~La última prueba~

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Aún no entiendo como tu amor puede lograr lo que nadie más consigue –Beyoncé.

Rachel Johnson

"Si la búsqueda del tesoro quieres empezar, el acertijo debes descifrar. Ahora a recordar tu llegada al Golden Camp, con maletas a reventar y el nombre de quién asigna tu temporal hogar".

No tenía idea de si era yo quién seguía a Miles, o él me seguía a mí. Solo sabía que ambos caminábamos fuera del recinto después de leer el primer acertijo de la prueba.

–Deberíamos ir a la Golden Cabaña, si el acertijo habla del día que llegamos significa que...–dije.

–Susan debe estar ahí–afirmó Miles.

Ambos asentimos de acuerdo, nuestra caminata fue más rápida y determinada. Yo confiaba en el triunfo de esta prueba, sabía que los acertijos no eran fáciles pero, el pequeño mellizo y yo teníamos una conexión especial, y lo más importante es que teníamos un motivo muy poderoso para ganar. Sin embargo, mi corazón estaba intranquilo, no podía sacarme de la cabeza la gran mentira que le dije a Emily sobre Lance, y lo egoísta que había sido por no pensar en los sentimientos de Lance.

La Rachel de hace una semana jamás me hubiera creído ser la niñera de los Thompson o que haya estado involucrada en una broma con los mellizos hacia la plástica de Beverly. Está situación me hizo darme cuenta que yo no era como creía, que podía ser más que una chica lista y aplicada, que tantos libros o enciclopedias no me ayudarían a encontrarme, porque jamás hubiera imaginado que unos pequeños diablillos junto con mi encantador compañero de empleo fueran pilares importantes en mi vida.

–Rachel, ¿estás bien?–escuché decir a Miles. Me miraba interrogante y hasta preocupado.

–Sí, lo siento. Estaba distraída–respondí. Noté que estábamos frente a la Golden Cabaña. Rápidamente nos adentramos, a un par metros de distancia pude visualizar a Susan.

La chica se dio cuenta de nuestra presencia hasta que la distancia que nos separaba era apenas un metro. Ella sonrió y sacó un sobre amarillo que nos entregó un segundo después.

–Suerte–murmuró de despedida. Abrí el sobre sin pensármelo, dentro había una tarjeta de color dorado con una bonita caligrafía que decía segunda pista y un acertijo que leí en voz alta para que el mellizo escuchará.

–"Cuando el agua puedas soportar, pues en el fondo de verdad, en el medio en especial, la llave y la nota aparecerán para arrancar el transporte que te guiará"–.

Nos quedamos en silencio. Unos segundos.

–¿Podría ser en la piscina?–cuestionó Miles con duda.

El acertijo mencionaba agua, pero las piscinas se encontraban al otro extremo de un posible transporte. No tendría sentido. Piensa, Rachel, piensa.

–Lo dudo, dice en el medio en especial. Las piscinas no están en el centro de campamento, a menos que no hable del centro del campamento, tal vez se refiera al centro al algo más como, como una glorieta–dije.

–¡Claro! Habla de la fuente que se encuentra en el centro de la glorieta y cerca de allí está el estacionamiento–afirmó Miles. Asentí de acuerdo, ambos nos pusimos en marcha.

Corrimos con toda la fuerza de nuestros cuerpos, yo apenas tenía condición pero pude seguirle el paso al mellizo. Mientras corríamos recordé cuando días atrás corría tomada de la mano de un espanto tipo que dijo que la policía nos perseguía. Jamás había estado tan asustada en mi vida, y aunque estuve muy molesta con él, y sin duda alguna no lo admitiría delante de Roscoe, no cambiaría esos minutos de adrenalina por nada.

–Ya estamos cerca–grité colérica. Miré al niño que corría a mi lado, él pudo sentir mi mirada porque también me miró, ambos sonreímos por la situación. Me acerqué a el mellizo y tomé su mano–Ganemos ese premio, pequeño Miles.

Y asentimos.

