~El contraataque~

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Antes de que el pensamiento me canse... y antes de que el pensamiento se haga más grande, quiero irme lejos.


Roscoe Morgen

Es inquietante saber que algo me gusta de Rachel, incluso es más inquietante saber que no tengo idea de qué. Tal vez sea su carácter fuerte y atrayente. Tal vez esos ojos del color del cielo llenos de esplendor. Pueden ser las pecas de su rostro que resaltan bajo los rayos del sol. Puede ser su forma de fruncir el ceño cuando está molesta. Podría ser su manera inteligente de responder, de actuar, de moverse y su manera sutil de hacer que la siga con la mirada y esté tan atento de ella. Ó simplemente me gusta todo de ella.

Lo odio tanto. Odio pensar que este sentimiento sea unilateral y a ella le guste ese perdedor de ricitos de oro. ¿Por qué lo dejé realizar el primer movimiento?

Porque sigo siendo un cobarde, tengo miedo de volver a echarlo a perder. En el fondo de mi tengo miedo de lastimar a Rachel, de perderla para siempre.

Pero tengo más miedo de verla sonriendo para alguien más. Y sí, soy un bastardo egoísta porque no permitiré que ella se enamoré de otro.

Lo juro, Poppins se enamorará completamente e irrevocablemente de mí, aún si tengo que jugar sucio para conseguirlo.

Maldito Ethan...enamorarse no es divertido.

.....

Nos encontrábamos los seis sentados en la pequeña sala de la cabaña veintidós. Los mellizos juntos en el suelo, sonriendo a los hermanos Thompson que se encontraban parados delante de todos explicando el plan de la broma. Me era imposible poner atención cuando el olor de lavanda se encontraba el aire, viniendo precisamente de la chica sentada a mi lado. Sin girar la vista podía sentir su mirada taladrarme. Desconocía la razón pero algo me decía que no era bueno.

–¿Te ocurre algo?–pregunté a Rachel. Salió de su pequeño trance y me miró fijamente a los ojos.

Los hermanos Thompson seguían detallando cada aspecto de la broma. Los niños oían entusiasmados. Tomé ese momento para mirar el rostro de Rachel, su pensativos ojos me llevaron a preguntarme si alguien tan angelical como ella podría llegar a esconder algo.

–Siempre he admirado a las personas que saben ocultar su verdadera forma de ser –expresó tranquila–Es como si creyeran que las mentiras que sueltan son siempre la verdad. ¿Tú qué crees?–cuestionó inexpresiva.

Creo que no tienes idea de lo difícil que es vivir mintiéndote a ti mismo

–Seguramente lo hacen por alguna de las dos razones que creo–expusé tranquilo.

–¿Razones? ¿Cuáles son?–indagó.

Sonreí sin ganas. –Una debe ser para protegerse a sí mismos, y la otra para proteger a los personas que les importan.

Rachel soltó una risa sarcástica–¿De verdad crees eso?

Desconcertado por su pregunta irónica, tardé unos segundos más en responderle.

–Lo creo–respondí totalmente sincero.

¿Será qué sus comentarios tienen un doble significado?

–Poppins, si alguien te mintió deberías escuchar su versión del por qué. Podrías llevarte una verdadera sorpresa–sugerí afable.

–¿¡Entonces le pregunto por qué me mintió tan descaradamente!?–explotó colérica.

–¿Y arriesgarte a qué vuelva a mentirte? Sí quieres –frunció el ceño molesta.–Esto sonará poco creíble, pero cuando era niño amaba leer libros infantiles. Tenía una colección tan sorprendente que alucinarías, pero, sin importar cuantos libros tuviera, mi favorito siempre fue Pinocho. ¿Conoces la historia, Poppins?

Pequeña Gran Competencia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora