Cap. 30

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Durante la semana no dejaron de pasar cosas extrañas.
Sobre todo con papá.
Últimamente lo veía discutir mucho con mamá y hasta algunas veces se ausentaba todo el día de la casa.
Gonzalo a estado frecuentando mucho la casa y tengo miedo que papá lo vea y quiera hacerle algo.
No soportaría que le hicieran daño.
—Blake, necesito hablar contigo. —me dijo mamá.
Baje rápidamente las escaleras con mi abrigo y mi morral sobre mi hombro.
—Ahora estoy tarde mamá, ¿puede ser después? —pregunté.
—Es importante...
Suspire.
Dejé a un lado mis cosas y me senté en el sillón.
—¿Que pasa? —pregunté.
—Cariño... Lo que te voy a decir... —suspiro— no se como hacerlo...
—Tranquila mamá, respira, ordena tus ideas y dímelo.
—Blake yo...
Una bocina sonó afuera.
Gonzalo, que oportuno eres.
Suspire.
—Escucha... Iré arreglar unos asuntos, pero vuelvo por la noche y hablaremos ¿si?
Ella me miró.
Cogi mis cosas y salí.
—Amor de mi vida. —dijo sonriendo.
Entré al auto pesadamente y me puse el cinturón.
—¿Estas bien? —pregunto.
—Si, si... Solo... —lo miré, su rostro tan relajado me transmitía su tranquilidad— estoy bien, andando.
Él condujo hacia el café que siempre íbamos.
Estamos buscando la forma en como puede salir de ese trabajo.
Y es que he insistido mucho con que me lleve al lugar donde esconden a las chicas.
Pero el se niega hacerlo, solo es cuestión de tiempo.
Eso creo.
—Gonzalo...
—¿Si? —preguntó comiendo.
—Quiero averiguar a quién le pertenece esa carta. —dije.
Él limpio sus labios con una servilleta y suspiró.
—¿Sigues pensando en eso?
—Es que... Nose... Siento que es necesario. —dije frustrada.
Él sonrió de lado.
—Está bien, te ayudaré...
Sonreí.
—Estuve revisando y releyendo una y otra vez, dentro del sobre hay una dirección... quiero ir allá.
—¿Donde queda?
—Esta a seis horas de la ciudad con autobús.
—¿Que?
—Me iré esta noche...
—¡Que!
Lo miré confundida.
—No puedes hacer eso... Es arriesgado salir de la ciudad y más aún si vas sola. ¿Que le dirás a tu madre?
—Que haré pijamada con Anne y mañana iré de frente a la universidad, no se dará cuenta. Lo tengo controlado.
—¿Lo tienes todo planeado? ¿Almenos pensabas decírmelo?
—Si, te lo estoy diciendo ahora.
—Blake... Es solo una carta... No se por que le prestas tanta atención.
—Gonzalo, sentí algo cuando lo leí y no estaré tranquila hasta saber a quien esta dirigido.
Él suspiró.
—Está bien, bien, tu ganas... Iré contigo. —me dijo.
Tome sus manos sobre la mesa.
—Gracias, es lo que más necesito ahora.
—Tan solo déjame arreglar algunos asuntos con el jefe y te recojo en la noche para ir al terminal.
Asentí.
Todo saldrá bien, estoy segura.
Seguimos comiendo y hablando un poco de eso, hasta que llego la noche.
Y llegó el momento.
—Mamá, creo que ¿querías hablar conmigo...?  —pregunté bajando con mis cosas.
—Está noche te quedas a dormir en la casa de Anne ¿no? —preguntó.
Asentí.
Obviamente tuve que avisarle a Anne, después le explicaría que esta pasando.
—Entonces mañana hablamos, no quiero arruinar tu pijamada cariño.
—Mamá, pero si es importante... Dímelo.
—Tranquila, esta bien...
—¿Mamá... Hay algo que tengo que saber? —pregunté.
Ella bajó la mirada.
Una bocina sonó afuera, debe ser Gonzalo.
Dejé mis cosas a un lado para mirarla más de cerca.
—Mamá... ¿Que esta pasando?
Una lagrima cayó por su mejilla.
La puerta de la casa se abrió y mostró a un padre muy enojado.
—James... —mamá lo miró.
—¿Vas a salir? —preguntó mirando mis cosas a un lado.
—Iré a la casa de Anne.
—Tú no sales de esta casa. —ordenó.
—No me puedes hacer eso, ya quede con ella.
—Pues lo siento, pero tú no irás a ningún lado.
—No me dejas otra opción de escapar. —dije desafiante.
Estoy cansada de tener miedo.
—Tú no harías eso.
—Ponme a prueba.
Camino rápido y en menos de dos segundos sentí su bofetada que me hizo girar mi rostro.
—¡JAMES! —le gritó mamá.
—¿Porque me odias tanto? —pregunté mirándolo— ¿Que hice para que me desprecies? ¿Ser tu hija? ¿nacer? ¡DIME!
—Exacto, naciste! Eso pasó.
—Pudiste haberle pedido a mamá que aborte. —dije muy dolida y con lágrimas en los ojos.
—Basta Blake! —me pidió mamá.
—Créeme que ganas no me faltaron... Solo viniste al mundo para causar más problemas, para hacerme un esclavo del trabajo.
—Si hubiera sabido que me tratarías así todos los días de mi vida, mejor me hubieras abandonado, mamá puede salir adelante sola!
Él soltó una carcajada.
—No tienes idea...
—¿No? Entonces empieza hablar, has callado más de dieciocho años, es hora de hablar.
—Tu madre murió cuando naciste. —dijo.
Miré a mamá, ella sólo lloraba.
—Que mierda estas diciendo.
—Como lo oyes, tu mataste a tu madre.
—Ella es mi madre. —dije mirando a mi mamá.
—Ella es la madre de Hannah, mi hija, ella solo sintió lástima por ti y decidió adoptarte.
—No, eso no fue así Blake yo... —habló mamá— me enamore de ti y no quise abandonarte.
—Pero lamento decirte hija que yo si soy tu padre. Y gracias a ti, el amor de mi vida murió.
Lo miré y fui a golpearlo.
—Eres un desgraciado.
—Ya cálmate. —me volvió a pegar y esta vez me logro botar al piso.
—¡Todo marchaba bien hasta que ella quedó embarazada de ti!
Lo mire desde el piso.
—Desde ahí, todo fue un infierno... Pero ¿sabes que? Eres casi igual a mi y eso no me enorgullece mucho que digamos.
—A diferencia de ti, mi vida no es tan miserable como la tuya.
—Claro que si, yo me encargue de que así sea.
—Basta James por dios! —le pidió mamá.
Enseguida entró Gonzalo por la puerta y al verme en el piso me ayudó a levantarme.
—¿Que paso? Estoy afuera hace un largo rato.
—Vamos.
Me levanté del todo.
—¿Gonzalo? —preguntó papá.
Él giró a verlo.
—¿Jefe?
¿QUE?
—¿Que haces aquí? —le preguntó papá.
Él no respondió.
—Elvis me lo advirtió, me dijo que andabas con una chica muy metida en nuestras cosas... Pero jamás pensé que sería mi hija.
—De tu hija es quien tan mal hablabas...
—Es mejor que te largues de aquí y nunca más la vuelvas a buscar porque te juro que...
—¡Que! ¿Lo vas a matar? —pregunté.
—Aquí la única asesina eres tú, Blake.
Eso me llegó hasta lo más profundo de mi corazón.
—Ven. —Gonzalo cogió mi mano e intentamos salir de la casa.
Papá me agarró del brazo muy fuerte para impedir que salga.
—Me estas lastimando. —le dije.
—Tú no sales de esta casa. —me dijo.
—Tócala una vez más y veras... —le advirtió Gonzalo.
Él sonrió y me soltó.
Subimos a su auto.
Me eche a llorar por un rato antes de irnos.
Toda mi vida he sido engañada, realmente todo lo que tengo no es mío, ni mi madre.
—Blake... —me llamo Gonzalo.
Mamá estaba afuera del auto con mis cosas.
Bajé la ventana para recibirla.
—Lo siento mucho Blake.
—De eso querías hablar conmigo ¿verdad?
Ella asintió con lágrimas en sus ojos.
Busque dentro de mi mochila la carta que encontré en sus cajones.
—Esto... ¿Era para mi? —pregunté.
Ella lo recibió y asintió lentamente.
—Gracias por todo mamá.
—Te quiero mucho Blake.
Asentí.
Gonzalo encendió el auto.
—También yo. Adiós.
Nos fuimos con dirección al terminal, más destruida que nunca.

Soñando DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora