Cap. 14

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Mi último día de suspensión la pasaré con Harry y seguro que con Gonzalo, porque él siempre aparece para terminar mi día.
Es como la cereza del pastel.
—Bien. ¿Que quieres hacer ahora? —le pregunté.
—Quiero salir a pasear en bici. —dijo.
—Pero tu bici esta en tu casa.
—Podemos ir a traerla. —dijo.
Lo miré mal.
—Vamos tía! —me ánimo.
—¡Queeee flooojeraaa! —me queje.
—Vamos pues, quiero montar bici.
Suspire.
—Esta bien! —me levanté y tomé las llaves.
Mamá se fue al mercado y Hannah a una reunión de la escuela de Harry.
—¿Crees que la pasemos bien? —preguntó.
—Obviamente! ¿porque?
—Es que últimamente andas pensativa y aburrida.
Reí.
—Oye enano como te atreves.
Le hice cosquillas.
Y al llegar a la puerta esta se abrió sola dejando ver a papá.
Tenía unas enormes ojeras.
—Abuelo! —lo saludó Harry.
—Hola Harry.
Lo abrazó.
Bajé la mirada.
—¿A donde van? —preguntó.
—A la casa, saldremos a pasear en bici. —le contó Harry.
—Que bueno —dijo— ¿y tu mamá? —preguntó mirándome.
—Fue al mercado. —respondí.
—¿Y tú porque no estas en la Universidad? —preguntó dejando a un lado a Harry.
—Vine temprano. —dije.
Me miró extraño.
—No me estarás mintiendo Blake.
—No papá.
Se acercó a mí.
—Por favor, Harry esta aquí... —le pedí.
Sabía que volvería a golpearme, pero no quería que Harry lo vea.
—Iré a dormir un rato, no hagan ruido.
Asenti.
—Adiós abuelo.
Él se fue y nosotros salimos.
No pude evitar quitarme esa mirada fría y manipuladora durante todo el camino.
En definitiva, arruinó mi día.
—Black, no me estas prestando atención. —se quejó.
—Es que... Estaba pensando la ruta en la que iremos. —mentí.
—¿Y por donde iremos?
—No lose, tiene que ser cerca y despejado.
—Pero aquí es difícil encontrar una carretera vacía.
—Lo se...
Entramos a su casa cuando llegamos.
Nos quedamos buscando su bicicleta por un momento.
Hasta que vi la nota de Hannah en la mesa.
"Amor llegaré tarde esta noche, después de la reunión de Harry tengo una Junta, cuida al bebé, te amo."

Oh no, no vendrá a verlo.
Harry se deprimira.
Sonó el teléfono de la casa.
Que raro, usualmente no suelen llamar.
—¿Hola?
—¿Blake? —preguntó.
—¿Lennin? —pregunté.
Río.
—Si, ¿estas en casa? —preguntó.
—Si, vinimos un momento para sacar la bici de Harry.
—Ah... Bueno, dile a Hannah que esta noche tengo una cena con los socios de la empresa y llegaré tarde...
—¿También tú?
—No me digas que ella...
—Si, te dejó una nota.
Suspiró.
—Oye Blake tu crees que...
—Si, esta bien, esta noche haré pijamada con Harry y mamá. —solucione su problema.
—Gracias!
—Ok, no te preocupes, nos vemos.
—Adiós y gracias.
Colgué.
Me senté un rato en el sillón.
Toda la mañana no tuve noticias de Gonzalo y me parece muy raro.
Saqué mi teléfono para verificar si tenía algún mensaje de él.
Nada!
"-Estas muy apagado hoy, ¿te sucede algo?"
Enviar.
Suspire.
Él siempre aparece en los momentos que más lo necesito y ahora no esta.
Y jamás pensé decir esto pero, lo extraño.
Extraño todo de él.
Sonó mi teléfono en mis manos.
Con una esperanza que fuera él. Pero no.
—Hola mamá.
—Cariño ¿donde estas? —preguntó.
—En casa de Hannah con Harry.
—Ah... Bueno, ¿tardarás?
—No creo, en un rato voy.
—Esta bien, esta noche nos quedaremos con él —me dijo— Hannah me llamó hace un rato.
—Si, ya me lo dijo también. —dije.
—Bueno, te espero entonces.
—Esta bien, Adiós.
Colgué.
—Tía, ¿quien llamó? —preguntó Harry apareciendo.
—¿Ahora o denantes? —pregunté.
—Ambos.
—Bueno ahora tu abuela y denantes tu papá.
—¿Para que?
—Para avisar que hoy llegarán tarde, así que haremos pijamada en casa. —
le dije con mucha emoción para que no se sintiera mal.
Él se alegró y fue a empacar sus cosas.
No quiero ir a casa, no hasta que papá se vaya.
Tengo miedo y no quiero que él lo note.
—Que te parece si nos quedamos aquí a ordenar tu habitación. —le dije sonriendo.
Él fruncio el seño.
—No me parece.
—Ay Harry, ya pues... —me queje.
—Mejor veamos películas.
Reí.
Este niño se esta dejando influenciar por mi, esta muy flojo.
—Ya se! Mejor primero limpiamos tu habitación escuchando esa música que escucho y que te gusta tanto. —le dije.
Empezaba a formarse una sonrisa en sus labios.
—Y después vemos una nueva película que acabo de descargar comiendo palomitas y vi que tu papá compró bebidas y sobre todo cervezas.
—El zumo de pera me gusta mucho. —admitió.
—A mi la cerveza. —dije.
Él rio y terminó aceptando mi idea.
Haremos deberes y nos divertirnos, estoy siendo buena tía ¿verdad?

(...)
—¿Tenemos que ir a casa? —preguntó Harry cogiendo mi mano.
Nos dirigimos a mi casa para descansar.
Era un poco tarde y supuse que papá ya se había ido.
Pues su trabajo es de noche y a veces en las mañanas, según él es rotativo.
—Se me antojo pizza. —me dijo.
—¿Enserio? Comimos mucho viendo películas. ¿Aún tienes hambre?
—Pues sí, un poco.
—Oye enano has dieta ¿si? —lo molesté.
Por suerte él tiene su autoestima muy alta y no es acomplejado.
—Déjame en paz, tú eres la que debería hacer dieta... Sino como le vas a gustar a Gonzalo. —dijo.
Mi corazón se detuvo por unos segundos.
—¿Gonzalo?
—Sí, el chico malo que me cae bien. —dijo.
—No, allá. —lo señalé.
Estaba sentado en medio de la nada con su cabeza agachada.
Parecía muy perdido y fuera de sí.
Caminamos rápido hacia él.
—¿Gonzalo? —preguntó Harry.
Él alzó la cabeza.
—Dios mío que te paso. —me agache para mirarlo a los ojos.
—Estoy bien.
Harry sólo miraba.
Tenía toda la cara llena de sangre, labio partido, ojos hinchados.
—Ven. —lo ayudé a levantarse.
Una vez parado puse su brazo sobre mi hombro.
Intento dar un paso pero inmediatamente cayó.
—Dios mio, Gonzalo.
Volvimos ayudarlo y esta vez daba pequeños pasos.
Estuvimos así hasta volver a casa de Hannah y poder curarlo ahí.
—Harry abre la puerta por favor.
Él obedeció y entramos.
—¿Me traes el botiquín? —pregunté una vez sentados en el sillón.
Él fue corriendo.
Miré a Gonzalo, tenía la cabeza agachada.
Otra vez.
Cogí sus mejillas para ver sus moretones.
—Gonzalo. —suspire.
—No me pidas explicaciones ahora, por favor.
Cogí su mano que reposaba en su pierna.
—No debiste dejar que te hicieran daño. —dije.
—Me voy a vengar, ya verás.
—Esa no es la forma.
—Aquí esta tía —me la dio— ¿Algo más?
—Eso esto cariñito.
—Bueno, estaré en mi habitación. —dijo.
Asenti.
—Oye campeón —lo miró— gracias.
Sonrió y vino abrazarlo.
—En un rato vamos contigo. —le dije.
Él asintió y salió de la sala.
—Tenemos que explicarle. —dijo.
—Es sólo un niño.
—Muy despierto que empieza a entender las cosas.
Suspire.
—Lo harás tú, porque yo no puedo mentir. —dije sacando el algodón.
—No le mentiremos, sólo lograremos que entienda algo que es normal.
—¿Que te golpeen de tal magnitud es normal? —pregunté.
Él no respondió.
—Y de las magnitudes que a ti te hacen ¿si es normal? —preguntó.
Lo miré a los ojos.
—¿Crees que no me he dado cuenta de las marcas en tus brazos? ¿De tu mejilla?
Bajé la mirada.
—Es... Eso fue un golpe que me hice.
Suspiró.
—Sólo apurate que tengo que irme. —me dijo.

Soñando DespiertaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora