quince

8.7K 1.1K 504
                                        

Hyeji se sobresaltó cuando el teléfono comenzó a sonar a su costado. El ringtone era estridente, una canción alegre de un girlgroup que llevaba sin escuchar detenidamente desde su adolescencia. Había avanzado bastante durante la tarde, y ya casi acababa con el cuarto de sus dibujos. Todo estaba quedando diagramado de manera tan armoniosa que no podía evitar sentir el orgullo creciendo en su pecho como una pequeña llama.

Por un momento temió que se tratase de su madre, llamando para confirmar su ida a Busan en las vacaciones, pero soltó un suspiro de alivio cuando al mirar la pantalla se dio cuenta de que no estaba en lo correcto. Aún con la mano sobre el corazón a causa del sobresalto, deslizó el ícono verde, aceptando la llamada. Se acercó el auricular a la oreja mientras se mordisqueaba nerviosamente el pulgar. Observó la hora en su portátil. Eran cerca de la once y media de la noche. ¿Qué hacía llamándola tan tarde?

—¿Namjoon? —habló con algo de duda una vez se hubo conectado la línea. Apretó la mano contra su regazo cuando le escuchó soltar una risilla extraña, como si quisiese esconder una travesura. Casi que podía verlo.

Hye —canturreó él, haciéndola estremecer levemente—. Necesito que vengas.

—Creo que vas a tener que ser un poco más específico —Hyeji acomodó el teléfono sobre su oreja y mordisqueó su pulgar, aguardando una respuesta. Namjoon rio de forma cantarina como si algo le hiciese mucha gracia.

Mira, es que es una historia muy chistosa —el chico volvió a reír, y entonces la idea golpeó a Hyeji como un meteorito.

—Kim Namjoon, ¿estás borracho? —inquirió con un tono que sonaba levemente a reproche.

Al otro lado de la línea se hizo un silencio que logró ponerla incómoda. Aguzó el oído, intentando captar algún atisbo de sonido, y creyó ser capaz de percibir un poco de música junto a la apenas audible respiración de Namjoon. Pero se escuchaba tan distante que no podía estar del todo segura.

No —canturreó él, alargando las "o" al final. Un segundo más tarde soltó un carraspeo, arrepentido—. Un poquito.

Hyeji volvió a mirar el reloj. Doce menos veinte de la noche. Y al otro día tenían clases. ¿En qué estaba pensando Namjoon, bebiendo a aquellas horas? Iba a estar hecho un muerto viviente en la mañana, de eso no había duda.

—¿Por qué no vas a casa a dormir? —le propuso, intentando sonar convincente—. Vas a estar mucho mejor allí.

Namjoon emitió algo parecido a un bufido y Hyeji lo oyó removerse en su lugar. Intentó imaginarse dónde estaría, pero ninguna idea se le vino a la cabeza. ¿Sería un club? La música no se oía demasiado fuerte, así que le pareció que se trataría de otro sitio. Hasta donde sabía, podía estar equivocada y tal vez Namjoon se encontraba bebiendo tranquilamente en su apartamento. A lo mejor se estaba preocupando por nada.

Es que... —ahora Namjoon sonaba avergonzado, e hizo a Hyeji fruncir el ceño ante el tono de su voz—. Perdóname, Hyeji, es que no sé ni dónde está la salida. Ven por mí. Por favor.

Hyeji parpadeó, su mente quedando en blanco por unos cuantos segundos. Volvió a ojear el reloj y se mordió el labio inferior. De repente se sentía muy nerviosa. ¿Namjoon le estaba pidiendo a ella que fuese a buscarlo? ¿De entre todas las personas? No podía evitar que aquello le pareciese extraño. Era verdad que se habían vuelto más cercanos las últimas semanas, tanto que incluso sus bromas coquetas habían comenzado a hacerle verdadera gracia a Namjoon en vez de provocar sus sonrojos, pero estaba más que segura de que jamás sería su primera opción en la lista de contactos a los que recurrir en aquel tipo de circunstancia. ¿Por qué no le marcaba a Hoseok, por ejemplo?

Grafito y tinta » Namjoon;BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora