Capítulo X: Piedras

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−Toma –Peter vuelve a entrar a la motorhome con dos botellas chicas de cerveza. Lali está sentada en el sillón-cama con la espalda apoyada en un lateral, el celular en mano y esboza una sonrisa al recibir la que él le alcanza.

−¿Dónde la conseguiste? –le pregunta al mismo tiempo que corre un poco las piernas para que él pueda pasar por encima y sentarse de su otro lado, de la misma forma.

−El equipo está preparando un asado y les robé dos de la heladerita –y las destapa fácilmente con el destapador que también sacó sin pedir permiso.

−Gracias –y toma un sorbo. El pelo se lo arrodetó así no más y los ojos ya están secos de lágrimas aunque los siente un poco hinchados– no sabía que hacían un asado.

−Es que solo es de técnicos. A mí me habían invitado –él también toma un poco de su propia botella y Lali lo mira con la cabeza inclinada hacia atrás. Es que sabe que es amigo de varios de los que trabajan detrás de cámara por haber coincidido en proyectos pasados– supuestamente me iba a quedar pero estaba muy cansado y me estaba yendo hasta que apareció María y me pidió que entre acá.

−¿María te pidió que entres? –él asiente.

−Me dijo que a ella no le quisiste explicar pero seguro conmigo hablabas porque nos conocemos hace más tiempo... −y hacen una pausa– tiene buena percepción –Lali asiente y toma otro trago de cerveza– ¿Cómo estás?

−Un poco mejor... aunque ya es la tercera vez que le escribo a un periodista para avisarle que no quiero dar notas sobre el tema.

−Desconectá el teléfono. Tiralo a la mierda –dice sincero y ella un poco se ríe.

−Me encantaría pero toda mi fuente de trabajo está acá adentro –y sacude el celular en el aire– lo tengo encendido porque todo el tiempo me estoy comunicando con los músicos o con mis bailarinas.

−Claro, sos jefa –y un sorbo más.

−Sino ya hace rato que lo hubiera revoleado... lo que menos tengo ganas de hacer en éste momento de mi vida es de responder preguntas que me arrastren otra vez a él –y ese él hace referencia a Mariano. Entonces Lali exhala bastante aire en un suspiro prolongado, bebe un poco más de cerveza y el silencio es tal que pueden escuchar algunas voces de los productores que están deambulando afuera de la motorhome– ¿Qué me querés preguntar? –le consulta con una sonrisa de lado. Es que Peter había apoyado la botella fría sobre sus rodillas y la miraba fijo mientras rascaba la etiqueta con las uñas– te conozco, dale... −y cuando le da una palmada en el brazo, él sonríe.

−¿Te lastimó? –le pregunta después de contar hasta tres. Pero no la mira, aunque ella sí lo haga porque quizás le está analizando las facciones– o sea... físicamente.

−Psicológicamente –le responde y choca las uñas en el vidrio de la botella inventando alguna melodía– no me di cuenta hasta que todo se volvió insoportable e insostenible.

−¿Por celos?

−Sí. Él pensaba que andaba con alguien más, a veces me espiaba las conversaciones porque desconfiaba y era tal la persecución que cuando no la soporté más, exploté. Si lo dejé pasar fue porque un poco lo entendía... qué se yo... tenía sus razones para desconfiar teniendo en cuenta cuándo y cómo empezamos a salir. Yo lo quería en serio y él no me creía... calculo que fue mi karma –dice después y se miran para no decirse nada. Es que todos los caminos siempre terminan en el mismo lugar: su propia historia.

−No salgas a responderle –le recomienda después de un rato– ya dijiste todo lo que tenías que decir, todos saben lo justo y necesario. No tenés por qué seguir embarrándote.

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