Cuando alguien desea algo debe saber que corre riesgos y por eso la vida vale la pena.
Paulo Coelho
Rachel Johnson
Tocarse el codo con la lengua es un acto probablemente imposible.
Obligarme a comer sushi es un acto megamente imposible.
Ciertamente puedo nombrar miles de cosas imposibles en las que estarían de acuerdo, pero sí hay algo más difícil en la vida en lo que nadie puede contradecirme, es en lo imposible que es levantarse a las siete de la mañana en vacaciones, tu mente grita ¡Vamos! , pero tu cuerpo grita ¡Cinco minutos más!
Cinco minutos que se vuelven un par de horas. De pronto, despiertas con un hambre feroz, sales como un león en busca de su presa, vacías el refrigerador y como un oso vuelves a invernar en tu cueva.
See, me gusta explicar mis reflexiones con animales, lo vuelve tipo: ¡Oh sí! ¡Entiendo! ¡Un oso! ¡JAJAJA! ¡Un oso! ¡Brillante! ¡Rachel eres brillante!
I know.
–¡Rachel!– aclamaban mis fans.
–¡Rachel!– gritó mi mamá. ¿Gritó mamá? ¿Mamá?
Abrí los ojos con lentitud.
Podía escuchar los gritos de mi madre desde el piso de abajo, específicamente en el comienzo de la escalera pero, sin subir el primer escalón. Solo se quedaba ahí, gritaba mi nombre dos veces seguidas, y después volvía a la cocina a terminar el almuerzo de mi padre, quien seguramente ya se encontraba con ella en la cocina, leyendo el periódico, y mientras toma su café con leche.
Mamá vuelve a gritar mi nombre, claramente comienza a desesperarse, lo puedo notar en su voz. Con fastidio y sin ninguna alternativa me levanto de la cama -¡Ya me levanté!-grité al ponerme de pie. Miré la hora en el pequeño reloj, me encontré en números blancos y grandes, las siete con quince.
-¡Ok cielito, baja a la cocina!-respondió mamá.
¿Para qué me quiere despierta a esta hora?
¡La cita con la señora Harrison es hasta las tres!
Camino hacía el baño de mi habitación, una vez dentro realizo mis necesidades, al terminar lavo mis manos con jabón líquido de Coco&Limón, y aprovechó para mojar mi rostro, quitando el rastro de la almohada.
-Genial, mi vida es genial. Digo, o sea, cuando termine el verano, entraré a la escuela escuchando a mis compañeros hablar sobre sus sorprendentes viajes a diferentes partes del mundo, de su ropa recién comprada pero no estrenada, incluso de su amor de verano de película-hablé viéndome al pequeño espejo que se encontraba arriba de mi lavabo
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Pequeña Gran Competencia ©
RomansaRachel y Roscoe sentían lo mismo el uno por el otro; desagrado. La razón es sencilla, tenían muchas cosas en común. Sus mejores amigos; son hermanos. Son hijos únicos. Aman a sus padres. Ambos necesitan ganar dinero para reparar algo, ellos necesit...