Son muchas cosas que procesar y no puedo con toda esta carga emocional.
Que mi madre no es mi madre realmente y la verdadera murió.
Que Gonzalo conoce a mi padre y resulta ser el famoso jefe que tanto quería conocer.
Que mi padre me culpa de la muerte de mi madre y además de eso es un criminal, secuestrador de personas.
Que Hannah no es mi hermana y Harry mucho menos es mi sobrino.
Estoy sola, mi padre me desprecia.
Y la familia que tenía, resultó no ser mi familia.
Que voy hacer con mi vida.
—Oye... Ya llegamos. —me dijo Gonzalo.
Salí de mis pensamientos y bajamos del bus.
En toda la noche no pegue un ojo, tenía tanto que pensar.
—Rente un auto para ir a buscar esa dirección.
Asentí.
Subimos al auto pequeño y todo el camino fue en silencio.
Sé que Gonzalo respeta la decisión que estoy tomando al respecto de hablar de lo sucedido y lo agradezco tanto.
Creo que finalmente solo lo tengo a él.
—Preguntaré a esa señora, tal vez conoce porque no lo encuentro.
—Voy contigo. —dije.
Él me miró, acomodó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y bajamos.
Pero es inútil, nadie conoce esa casa, es un pueblo abandonado se podría decir.
Estos últimos años el gobierno sólo se encargo de llenar sus bolsillos con nuestro dinero y no velar por la seguridad de los pobladores.
—Es mejor volver mañana, estoy cansada. —dije.
—Espera, un ultimo intento con esta señora. —salió del auto para ir a preguntar.
Ella ponía una cara extraña, pero parecía saber de lo que Gonzalo le hablaba.
Bajé del auto y me recosté en la puerta.
Gonzalo giró señalándome, aquella señora se quedo muy sorprendida y lentamente se venía acercando a mí.
Era muy extraña.
—¿Tu eres Blake? —preguntó.
Asentí.
—Dios mio, no puede ser... —tapo su boca con ambas manos.
Esto ya empezaba asustarme.
—Entonces si conoce la calle. —dijo Gonzalo.
—Si, si, claro que si.
Subimos al auto para que ella pueda contarme un poco más.
—Tu familia vivía aquí hace muchos años, pero después todo fue cambiando... un día de la nada tu padre se fue, vendió la casa y nunca más los volvimos a ver.
—¿Usted conoció a mi madre? —pregunté
—Por supuesto, era una persona maravillosa, se llevaba muy bien con todos.
—Verá, ella me dejó una carta —la busqué y se la di— ahí habla de un señor llamado Henry.
Ella leía la carta y se sorprendía cada vez más.
—No sabía que había muerto niña, lo siento.
—No se preocupe, pero dígame... ¿conoce a Henry?
Ella asintió.
—¿Puede llevarnos con él? —pregunté.
—No creo que sea buena idea... él... desde que se fueron no la ha pasado muy bien.
—Por favor. —pedí
—Se lo compensaremos. —le dijo Gonzalo.
—No se trata de eso muchacho, es por el bien de la salud emocional de tu novia.
—Mire señora, hemos venido desde la ciudad escapando de muchos problemas con el único propósito de ver a Henry y si usted no nos lleva con él, me temo que usted tampoco volverá a casa. —la amenazó.
Ella nos miró asustada.
Es obvio que Gonzalo no tenía intensiones de hacerle daño, solo fue una forma para que cooperara.
—Por favor señora, por lo que más quiera.
Ella suspiró.
—Esta bien.
Nos indicó donde es la casa del señor que mi madre tanto hablaba.
Es raro que ella se haya sorprendido al verme, nunca me conoció. ¿O si?
—Aquí es. —dijo justo enfrente de una casa abandonada.
—Parece que ahí no viviera nadie. —dijo Gonzalo.
—Yo los puedo acompañar hasta aquí, suerte. —dijo bajando del auto.
—Gracias por ayudarnos. —le dije
—Me alegra haberte conocido, Blake.
Sonreí.
Ella se fue.
—¿Lista? —preguntó Gonzalo cogiendo mi mano.
Asentí.
Bajamos del auto y tocamos la puerta.
Nadie nos abría, intentamos buscar alguna ventana para poder entrar, pero todo estaba cerrado y tapado.
—Creo que la señora nos vio la cara de idi...
—Váyanse, no tienen nada que hacer aquí. —Habló alguien desde adentro.
Gonzalo rodeo la casa para poder entrar.
—¿Señor Henry?—pregunté— por favor, ¿puede abrirnos?
No hubo respuesta.
—¿Hola?
—Blake! —me llamó Gonzalo— Aquí hay una entrada, ven.
—Señor Henry, entraremos por usted ¿ok? aguarde.
Entré por la ventana de la cocina y después Gonzalo, detrás de mi.
—¿Donde puede estar? —pregunté
—No lose, no te separes de mí. —me dijo caminando delante de mí.
La casa estaba oscura, pero nos ayudaba la luz de afuera.
—Gonzalo... —tomé su mano para que mirará lo que yo.
Él estaba echado en una esquina del piso.
Me acerqué a él.
—¿Señor Henry? —pregunté.
Él me miró.
Había un pequeño agujero en el techo que dejaba entrar los rayos del sol, y él podía verme con claridad.
—Dios mio, ¿Becca?... volviste. —Dijo.
Se levantó un poco más y toco mi mejilla.
—No... Soy Blake. —dije.
Él lloro y luego me abrazó.
Miré a Gonzalo sobre mi hombro.
Él estaba tan confundido como yo.(...)
—Hace un tiempo que Rebecca me dejó, se fue así nada más... sin despedirse y no sabes cuanto me dolió que se fuera.
—Debió ser muy duro para usted.
—Si... pero ¿sabes? eres idéntica a ella, por un momento creí que ella volvió por este viejo.
—Al parecer yo soy su hija.
—Blake... —susurró, como si estaría recordando algo— Ese nombre le gustaba mucho a tu madre.
—¿Ella me lo puso? —pregunté.
—Claro, desde que estabas en su vientre ella te llamaba así, estaba muy emocionada con tu llegada.
Una lagrima cayó por mi mejilla.
—Ella me escribió esta carta. —se la di.
Él empezó a leerla.
—Es su letra... —dijo.
—Entonces es cierto, ella es mi madre. —dije.
Gonzalo cogió mi mano, apretándola.
—¿No lo sabías? —preguntó.
—Mi padre me hizo pensar que su pareja era mi madre, ella me crío desde que tengo memoria.
—¿Donde esta Rebecca? —preguntó.
—Ella murió cuando Blake nació. —le dijo Gonzalo.
En mi garganta se formó un nudo que no me permitía hablar.
—Ese hombre siempre fue una mala compañía para ella, a veces era agresivo con Max.
—Espere... en la carta dice que su hermano y su padre la cuidaran, ¿donde esta su hermano? —preguntó Gonzalo.
—Se fue de la ciudad, no se nada de él.
Todo esto es terrible, no se como seguir.
Mi padre arruino mi vida por completo y no se como puedo construir mi camino nuevamente, es muy difícil volver a levantarse.
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Soñando Despierta
Ciencia FicciónJamás imagine encontrar a alguien totalmente opuesto a mí, literal. Somos muy diferentes, como el agua y el aceite que nunca pueden combinarse, y si lo hiciera no podrían adherirse. Él llegó así nada más, a alterar mis emociones, a desestabilizar mi...