Capítulo XVIII: Rodaje, último día

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Cuando se cumple la octava semana de rodaje, la filmación de «Destiempo» va llegando a su fin y con ello también la labor de los actores porque todo el grupo técnico debía continuar trabajando en la post-producción que corresponde a un par de meses más de edición y compaginación. Mientras tanto, sus protagonistas vivían la euforia y alegría de saber que cumplieron con el objetivo logrando así a los personajes perfectos que el director creó y fue moldeando con el tiempo hasta llegar al primer día de rodaje. Pero en aquel último día, cuando Lali filma la última escena y se escucha el corte general de la voz del director, todos aplauden, vitorean, gritan y más de uno filmó el festejo para después subirlo a las redes y comunicar que han llegado al punto final. Pero la costumbre de compartir tantos días y horas de trabajo, también significó un apego importante entre ellos porque después de culminar con aquella última escena, la mayoría se reunió bajo la carpa blanca para compartir una tanda de mates, una conversación entre risas y después sacar la foto grupal con todo el grupo humano.

−¿Entonces cuándo hacen la fiesta? –Candela está terminando de preparar una ensalada grande en la cocina de la casa de sus padres.

−Mañana a la noche en la casa de uno de los productores –Lali está parada a su lado con la cintura apoyada en la mesada y comiendo un trozo de queso fresco que sacó de la heladera. Es que los Espósito-Vetrano esa tarde se juntaron a merendar y esa noche también se quedarían a cenar.

−¿Y la peli cuándo se estrena?

−En febrero del año que viene. Falta un montón.

−Sí... qué bueno. ¿También sabes lo que está bueno? Que Peter haya dejado de filmar porque no sabes cómo llegaba a los ensayos ese chico. Se desvanecía sobre el escenario... −Lali solo asiente porque prefiere no acotar– ¿No te contaba?

−¿Qué cosa?

−Que llegaba cansado a ensayar.

−Ah, sí. Bueno, a veces también llegaba cansado al rodaje pero tené en cuenta que no teníamos un horario fijo. A veces empezábamos a rodar a las cinco de la mañana, otras veces durante la tarde y otras veces ni siquiera dormíamos.

−Sí, y te juro que lo re compadezco pero menos mal que ya terminaron porque ahora lo tengo todo para mí –y sonríe mientras revuelve su ensalada– ¿Ustedes como están?

−¿Quiénes? ¿Peter y yo? ¿Por qué? –habla todo rápido porque se siente muy indagada.

−No sé, con todo lo que te costó a vos tomar la decisión de volver a trabajar con él, con toda la repercusión que se armó después... ¿La pudieron llevar bien?

−Sí, sí, todo perfecto –y hace una pausa larga. De fondo se oyen las conversaciones de sus familias que están alrededor de la mesa del living compartiendo un vino y muchas anécdotas– tuvimos un encuentro.

−¿Cómo un encuentro?

−Sentimental –le aclara y Candela levanta la cabeza para mirarla.

−¿De qué me estás hablando?

−No, que... −y se rasca el lóbulo de la oreja– en el medio tuvimos un pequeño conflicto porque empezaron a aparecer fantasmas del pasado, de nuestra relación –pero Candela entrecierra un poco los ojos porque no estaría entendiendo– nada, no me des bola, son pavadas nuestras que ya se solucionaron.

−Nada que tenga que ver con sentimientos puede ser una pavada, Lali –le dice mientras se aleja a la otra esquina de la mesada para buscar el pimentero– en realidad, nada que tenga que ver con ustedes dos puede ser una pavada, pero si decís que no pasó más nad-

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