Una mujer pequeña, estrecha de miras, fría. Era tan organizada que nunca se podía alterar el orden de lo que había dispuesto. Se pasaba la vida ordenando. Tenía que estar todo siempre limpio, clasificado, impecable.
Clandestin – Éliette Abécassis
Roscoe Morgen
–Ethan, amigo...me siento extraño.–confesé al ver que nos encontrábamos a solas.
–¿De qué forma...extraño?–indagó curioso.–¿De la forma buena o de la forma mala?
Clavó su vista en mí, intentando entenderme por completo.
Ethan era la clase de amigo que no era bueno en la escuela, para mí y el resto de los alumnos era normal verlo corriendo por los pasillos detrás de algún maestro, rogando por puntos extras, lo necesario para no reprobar, sin embargo, mi mejor amigo sí es excelente en algo, escuchar con el corazón. Sólo escuchando con el corazón puedes llegar a comprender el verdadero significado de la vida.
–Creo que de la forma mala.–susurré preocupado.
Sonrió llenándome de confianza.
–Hermano, cuando te conocí preguntaste si hacer bromas era bueno o malo. ¿Aún recuerdas mi respuesta?.–preguntó intrigado.
Asentí nostálgico. Ese día habíamos realizado nuestra primera broma, yo me encontraba un poco asustado, temía de las represalias del profesor contra nosotros dos, imaginando escenarios en los que nosotros terminábamos muy mal. En ese justo momento me acerqué a mi amigo con una pregunta que me preocupaba.
–Tú dijiste qué hacer bromas era tan malo como enamorarse, pero a pesar de eso la gente lo seguía haciendo, porque a veces las cosas malas...
–...son más divertidas que las buenas.–terminó por mí.
Mi amigo palmeó mi hombro con simpatía.
–Sea lo que sea, si dices que te sientes extraño de una forma mala, descuida. No te preocupes por ello, tú sólo estas tomando el camino largo de tu vida, pero no olvides qué éste, es el más divertido.–guiñó el ojo.
–Dijiste eso hace dos años, Ethan.
Mi amigo me miró apenado, podía escuchar los engranes de su cabeza agitarse velozmente intentando encontrar la oración adecuando para no lastimarme. No importaba cuanto tiempo le tomará, porque en este preciso momento yo ya estaba pensando en ella.
–Roscoe, siendo tu amigo me he dado cuenta que no crees en las segundas oportunidades. Estás tan empeñado en recordar tu pasado, de mantener el dolor contigo, de seguir sufriendo, que olvidas que no es tu culpa. Confía en mí, esa noche.–negué frenéticamente.–¡Escúchame!–agitó mis brazos.
–No, no.–rogué apenas audible.
Los recuerdos abordaron mi mente, todo estaba en mi cabeza, sus pequeños ojos cerrándose lentamente, mientras yo le imploraba que se quedara conmigo. Fue mi culpa, lo fue.
Roscoe no estoy asustada. Es hora.
–Esa noche....no fue tu culpa–sostuvo firmemente.
Si pudiera cambiar el destino, habría hecho las cosas diferente. No me habría aferrado a ella, cuando lo único que ella quería era volar.
Mi mejor amigo tiene una razón indudable, una verdad tan cierta que no puedo escarparme de ella; estoy aquí, aún me queda algo emocionante que vivir.
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Pequeña Gran Competencia ©
RomanceRachel y Roscoe sentían lo mismo el uno por el otro; desagrado. La razón es sencilla, tenían muchas cosas en común. Sus mejores amigos; son hermanos. Son hijos únicos. Aman a sus padres. Ambos necesitan ganar dinero para reparar algo, ellos necesit...