La fuente se encontraba frente a nosotros, una semilla de piedra era el centro. Juntos la rodeamos para buscar algo que se viera en el fondo, y finalmente allí estaba, en el fondo una bolsa amarilla se podía ver. Metí mi brazo y la saqué, pesaba mucho, pero pude sacarla. Como el acertijo anterior decía, adentro se encontraba una llave y una nota doraba como la anterior.

Tomé la llave mientras que el mellizo tomaba la nota y la leía.

–"Desde este ex-ex..–extremo, dije por él. Siguió leyendo–se vislumbra el móvil que te conduzca ya cerca del tesoro. Recuerde el número y color importan pues la llave no entrará, si se equivocasen de verdad. En la guantera encontrarás la siguiente pista a descifrar".

–Caminemos al estacionamiento, mientras desciframos todo el acertijo–le dije.

–Recuerdas que cuando llegamos al campamento, el Tontolance nos recogió en un carrito de golf–escuché decir a Miles.

¿Tontolance?

En otra situación le habría dicho que no era correcto llamar a alguien de esa forma, pero aún no entendía cuál era el punto de ese recordatorio.

–Sí, nos recogió, ¿por qué lo mencionas?–cuestioné confundida.

–El acertijo dice recuerde el número y color. El carrito de golf era azul y seguramente tenga algo que ver el número de nuestra cabaña, que es la veintidós–explicó apresuradamente.

–¡Por supuesto, Miles!–grité. –Eres brillante–le dije con orgullo. El mellizo se sonrojo por completo, sus mejillas tomaron un color rojo carmesí. Lucía totalmente adorable.

–Allí está–su grito interrumpió mis pensamientos. Giré mi mirada hasta el mismo lugar que apuntaba, y tenía razón allí se encontraba un carrito de golf azul metálico, pero no era el único, había una fila de por lo menos 7 carritos de golf azules.

–Rápido, separémonos para encontrar el que tenga el número veintidós, el que lo encuentre primero le avisa al otro y nos ponemos en marcha–decreté con prisa. –Está bien–dijo el mellizo.

Ambos nos separamos, y corrimos a los carritos de golf. Busqué de arriba abajo el número del carrito, hasta que noté que una tarjetita muy pequeña se encontraba en el volante, había un sello de una semilla en el reverso. Cuando le di la vuelta había un número trece en ella, sin detenerme corrí al siguiente carrito.

Posiblemente perdimos minutos encontrando el carrito hasta que escuché el grito del mellizo. Me acerqué a él hasta el último carrito de la fila.

–Es este–lo escuché decir entre jadeos. Saqué la llave de mi bolsillo, con un movimiento de cabeza le indiqué que subiera. Con los dos abordo, arranqué el carrito. –Saca la nota de la guantera–le pedí. El mellizo abrió la guantera y un sobre amarillo se encontraba dentro. Al sacarlo una nota dorada contenía el siguiente acertijo.

El mellizo comenzó a leerlo –"Hacía el sur marcharás, por el sendero de piedra, con miedo girarás sin rumbo que tomar, pues os deben recordar que son el centro del lugar. La última pista en tus manos está, para el tesoro poder ganar. El sendero podrá estar, oscuro de verdad, pero la luz te guiará si esperas ganar. Ya cerca estás, camina hacía donde un ser de agua dulce vive y te espera con felicidad. Sobre el agua caminarás, hasta el árbol de hoja rosa que esconde algo más. Busca lo brillante, en tu mente visualizarás un metal de verdad, pero es pequeño sin piedad aunque el tesoro resguardará"–.

Estacioné el carrito a un lado de la fuente, justamente me encontraba en el centro del lugar como al comienzo del acertijo decía. Ahora solo tenía que seguir un sendero, uno en donde vivía un ser de agua dulce y había un bote para poder caminar sobre el agua.

El mellizo y yo nos miramos al mismo tiempo, al mirar directo a sus pequeños ojos sabía que ambos teníamos idea del sendero que deberíamos tomar.

–Hacía la Laguna–dijimos en unísono. Reímos por la coincidencia y después nos dirigimos hacia allí.


†Hello my little golden seeds†

¡Disfrútenlo, volveré pronto!

|Adri out|

Pequeña Gran Competencia ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora