Capítulo XXI: Perder

4.1K 228 32
                                    

Las cuatro paredes se mantienen oscuras y la única luz que entra es la de las hendijas de la cortina baja de la ventana que da al patio, por eso es que escuchan todas las conversaciones yuxtapuestas de todos los invitados a la celebración. Lali y Peter están sentados en el borde de la cama matrimonial de los dueños de casa. Ella termina de arreglarse el pelo por todos los movimientos bruscos y él mantiene la vista clavada en un punto cualquiera entre toda esa oscuridad. No llega a distinguir si lo que está mirando es una zapatilla, una pata de una silla o la pared, pero tampoco le da mucha importancia. Escuchan la carcajada de Brenda del otro lado de la pared, y ambos giran la cabeza al mismo tiempo hacia la ventana. Pero después Peter gira hacia al lado opuesto y se cruza con los ojos oscuros de ella que combinan con todo a su alrededor.

−Estamos haciendo cualquier cosa –dice ella en un tono de voz bastante bajo, casi en un susurro.

−Siempre hicimos cualquier cosa –le retruca y se abrocha los puños de su camisa blanca.

Doce horas antes de éste acontecimiento, Peter estaba tirado en las tablas del escenario del teatro porteño en el que protagonizará una obra musical. Estaban en un pequeño break del que dispuso la directora luego de las cinco horas continuas en las que ensayaron posiciones, diálogos, canciones y coreografías. Candela y Federico todavía estaban terminando de ultimar detalles con algunas entonaciones de la canción que comparten, cuando Mariel emanó de detrás de bambalinas con dos vasos de telgopor con té de jengibre. Entonces camina directamente hacia Peter, se sienta a su lado cruzando las piernas estilo indio, le pasa el vaso de té que le encargó y luego se concentra en la conversación que está teniendo con Germán Tripel que mueve los brazos para expresarse y a veces los hace reír con sus chistes en la punta de la lengua.

−Escuchame... −Candela se sienta al lado de Peter. Le da una palmadita en un brazo y lo obliga a abrir los ojos después de que tanto Germán como Mariel se hayan ido a otro sector– los Bandalos van a volver a tocar, ¿te avisaron?

−Sí. ¿Por qué?

−¿Puedo ir con vos? –y le sonríe mostrándole todos los dientes como si fuera una niña.

−Sí, obvio. No tenés ni qué preguntármelo.

−Buenísimo, gracias... −y le da un beso en la frente. Entonces él cierra los ojos y ella se queda tildada algunos segundos observándolo. Tanto que Peter siente la incomodidad.

−Deja de mirarme así –le pide.

−¿Así cómo?

−Así como si supieras que me acosté con mi ex que también es tu mejor amiga y que te morís de ganas de preguntarme algo –responde con sabiduría y Candela se ríe.

−No es por eso... bueno, un poco sí –y él se reincorpora al levantarse y sentarse igual que ella– pero no quiero preguntarte nada, Pitt. Quizás solo saber cómo estás.

−Bien.

−¿Con Tini todo bien? ¿Están de novios?

−Amigos con derechos.

−Es un gran título para una revista –y él se ríe un poco– yo no quiero meterme en la relación de ustedes... ya bastante me metí en su momento ocultando lo que oculté...

−Pero no sientas culpa de eso –la interrumpe– nunca te la hice sentir a vos ni a ninguna de las chicas. Ustedes solamente estaban cuidando a una persona y resguardándose de cualquier quilombo y me parece perfecto porque yo en lugar de ustedes hubiera hecho lo mismo.

−Bueno, pero más allá de todo eso... cuando Lali me contó lo que pasó con ustedes casi me caigo de culo, Pitt –y su manera de hablar siempre lo hizo reír un montón– no me la estaba esperando, no lo imaginaba a como ella estaba llevando su relación con Santi.

DESTIEMPODonde viven las historias. Descúbrelo ahora