Las locuras que más se lamentan en la vida de un hombre son las que no se cometieron cuando se tuvo la oportunidad.
Helen Rowland
Rachel Johnson
Las oportunidades en la vida son como estrellas fugaces, lamentablemente no pueden predestinarse, no sabes el día, ni el momento en que pasará, incluso si tienes pensado que esto ocurrirá a tal hora, no imaginas que unos segundos después pueden arrebatarte la posibilidad. Siempre he mantenido los ojos bien abiertos, mirando por la ventana, siempre esperando mi estrella fugaz.
Mi abuelo decía que las oportunidades se construyen sobre cimientos; me dijo –Rachel, no puedes pelear en la guerra sin un arma, no puedes hornear un pastel sin harina, no puedes emprender tu proyecto al menos que la idea se presente de lo profundo de tu interior, de donde nacen los sueños, de la imaginación–.
Tenía razón, hace un año, un día cualquiera, desperté con ganas de cambiar algo en mí, quería divertirme, expresarme, escribir, alentar, gritar, compartir, etc....
Con una idea planteada, cree mi propio blog "Misión de ayuda y secretos crudos", decidí mantenerme en el anonimato con el nombre de RJ, pensaba revelar mi nombre cuando estuviera lista, o sólo hasta que alguien lo descubriera, aún no pasa ninguna de las dos.
Necesito seguir con mi blog, pero es un asunto que requiere de una computadora, la cual no funciona porque tengo el don del desastre, todo lo que mis manos tocan de alguna forma llega a terminar totalmente inservible.
Las opciones son claras, tomo el empleo o no lo tomo.
Aceptar el empleo es sinónimo de dinero, una buena paga, aunque ahora que somos dos...
-¿Señora Harrison?-llamé su atención. Nos encontrábamos en la sala, sentados en los muebles, ubicados en el mismo lugar que ayer.
-¿Qué pasa, Rachel?-inquirió.
-Tengo una duda...no quiero sonar como una irrespetuosa ni tampoco como una malagradecida, y no quiero incomodarla-comuniqué antes de todo. Me disculpé sinceramente.
-Sabré manejarlo cariño, no te preocupes, sólo dime-bromeó un poco, me guiñó el ojo, después, sus manos me alentaron a seguir hablando.
-Usted anunció una vacante en el periódico –¡Claro!– La verdad parecía un buen empleo para mi –asintió– Lo cierto es que tengo un propósito, y es reunir una cierta cantidad de dinero para financiarme una computadora nueva-expliqué mientras la veía.
-En realidad, yo tengo el propósito de reunir dinero para reparar mi motocicleta, las piezas están fuera de mi presupuesto-intervino Roscoe.
-Las gomas de mascar también lo están-me mofe. Mi risa salió sin preaviso, sorprendiéndome. Roscoe me miraba molesto.
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Pequeña Gran Competencia ©
RomansRachel y Roscoe sentían lo mismo el uno por el otro; desagrado. La razón es sencilla, tenían muchas cosas en común. Sus mejores amigos; son hermanos. Son hijos únicos. Aman a sus padres. Ambos necesitan ganar dinero para reparar algo, ellos necesit...