Capítulo XXIII: Septiembre

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La alarma suena a las siete de la mañana en punto pero Lali todavía está despierta. Un costado de la cara lo tiene hundido en la almohada y los ojos bien abiertos como si un mal sueño no la haya dejado descansar durante toda la noche. O su propia realidad, bueno. Apaga la alarma y arruga un poco la nariz al hacer fuerza porque el brazo de Santiago la está reteniendo al envolverle la cintura por debajo del acolchado. Despacio intenta separarlo porque necesita levantarse, pero cuando logró sentarse en la cama y calzarse las pantuflas grandes de invierno, él también se despierta.

−¿Ya te levantas? –le pregunta con la voz tomada por el mismo sueño. Gira sobre el colchón hasta quedar boca arriba y se refriega los ojos con ambas manos.

−Sí. Me voy a dar una ducha y a preparar el desayuno... ¿querés que te prepare algo?

−No, está bien. Bañate tranquila que yo preparo todo –se ofrece de corazón y ella le sonríe un poco al pararse y mirarlo– ¿Dormiste bien?

−Sí, ¿por qué?

−Te noto con los ojos cansados.

−Me desperté varias veces durante la noche, pero es porque estoy maquinando con un montón de cosas.

−Entonces relajate y disfrutá. Vení... −la llama y extiende los brazos. Ella tarda un poco en volver a subirse a la cama, gatear sobre el colchón y dejarse caer sobre su cuerpo para que él la contenga en un abrazo– va a salir todo bien como lo lograste siempre –le susurra cerca del oído al mismo tiempo que le acaricia la espalda, y ella hunde la cara sobre la tela de la remera que le cubre el hombro.

−Lo sé –inaudible, y de a poco se va reincorporando otra vez– bueno, no quiero que se me haga tarde. Quiero un jugo de pomelo y dos tostadas con dulce de leche –le indica cual comensal a su camarero, y él se ríe somnoliento.

Tres días antes del lanzamiento del trailer de «Destiempo», se comunican con Lali y Peter desde la producción de Perros de la calle porque, aprovechando que ambos compartirían protagónico, querían tenerlos sentados en esa mesa, bajo esos micrófonos que los conectan con todos los oyentes de diversos puntos del país. Y también porque les generan raiting, claro. Entonces Lali llega quince minutos después de que el programa haya empezado. Andy la ve a través del vidrio que divide la pecera del pasillo y la saluda con una mano mientras habla al micrófono con los auriculares en las orejas. En la tanda de publicidad y emisión de canción, se levanta para ir a buscarla y darle la bienvenida con un abrazo. También lo hace Gabriel Schultz y Cayetano que la hace reír al decirle algo al oído que solo escucharon ellos dos, y lo que ocasionó que los otros dos del equipo le pidan que deje de querer seducirla. Diez minutos después llega Peter con anteojos de sol aunque esté nublado con pronóstico de lluvia y las llaves del auto en la misma mano en la que sostiene el celular. Saluda a todos con mucha amabilidad y le sonríe a Lali al reencontrarla sentada en una silla junto el equipo técnico del programa. Entonces después de la segunda propaganda, los dos ingresan al estudio y antes de acomodarse en las sillas correspondientes, Peter saluda a todo el grupo porque no pudo hacerlo antes. Hablan de un par de banalidades mientras Peter arrastra la silla al lado de la de Lali y ella saluda sonriente a la cámara del celular que Cayetano utiliza para transmitir en vivo y directo vía instagram. Cuando vuelven al aire, les indican que se pongan los auriculares y Andy comienza esa tercera parte del programa contándole al público oyente que tienen las redes sociales colapsadas por culpa de la presencia de éstos invitados que incluso provocó que muchas de las fanáticas se acerquen hasta la radio para recibirlos con gritos eufóricos, autógrafos y fotos. Ellos esbozan una risa silenciosa y se miran cómplices porque son los únicos que pueden reconocer el seguimiento que tienen tanto juntos como separados. Entonces Andy los presenta con nombre, apellido y aplausos, y ellos recién dejan lucir sus voces al agradecerles. La charla matutina comienza con temas que carecen de importancia como el clima, la humedad, una anécdota de la mamá de Lali con el asunto de que estaba muy quejosa porque la ropa no se le secaba y un comentario de Peter respecto a su edad y el dolor de huesos que le estaba jugando una mala pasada. Claro que cuando aclaró que ya había cumplido los veintinueve años, Gabriel lo mandó a cagar. Entonces aprovechan ese dato para preguntarle cómo lo festejó y él cuenta que hizo algo tranquilo con amigos, aunque lo dividió en un fin de semana: el sábado lo organizó en el quincho del club con los amigos de siempre, y el domingo priorizó a la familia y a los amigos del mundo audiovisual que son muchos más que los de la vida real. Andy se anima a preguntarle a Lali si fue invitada, y ella ríe un poco porque estaba esperando el remate, entonces responde lo protocolar: me invitó pero no pude ir. Y tenía razón porque la invitó, pero no fue que no pudo, sino que prefirió no ir.

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