Luchar hasta el último aliento – Enrique VI de William Shakespeare.
Roscoe Morgen
-Roscoe, hermano. ¡Despierta! Llegó el frabulloso día, arriba, arriba y muy lejos. Roscoe, joder sí que tienes el sueño pesado, hermano es la una y treinta-.
¿Qué mierda?
Me levanté de un salto, ya era muy tarde. Ethan estaba en mi maldita habitación, el idiota está sonriéndome. Miré la hora en mi celular, eran las doce aún, me relajé un instante pero, no el suficiente, tenía planeado levantarme más temprano para desayunar aquí en la casa, ahora esos planes se fueron por la borda.
-Ethan, ¿Qué haces aquí?-pregunté mientras caminaba al baño, entré en éste pero, dejé la puerta medio abierta.
-No tenía mucho que hacer en casa. Mis padres salieron, Emily estaba arreglándose para salir a no sé dónde, pero según ella, cerca. Creo que con su mejor amiga pero, en fin...gracias a ella, recordé a mi hermano y su entrevista para ser niñero, así que, me cambie rápidamente, y aquí estoy-explicó desde la habitación.
Cepillé mis dientes en el baño, me lavé el rostro para quitar cualquier rastro de somnolencia. Salí para buscar mi ropa al armario, Ethan estaba acostado en mi cama. Me acerqué al armario, mi quijada casi terminó en suelo. Tenía a la vista un pantalón de vestir negro, una camisa blanca impecable, un saco del mismo color que el pantalón, también una corbata rojo escarlata, todo esto acompañado de unos zapatos recién lustrados.
-No te pondrás esa mierda, ¿cierto? El plan es que no obtengas el empleo, no lo contario. Al parecer tu madre cree que irás a una entrevista con el magnate hombre de negocios de la ciudad-comentó mi amigo, en el mismo lugar desde que salí de mi cuarto de baño.
-Si fuera el caso, tendría por seguro que no sería contratado. Mi padre no es un hombre de decisiones basadas en sus sentimientos. No me contrataría aún al ser su hijo-espeté con humor.
-Hermano, en verdad lo siento, no fu..-responde con empatía.
-No importa-. Lo corté.
Tomé unos bóxer del cajón, mis pantalones de mezclilla, y una playera negra.
-Me bañaré rápido. Me darás un aventón, ¿no?-pregunté normal. Dejando a lado los comentarios anteriores.
-¡Claro, bro! Estaré abajo robándote comida-guiñó el ojo. Se levantó de la cama, caminando a la puerta. –Además, tu madre compró unas ricas galletas de chocolate, que pienso robarme- confesó con descaro.
-¡No te las comas todas, Ethan!-grite con irritación.
Ethan salió riéndose de mi respuesta. Al menos su comentario dejó atrás el mal sabor de boca que tenía con respeto a mi padre.
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Pequeña Gran Competencia ©
RomantikRachel y Roscoe sentían lo mismo el uno por el otro; desagrado. La razón es sencilla, tenían muchas cosas en común. Sus mejores amigos; son hermanos. Son hijos únicos. Aman a sus padres. Ambos necesitan ganar dinero para reparar algo, ellos necesit...