Capítulo 4.

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Trabajar para Bang era tanto una bendición como una maldición. Por un lado, Sunhee y los nuevos horario de trabajo hacían su vida escolar mucho más fácil, y a decir verdad, Bang no era un hombre difícil de observar, sobre todo esas veces que el hombre lo invitaba a comer con él para luego llevarlo a casa. Era educado, agradable, divertido e increíblemente apuesto. Y a su vez, esa era su maldición. Porque ¿Quién en su sano juicio podía resistirse a un hombre así? Jeongin estaba en medio de un remolino emocional, o de hormonas. Tal vez ambos.

-Oppa, mi padre no llegó -murmuró Sunhee tirando suavemente de su remera.

-Mm, es cierto. Seguramente se ha distraído con trabajo.

A decir verdad, era la primera vez que Bang no llegaba al horario de siempre. Jeongin estaba tan adaptado a la casa de los Bang, que no notó que se había hecho tarde. Dejó el último plato lavado sobre la mesada y cargó a Sunhee en sus brazos.

-¿Quieres ver dibujos animados conmigo hasta que llegue tu padre? -preguntó sonriente.

Sunhee asintió y se refregó los ojos con las manos. Si, Jeongin la entendía. Él también estaba muriendo de sueño. Había sido un día especialmente cansador. Sus profesores se habían empeñado en hacerlo sufrir con pruebas tras pruebas y tareas tras tareas. Sumándole a eso las tareas del hogar de los Bang que tenía que hacer para mantener el lugar en orden, más preparar la comida, más encargarse de que Sunhee no hiciera cosas que no debía e hiciera las que debía.

Jeongin parpadeó cansado y recostó la cabeza en el respaldo del sillón. Solo iba a descansar los ojos por un momento.

...

Era un idiota.

Pero no fue su intención en absoluto. Changbin lo atrapó en la preparación de la próxima reunión y cuando vio el reloj ya era tarde, muy tarde. Dios, que descuidado.

Se suponía que debía llegar a su casa a las nueve para ver a Sunhee, y que el pobre Jeongin pudiera ir a descansar. Chris sabía lo agotado que terminaba el joven cada día. Y él como un estúpido había visto el reloj cuando ya marcaban las nueve treinta. Todo el camino se la pasó meditando en como disculparse con el joven. Odiaba no cumplir con su palabra, y odiaba que el causante sea el trabajo. Jeongin no lo merecía. Era sin dudas un joven de lo más responsable. Tan educado y maduro para su edad, pero también divertido y exagerado como cualquier adolescente. Un soplo de aire fresco en la vida de Chris. Y él le pagaba así. Estúpido.

Abrió la puerta esperando encontrarse con un muy enojado Jeongin, con deseos de matarlo reflejados en su rostro cansado. Lo que sin dudas no esperaba encontrarse era un muy dormido Jeongin, sobre su sillón, y Sunhee dormida sobre sus piernas.

Su corazón se apretó dulcemente, como cuando había visto a Sunhee por primera vez, o cuando le dijo papá por primera vez. No quería pensar en el porqué, así que hizo lo primero que encontró como distracción. Tomó a su hija en sus brazos y la cargó hacia su habitación, dejando un beso sobre su frente antes de volver a bajar.

Y entonces, parado junto al menor, se congeló. ¿Y ahora qué?

Observó el reloj. 10:20.

Y observó a Jeongin, su respiración suave y relajada. Ya había caído en un sueño profundo. Chris suspiró y se rascó la nuca con duda. Jisung sabría que hacer. Antes de poder controlar sus manos, ya se encontraba llamando a su mejor amigo. Rayos, y después él se quejaba de Jisung porque lo llamaba por cada insignificante problema que tenía.

-¿Chris? -preguntó Jisung con confusión.

-Jisung, ayuda.

-Wow -exclamó antes de reír despacio-. ¿Situaciones desesperadas requieren llamadas desesperadas?

Nanny (Chan/Jeongin) (Chanin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora