Amanecí muy mal, sentía mucho frío y el clima estaba normal.
Parece que me hubiera bajado la presión.
Ayer dormí con lágrimas en los ojos, amanecí con mi almohada empapada de lágrimas.
Apenas y pude dormir.
—Cariño, hora de ir a clases. —me dijo mamá.
Me levanté con pesadez.
Sentí un pequeño mareo y volví a sentarme a la cama.
—¡Blake! ¡es tarde! —volvió a llamarme.
Volví a levantarme pero al primer paso caí.
Y todo oscurecio.(...)
—No se, lleva dormida más de ocho horas. —escuché la voz de mamá.
—Tranquila tía, estará bien. —identifique la voz de Anne.
—Puede ir a casa y descansar, nosotros nos quedaremos con ella. —dijo la voz de Connor.
—Gracias chicos, pero prefiero quedarme con ella.
La puerta de la habitación se abrió.
¿Esperen estoy en la clínica?
—Señora Williams, ¿puedo hablar con usted un momento? —preguntó una voz desconocida.
—Claro.
Sentí que salieron y mis amigos se quedaron.
Quería abrir los ojos y verlos, pero No podía.
—Me siento tan mal por Blake. —dijo Anne— siento que la tengo abandonada.
—¿Tu crees? —preguntó Connor con su sarcasmo maldito— Si no te despegas de Ismael en todo el día, parecen siameses, Dios. Justamente por eso no quiero una relación.
Escuché el suspiro de Anne.
—Sólo la buscas cuando te peleas con él.
—Pero ella hace rato que me oculta cosas, se porta extraña y siempre anda pérdida en sus pensamientos.
—Ella tiene mil defectos, pero jamás te dejó de lado —dijo Connor— a ninguno de nosotros.
Escuché que se abrió la puerta y enseguida se cerró.
Al parecer Anne se fue.
Escuché el suspiro de Connor.
¿Que esta pasando?
Porque no tengo las fuerzas suficientes para despertar y hablar con él.
El teléfono de Connor sonó.
—¿Hola? —respondió— ah Charlie eres tú —dijo aburrido— pues si, la verdad esperaba la llamada de alguna chica —reí mentalmente— aún no nos dieron el diagnóstico, de echo su mamá fue hablar con la enfermera, supongo que traerá noticias.
Oh no, mi mamá.
—Si, ella esta bien pero Blake aún no despierta, sabía que dormía mucho pero no tanto —siguió hablando— sí, un rato más... Bueno, te espero. Ah... Ella salió, creo que se resintió por unas palabras que le dije.
Abrí mis ojos lentamente, la enorme y brillante luz del techo me hizo cerrarlos nuevamente.
—Espera! Charlie, Blake despertó —dijo— te llamo después.
Suspire y volví abrir mis ojos.
—Blake... —susurró.
—Hola. —trate de sonreír.
Tenía su cabello desordenado y estaba sorprendido al verme.
—Dios mío, que susto nos diste. —dijo.
—Lo siento.
Sonrió y me abrazó.
—Le avisaré al médico.
Salió de la habitación y me di cuenta que había una inyección en mi vena pasando suero a través de ello.
Me hacía sentir incómoda y quería sacarmelo.
—Mamá estoy bien. —respondí cuando entró como una loca a verme.
Tenía lágrimas en sus ojos.
—Dios mío hija me preocupaste mucho. —dijo.
—Lo lamento.
La enfermera entró a darnos diagnóstico.
—Su hija a estado con las defensas muy bajas, su alimentación no es la adecuada y se le bajo la presión precisamente por tener la glucosa muy baja... No es recomendable que este alto ni muy bajo, es regular, aún así es necesario que consuma leche, huevo, proteínas y frutas.
Mi mamá asintió.
—Tendrá que pasar la noche aquí, el suero se encargará de subir sus defensas y regular su glucosa.
—¿Que? —preguntó mamá— entonces yo me quedo con ella.
—Señora Williams, me temo que eso no será posible, las horas de visitas se termina en media hora.
—Tranquila mamá, puedes ir a casa tranquila. —le dije bien fresca, después del susto que le di.
—Aquí las enfermeras la atenderán si ella necesita algo. —le dijo.
Mamá se quedó un poco más tranquila.
—Mañana por la tarde ya podrá irse. —dijo.
Suspire.
—Esta bien.
Ambas salieron de la habitación, para cancelar los gastos.
—Quisiera quedarme contigo Blake. —me dijo Charlie.
Cogió mi mano y se sentó a mi lado.
—No sabes el susto que me diste.
—¿Porque no viniste antes? —pregunté.
—Estaba ensayando con los chicos, ya me inscribí al equipo.
Abrí bien mis ojos.
—Sorpresaaa —dijo riendo.
—¿Enserio? Que buena noticia —le dije— me alegro por ti.
—Si... Estaba pensando en que puedes ir a verme y estar de porrista. —dijo.
—¿Con faldas y pompones? —pregunté irónica.
—Si, te verías sexy. —reí.
—Charlie, lleva a mi mamá a casa por favor. —le pedí.
—Claro que sí.
Se levantó de la silla para traer su mochila.
—Me robe unos libros de la biblioteca para leer en casa —los sacó— te los dejo para que los leas hasta que te duermas.
—Gracias!
—Y también un par de chocolates.
Lo puso en la pequeña mesa.
—Noo sabes cuanto te quiero.
—Lo se, soy el mejor.
Reí.
Mamá entró a la habitación para despedirse.
—Mamá, no se lo digas a Hannah ni a Harry por favor —le pedí— ni mucho menos a papá.
—¿Y que le voy a decir? No les voy a mentir Blake.
—Sólo inventa algo.
Es la primera noche que no duermo en la casa.
Es la primera noche alejada de mamá.
Soy muy pegada a ella y es difícil alejarme.
—Blake! ¿y estos chocolates? —preguntó la enfermera.
—Me los trajo Charlie. —le dije.
—No puedes comerlos, los guardaré para mañana.
—Noooooo
—Que descanses.
Suspire.
—También tú.
—Me llamas cualquier cosa y no te muevas mucho por favor. —me dijo.
Asenti y ella se fue.
Suspire.
Ahora que voy hacer.
Apenas son las nueve de la noche, no dormiré ahora, dormí todo el día.
No estoy cansada ni mucho menos tengo sueño.
—Ahora... ¿que hago? —me pregunté a mi misma.
Nisiquiera tengo música.
Desde muy chica mamá me ponía canciones de The Beatles, era su banda favorita y ahora también es la mía.
Mamá me inculcó sus gustos musicales, el piano es algo de otro mundo, cuando la toco o la escucho se me pone la piel de gallina.
Cuando era niña papá me compró un pequeño piano, pero al pasar el tiempo lo vendió por falta de dinero.
Escuché un ruido afuera de la habitación.
Seguro es la enfermera.
Por suerte tengo la habitación sólo para mi, me partiría el alma tenerla que compartir con alguien que este peor que yo.
La puerta de la habitación se abrió y entró un chico.
Con una casaca negra y su capucha puesta.
Por un momento me asusté.
—Blake! —giró a verme.
Es él.
—Gonzalo... —susurre.
Intenté sentarme pero sentí que la aguja se movió dentro de mi brazo.
Me queje de dolor.
—No te muevas. —me dijo y se acercó a mí.
Cogió mis mejillas y me miro a los ojos.
Dio un suspiró.
—No sabes cuanto me asuste cuando me enteré. —dijo.
—¿Como te enteraste? —pregunté.
—Hoy fui a la Universidad, quería verte... Pero escuché hablar por teléfono a Charlie.
—Estoy bien, no te preocupes. —le dije.
—Oye... Lamento no haber ido, lamento todo lo que paso.
—Estaba muy preocupada por ti.
—Yo estoy bien, sólo...
Se detuvo.
Cambie mi mirada, tan típico de él, tiende a ocultarme las cosas.
—Tienes que irte, las horas de visitas se terminaron. —dije indiferente.
—Me quedaré contigo. —dijo.
—En cualquier momento entrará la enfermera y...
—No me importa.
—Gonzalo...
—Sé que estas molesta por haberte ignorado estos días, pero quiero que me entiendas.
—¿Que voy a entender? ¿que me ilusionas y luego te vas?
—Si te oculto cosas es para protegerte... Te juro que me muero por contarte todo, pero no puedo.
—Ya escuché esas palabras antes.
—Blake, yo... Siento algo por ti.
Lo miré.
—Y no quiero arruinarlo.
—Gonzalo... No te pido que me cuentes todo lo que haces, pero al menos confía en mi.
—Lo hago Blake, créeme que confío en ti más que en mí mismo.
Cogió mi mano.
—No te quiero perder... Pero tampoco quiero que te hagan daño por mi culpa.
Sonreí de lado.
Se acercó a mi rápidamente y me dio un beso.
—Te extrañe. —susurró sobre mis labios.
—También yo.
Me siento feliz pero a la vez una tonta.
Por confiar en él porque sé que después se irá.
Se levantó de la silla y cerró la persiana de la ventana, junto las cortinas para asegurarse que nadie nos vea.
Esto es tan peligroso.
—¿Como te fue en la Universidad? —preguntó volviendo a su lugar.
—Bien... Se acerca la batalla de las bandas.
—¿Y vas a concursar?
—Pues si, los chicos y yo estamos ensayando mucho.
—Cuando escuché la noticia yo también quería hacerlo, Pero... No creo
—¿Porque? Cualquiera puede participar.
—Me da un poco de pánico escénico.
Reí.
—¿Enserio? ¿Al rudo? —me burle.
—Si... Aún que no lo creas soy tímido.
Volví a reír.
—Demuestras todo lo contrario.
—Lo se —besó mi mano— ¿hasta cuando estarás aquí?
—Mañana en la tarde me iré.
—Bueno... Entonces tenemos mucho tiempo para hablar.
—Gonzalo... ¿donde estuviste? ¿porque no venías a la Universidad?
No podía quedarme con esas preguntas, necesitaba saber.
Cambió su mirada.
—Sólo quiero saber.
Suspiró.
—Esta bien, te lo contaré.
Asenti.
—Me quedé en la casa, tratando de recuperar la confianza del jefe.
—¿Porque la perdiste?
—Escucha, él sabe que hay una chica quien arruina todo el plan y quiere saber quien es, lo estoy evitando a toda costa, lo menos que quiero es que sepa de ti. ¿Sabes lo que podría hacerte?
Me entró un miedo profundo.
—No lo hago aproposito, las veces que los vi fue accidental.
—Lo se! Pero él no va creer eso.
—Dios mío.
—Siento que cada vez más te pongo en peligro.
—No me pongas nerviosa, yo estaré bien.
—Estoy harto de poner a todos en peligro por ese maldito trabajo.
—¿Porque simplemente no lo dejas?
—No puedo...
—¿Porque no?
—¡Porque tengo que terminar de pag...!
La puerta de la habitación se abrió.
Dios mío, la enfermera.
Gonzalo la miro.
—Gonzalo! —le llamó.
¿Se conocen?
—Puedes hablar más bajo, los pacientes se van a quejar. —le dijo.
—Lo siento Erika, no volverá a pasar.
Asintió y luego me miró.
Yo aún seguía sorprendida.
—¿Que fue eso?
—Erika es una amiga, me ayudó a entrar con la condición de irme temprano para que nadie me vea y no la despidan.
Suspire.
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Soñando Despierta
Science FictionJamás imagine encontrar a alguien totalmente opuesto a mí, literal. Somos muy diferentes, como el agua y el aceite que nunca pueden combinarse, y si lo hiciera no podrían adherirse. Él llegó así nada más, a alterar mis emociones, a desestabilizar mi...