−Muchas gracias –Lali y Peter responden al unísono cuando el conserje del hotel les abre la puerta de la habitación que se les adjudicó. Mientras Lali entra arrastrando la valija, Peter tarda unos segundos más para darle propina al susodicho– está linda, eh...
−Sí, me gusta –ella estaciona al lado de la cama matrimonial e inspecciona todos los rincones. Mientras él corre las valijas a un costado del ropero embutido, ella se pierde en el baño– ¡Peter, tenemos jacuzzi! –dice muy emocionada al regresar y él expulsa una risa– es re amplio el baño, vamos a poder usarlo tranquilos sin que se nos crucen las piernas.
−Claro, porque las tuyas son muy largas –comenta al pasar mientras saca ropa de la valija. Y cuando levanta la cabeza, ella lo está mirando seriamente, y por eso vuelve a reír– fue un chiste, amor.
−Dejaron de ser graciosos hace mucho tiempo –y se va hacia el otro lado de la cama para abrir su bolso de mano grandilocuente. Él la espía y nota su rictus serio.
−Dijimos que no íbamos a pelear –entonces se sienta en el borde de la cama dándole la espalda y después se recuesta quedando la cabeza del lateral donde está ella.
−Y no tuviste mejor idea que empezar a hacer chistecitos de mal gusto –no lo mira y él se muerde el labio para contener la risa.
−Vos también te reís de eso y no es la primera vez que nos reímos juntos de lo mismo –pero ella levanta un hombro porque tendrá dieciocho años pero diez de maduración– dale, ey, cambiame esa cara –y con un dedo le pincha un costado de la panza. Lali lo mira de reojo y él se ríe– a mí también me jodes cuando hablo como cheto y no te digo nada.
−Siempre hablas como cheto.
−Y vos siempre sos petiza –le responde rápido y a ella se le escapa la risa– no empecemos mal, dale. Dijimos que la íbamos a pasar bien, que íbamos a disfrutar los dos juntos y que nos íbamos a olvidar de todos los quilombos que tenemos. Dejemos de pelear por estupideces.
−Yo tampoco quiero pelear... −susurra y él sonríe un poquito.
−Entonces vení, dale –estira los brazos hacia arriba y ella se muerde el labio al ubicarse entre medio para inclinarse unos centímetros hacia abajo para darle un beso al estilo Spider-man– ¿Dormimos una siesta para descansar del viaje?
−Sí, por favor. Pero primero quiero darme una ducha porque me siento toda sucia.
−Entonces nos duchamos juntos, flequillo –y se lo sacude un poco con dos dedos haciéndole reír un poco. Pero después se vuelve a agachar para volver a besarlo de manera más prolongada– ¿Qué lugar te gustaría visitar primero? –le pregunta después cuando se levantó y buscó su ropa interior para llevar al baño.
−No sé, hay un montón... ¿Pero sabes a dónde quiero ir? –le pregunta reprimiendo la risa al morderse un labio– hay un espectáculo que me gustaría ver que se llama Noche Flamenca –y cuando él sube una ceja, ella tira la cabeza hacia atrás al reír.
−¿En serio?
−Sí, quiero ver. Y podemos tomar unas clases...
−Mi amor, si querés tomar clases de flamenco hay cursos en Buenos Aires –pero ella le da un latigazo en el brazo con la toalla– incluso nuestra mejor amiga interpreta a una gitana, podes pedirle que te enseñe también.
−No me importa, hasta no verte bailar flamenco frente a toda España no voy a parar –retruca firmemente y él se ríe un montón. Tanto que la tironea del brazo para besarla y meterse juntos en el baño.
En el dosmildiez, Lali y Peter viajan a Barcelona después del evento de Bravo por la Tierra que se realizó en Madrid. Aprovechan un fin de semana largo de Argentina para tomarse un pequeño descanso de la rutina y de ellos también. Es que había algo que se había roto y ninguno de los dos podía descifrarlo, pero el cansancio de las discusiones sin sentido los llevó a sentarse y tomar la decisión de alejarse para expandir sus cabezas y serenar todo eso que creían perdido. Y lo logran. Pero incluso cuando creían que ya habían sanado todas esas pequeñas heridas incomprensibles envueltas en cansancio y frustraciones, regresan a Buenos Aires y todo se vuelve a romper a los pocos días. «Quizás se dieron cuenta que por más lejos que intenten irse, los problemas siempre van a seguir estando» le dijo una noche Ana Laura cuando irrumpió en la habitación de Lali para pedirle que le cuente lo que le estaba pasando en la cabeza. Pero hoy Lali llega a otra conclusión: «Quizás nunca tendríamos que haber vuelto de ese viaje». Pero el llanto ensordecedor de una niña que no llega a los cuatro años la interrumpe, entonces tiene que sacarse los head-phones para chequear el asiento desde donde viene el escándalo. La mira concentrada mientras la madre se desabrocha el cinturón para poder levantarla en brazos y dejarle apoyar la cabeza en su hombro. La pequeña gira de manera tal que la encuentra y sus cejas se levantan un poco porque la reconoce, entonces Lali le sonríe. Busca en su bolso un paquete de golosinas que siempre lleva en los viajes extensos y también se deshace del cinturón para cruzar medio cuerpo por el pasillo hasta el otro sector de los asientos y regalarle cuatro caramelos de los grandes. La nena los recibe y le susurra un «gracias» tímido que a ella la hizo sonreír de oreja a oreja hasta que la madre se dio vuelta y después de pedirle perdón por nada, la saludó desinhibida al reconocerla y contarle que su hija mayor es fanática de su música y también de su carrera actoral. «Mándele un beso grande de mi parte» le dice antes de volver a acomodarse en su asiento, y cuando regresa la vista a la ventanilla descubre que ya llegó a la ciudad de Barcelona para comenzar su propia gira. Otra vez.
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DESTIEMPO
FanfictionUna historia; un amor; un engaño; una herida. Un ultimátum; una promesa; un renacimiento. Y otra vez el amor... pero a destiempo.