien... —respondí sirviendome un vaso con agua.
—¿Vas a cenar? —preguntó mamá.
Negué con la cabeza.
—¿Harry no vino? —pregunté.
—Esta en camino, esta noche se quedará aquí...
—Ah perfecto, haremos pijamada. —dije.
—Quiero que lo cuides Blake, me iré de viaje por un par de semanas con Lennin.
—¿Que?
—Por eso estoy aquí, explicándole a papá y mamá.
—¿Ya se lo dijiste? —pregunté.
—Si, se puso muy triste y es probable que este deprimido los primeros días... Por eso quiero que lo distraigas, aún que sea llevalo a la Universidad... Con los chicos, no se.
—Tranquila, estará bien aquí. —le dije.
Papá suspiro.
—Bueno, Me iré a cambiar.
—¿Porque tu cabello esta mojado? —preguntó papá antes que saliera de la sala— ¿esta lloviendo afuera?
A pesar de estar atado él se había dado cuenta.
—No esta mojado, te parece. —mentí.
Odiaba mentir, pero dada las circunstancias tengo que hacerlo.
—¿A ver? Sueltate el cabello. —me dijo.
No habla enserio.
—¿Que?
—Que te sueltes el cabello Blake! —me llamó la atención.
Mi hermana y mamá se miraban confundidas.
Me quite la liga para dejarlo caer por mis hombros.
—Esta húmedo, ¿que estabas haciendo? —preguntó— ¿de donde vienes Blake?
Se puso serio y su mirada estaba fija en mí, tan fría y siniestra conmigo.
Me pone nerviosa, pero sé que no me golpeara en frente de mi madre.
—Ah! —se me ocurrió una idea— hoy me tocaba gimnasia y tuve que bañarme, no iba a venir sudorosa.
Él me miró extraño, como si no se abría tragado el cuento de la gimnasia.
—¿Papá que tanto problema con el cabello mojado? —pregunto Hannah— estas muy paranoico por Dios.
Hannah me salvó.
—Espero que sea eso, por que vienes muy tarde y con apariencia desordenada.
—Ya te dije, me di una ducha en la Universidad.
—Espero que sea eso y no andes de pu...
—¡Harold, por Dios! —interrumpió mamá.
Lo miré por última vez y salí de ahí.
Fui a mi habitación y me encerre.
Cada vez entiendo menos el trato de mi padre, ¿que hice? O ¿que estoy haciendo mal? Porque el me odia tanto y no desaprovecha ninguna oportunidad que tiene para destruirme, mental y emocionamente.
Una lágrima resbaló por mi mejilla, intento ignorar el dolor pero es inevitable.
Es mi familia.
Mi teléfono sono en mi bolsillo.
Una llamada entrante de Gonzalo.
No quiero hablar con nadie ahora.
Lo tiré a mi cama.
Volvió a timbrar, pero esta vez era Charlie.
—Dime —respondí.
—Hola Blake, ¿estas en tu casa? —preguntó.
—Sí, estoy aquí.
—¿Puedo ir? Necesito hablar contigo. —me dijo.
—Charlie, no creo que sea buena idea... Yo...
—Por favor... —pidió.
Suspire.
Es mejor tener compañía de alguien que estar ahogandome sola en un vaso con agua.
—Esta bien, ven.
—Llego en menos de cinco minutos, estoy cerca.
—Bien, te espero.
Colgué y salí de mi habitación.
Bajé a la sala a ver a mi familia.
—Ya, rápido. —decía papá.
Al parecer mamá y Hannah se están alistando.
—¿Van a salir? —pregunté.
—Sí, iremos a cenar.
—De acuerdo.
Entré a la cocina.
—Y espero que no hagas ninguna tontería en mi ausencia. —me dijo acercándose.
Sólo lo miré.
—Cada vez traes más decepción a la familia.
Sentí un nudo en mi garganta.
—Cariño, iremos a recoger a Harry. —me dijo mamá viniendo.
—Y de paso a cenar ¿vamos? —preguntó Hannah.
—No, ella se quedará en casa. —dijo rápidamente papá.
Acaso no sabe que me duele como me trata.
—¿Porque? —preguntó mamá— ¿te sientes mal?
Negué con la cabeza.
—Esta bien, vayan ustedes, de todas maneras Charlie vendrá para conversar.
—Ah bueno, entonces nos tenemos que ir. —dijo mamá.
Ambas se despidieron de mi y salieron de la casa mientras papá fue por su billetera.
Suspire dejando salir todo el aire comprimido.
—Ni quiero enterarme que estas de puta con los chicos. —dijo volviendo a la sala.
Lo miré.
—No lo estas ¿verdad? —preguntó.
¿Eso cree de mí? ¿Que soy una cualquiera?
Se acercó a mi y me tomó de mis brazos forcejeandome a responder.
—Habla Blake!
—No! No lo estoy papá...
—Ojalá!
—Me estas haciendo daño. —le dije con lágrimas en los ojos.
—Te estaré vigilando, por que ese cuento de gimnasia no me lo creo.
Me soltó con fuerza haciéndome caer al piso.
Él se fue dejándome rota otra vez.
Al instante entró Charlie.
—¡Blake! —vino a levantarme— ¿estas bien?
Asenti con la cabeza.
—¿Que paso? —preguntó.
—Nada, sólo resbale.
Intenté mirar a todos lados menos a sus ojos, por que empezará a cuestionarme.
—Vi salir a tu padre... ¿él te hizo algo?
—No! Sólo me resbale. —respondí rápidamente.
—¿Segura? —preguntó.
Volví asentir.
—Mirame a los ojos y dime que no fue.
Rayos.
—Charlie, por Dios...
—Él te golpeaba antes, no me sorprendería si lo hiciera ahora también.
—Pues ya no, hace mucho que no lo hace.
Caminé hacia la cocina evitando a toda costa su mirada.
—Eso espero, de lo contrario tendré que hablar con él o denunciarlo con la Policía.
—Ya. Por favor. —le pedí.
Él suspiró y se sentó en la mesa.
—¿Tomamos café? —le pregunté.
Él aceptó y empezamos a platicar.
Talvez conversando con Charlie me olvide que mi padre me desprecia, almenos por unos momentos.

Soñando DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora