Para cuando alcanzaron el hall del pequeño edificio en el que vivía Namjoon, ambos se encontraban empapados de pies a cabeza. Hyeji había estado tirando de su brazo para hacerlo andar más rápido todo el tramo que los separaba de la casa, intentando que no se mojasen demasiado, pero había sido en vano. Observó con una risa cómo el muchacho intentaba despegarse los mechones mojados de la frente y pensó que ahora debía de estar más despejado gracias a la ducha sorpresa que había tomado. Cuando notó que no lograba quitarse uno que se encontraba incómodamente sobre su ojo, alzó la mano para moverlo de ahí ella misma. Sus dedos acariciaron levemente la frente de Namjoon y él parpadeó, sorprendido.
Hyeji alejó su brazo con rapidez, pensando que se había pasado un poco con el gesto, pero a Namjoon no pareció importarle. Contrariamente a lo que esperaba, le sonrió ampliamente, de aquella manera que provocaba que sus hoyuelos asomasen. Se quedó mirándole embobada por un momento durante el cual olvidó lo que se suponía que debía hacer, pero volvió a plantar sus pies sobre la tierra en cuanto la expresión de Namjoon se contrajo y se llevó una mano a la boca con rapidez, arqueándose inmediatamente hacia adelante. Hyeji se apresuró a colocar una mano sobre su espalda y la frotó con preocupación por encima de su chaqueta.
—¿Quieres vomitar?
Pasaron unos segundos antes de que respondiese, negando con lentitud, como si estuviese vacío de energía. Hyeji apretó sus dedos alrededor de su antebrazo sin ejercer demasiada presión, sólo la suficiente para ayudarlo a incorporarse nuevamente. Namjoon no opuso resistencia, y cuando se fijó en su rostro pudo notar que se veía algo pálido, como si estuviese enfermo. Apretó los labios y tragó el nudo en su garganta, dándose cuenta de que si bien aquella carrera había sido divertida, no era el mejor momento para andar de broma.
Subir las escaleras fue todo un drama. Namjoon parecía haberse quedado sin fuerzas y Hyeji prácticamente lo llevaba colgando de su espalda, como un saco de papas. Agradeció que al menos aún tenía la fuerza suficiente para mantenerse en pie, pues todo se hubiese complicado aún más de no ser así. Hicieron pausas en los dos rellanos que los separaban de continuar ascendiendo por las escaleras. Tres pisos, se recordó. Namjoon vivía nada más que en el tercer piso. Podía con eso.
Hyeji obvió la manera en que las luces máticos parpadeaban cada vez que cruzaba los cortos pasillos del edificio. Tenían sensores automáticos, pero no funcionaban demasiado bien. En realidad todo se veía bastante tétrico, y pensó que de estar sola de seguro se moriría de miedo. Pero Namjoon continuaba apoyado sobre su hombro y olía a algo extrañamente agradable y todo iba a estar bien.
—¿Dónde tienes las llaves? —le preguntó con un suspiro fatigado una vez alcanzaron la puerta del apartamento. El número 307 se encontraba pintado en una chapa algo herrumbrada por encima de la entrada. La vez anterior, nerviosa, no se había fijado en ese detalle. Agradecía poder al menos recordar dónde se encontraba el apartamento, porque estaba casi que segura de que si le preguntaba a Namjoon cuál era el suyo, acabaría en la comisaría con una denuncia por traspasar la propiedad privada.
—Creo que en el bolsillo —exhaló, cansado. Entonces Hyeji notó que tenía los ojos cerrados, pero lejos de ser pacífica, su expresión se veía algo perturbada. Como si evitase mirar para no amargarse. ¿Amargarse por qué, de todos modos?
—Vale —Hyeji se mordió el labio inferior, de repente incómoda. Se soltó del brazo de Namjoon y guio sus manos a sus costados. Las introdujo con cuidado en los bolsillos de su chaqueta, tanteando con cierto recelo. Pero no encontró nada—. ¿Seguro de que están aquí?
—Eh... —Namjoon entreabrió los párpados, un destello de sus irises oscuros apareciendo entre las pestañas cortas—. Creo que en los pantalones —concluyó luego de unos segundos. Hyeji tragó duro. La verdad era que el estar tan cerca de Namjoon comenzaba a hacerla sentir un poco abrumada, y la idea de revisar sus pantalones no le parecía demasiado atractiva de momento (corría el riesgo de reventar de pena allí mismo). Pero vamos, que no podía ponerse así. Tenía que dejar de actuar como una tonta. Así que deslizó sus manos hacia abajo, rozando los bordes de su chaqueta e intentando mantener su rostro lo más neutral posible. No era como que importase, de todos modos; Namjoon de seguro no se daría cuenta de nada.

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Grafito y tinta » Namjoon;BTS
FanfictionHyeji y Namjoon se conocen por pura casualidad. Ella, estudiante de artes, necesita un modelo para su clase. Y a él, tímido y algo torpe, no le vendría mal un poco de apoyo moral para invitar a una chica a salir. Pero cuando las cosas comienzan a to...