Capítulo XXVIII: Aire

4.8K 231 40
                                    

En Israel son las doce menos cuarto de la noche y Lali está sentada en el centro de una de las camas con las piernas cruzadas. Ya tiene el pijama, los pies descalzos y el pelo suelto cayéndole un poco ondulado y desprolijo por la espalda. Fue la primera en bañarse al llegar al hotel después del show que montaron en ese estadio tan emblemático del país que no es la primera vez que visita, por eso es que se estira a buscar una colita de pelo que dejó en la mesa de luz y se lo rejunta todo para atárselo en una cola. Hay un silencio que la abruma bastante porque la mayoría debe estar durmiendo, preparándose para el día siguiente y el viaje extenso de regreso a Buenos Aires. Entonces escucha la puerta abrirse y cerrarse muy rápido, también un ruido de algo que explotó en el suelo alfombrado y una queja.

−Se me volaron los confites –dice Peter al aparecer con las manos cargadas de dulces y ella ríe tanto que se le achinan los ojos.

−¿Dónde conseguiste todo esto? –pregunta mientras lo ayuda a dejar todo en la cama. Él se sienta frente a ella con su musculosa gris, los calzoncillos azules y el pelito corto como tanto le gusta.

−Se lo robé de la heladerita a Agustín –le cuenta y cruza las piernas estilo indio como ella. Lali se muerde el labio al sonreír y rompe el envoltorio de un chupetín grande– así que no le digas nada. Espero que no se dé cuenta...

−Y si se da cuenta, del último que va a sospechar es de vos.

−Mmm, no creo... −entrecierra los ojos y quiebra un chocolate a la mitad– era el único que estaba.

−¿Había alguno despierto?

−Agus se había entrado a bañar para después acostarse por eso aproveché a robarle, pero Vico estaba durmiendo. Antes me había cruzado a Gastón y Rochi en el pasillo tocando la guitarra –le cuenta masticando– pero la mayoría ya está durmiendo. Vos estás cansada también, ¿no? –le consulta al mirarla a los ojos.

−Sí, un poco, pero me la banco como una campeona –dice toda canchera y él sonríe– estuvo bueno el show de hoy... −piensa y Peter asiente dándole la razón– ¿Sabes en qué estaba pensando?

−¿Qué?

−Es medio como una locura, pero qué se yo... −y mete una pausa– ¿Me imaginas solista?

−Sí –responde rapidísimo, casi sin pensarlo, y ella le mantiene la mirada porque no lo esperaba– ¿Qué? ¿Querías que te dijera que no? –porque el silencio lo hizo levantar la cabeza para mirarla, pero Lali se ríe un poco.

−¿En serio me decís?

−Sí, La. ¿Por qué no? –y sube los hombros– capaz vos no te das cuenta porque estás arriba del escenario concentrada con todo lo que tenés que hacer, pero nosotros vemos a la gente cuando vos estás sola... al menos lo veo yo.

−¿Y qué es lo que ves?

−Que te quieren –dice– que te siguen, que todo lo que haces para ellas es lo mejor. Y va más allá de tu personaje, de lo bien que bailas y cantas porque eso no lo vamos a poner en juego... −él habla y ella está tildada observándolo– ya no te siguen por el solo hecho de ser Mar, te siguen porque sos Lali y Lali es mucho mejor que cualquier otro personaje. A parte vivís arriba del escenario desde los diez años... ¿quién te puede hacer creer que algún día te podes bajar de ahí?

−Nadie –responde con seguridad– pero qué se yo... hoy me lo planteo como un sueño que quiero cumplir el día de mañana. Tampoco sé cómo hacerlo, siempre estuve bajo dependencia y sería muy extraño empezar a hacerlo sola.

−Te vas a acostumbrar, pero sea como sea, hagas cuando lo hagas, la gente va a estar ahí al pie del cañón –y ella sonríe minúsculo, con ternura– igual tratá de hacerlo cuando terminemos con la novela porque hace poco firmamos contrato para la nueva temporada y no está bueno que nos dejes sin trabajo –y Lali tira la cabeza hacia atrás por la carcajada al punto de contagiarlo.

DESTIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora