Tiene mucho miedo de morir porque aún no ha vivido – Franz Kafka.
Rachel Johnson
Nunca antes había sostenido la mano de un chico.
Claro que hoy en día sostener la mano de otra persona no es tan raro, lo he visto en películas románticas. Las parejas en la calle lo hacen, incluso cuando tengo frío junto mis manos para calentármelas un poco, porque eso hacen las manos, dan calor.
La mano de Roscoe debía ser la excepción. Cuando sujetó mi mano podía sentir que me congelaba de pies a cabeza, apenas podía respirar y las ideas no fluían a mi cabeza. Estaba más rígida que un muerto. ¿Cómo era posible que todo lo que conocía de sostener la mano de un chico estuviera mal? ¿Era normal sentir que el tiempo se detiene? Aunque al ser verdad, no deseo la respuesta de ésta pregunta. No me interesa saber por qué sostener la mano de Roscoe lograba reducir mis pensamientos a sólo uno y el por qué sostener su mano se sentía peor que encontrarse en el mar rodeada de tiburones. Yo...sólo quiero saber por qué a pesar de odiar sostener su mano, no quise soltarme, no quise soltarlo.
Un pensamiento cruzó por mi cabeza...¿Y si él me...gusta?
.....
–Hueles a melocotón–acusé a mi amiga.
–Oh sobre eso, ¿puedes creer que había una oferta increíblemente barata en el supermercado?
–Sé cuándo mientes, Thompson–zanjé.
–¡Bien!–cedió–Tú mamá vino unas cuantas veces a mi casa, y cuando se enteró que vendría me ayudó a empacar.
–¿Hablas en serio?
–Por supuesto. Creo que te extrañan demasiado que de alguna forma encontraron consuelo con la amiga de su hija.
–¿Te extrañan? ¿Mi padre también te ayudó a empacar?
–¿Qué? ¡No! Eso sería raro–comentó–Tú papá me llevó a plaza tecnología a comprar una computadora nueva, debiste verlo. Se movía como un experto y todos parecían conocerlo, algunas personas dejaban de hacer lo que hacían y corrían atenderlo. Si no fuera por él, habría comprado una basura de computadora, Rachel.–exhaló.–Tú papá es genial.
–¿Él te llevó a plaza tecnología, la que se encuentra al otro lado de la ciudad?–pregunté extrañada.
–Rachel, esa es la única plaza tecnología de la ciudad–respondió–El tráfico era horrible pero tu papá ni siquiera se quejó.
–No puede ser mi padre–afirmé. Emily asintió con la cabeza–¿Hablas del mismo hombre que finge tener indigestión y prefiere quedarse una hora en el baño jugando Candy Crush para no llevarme al supermercado?
–Bueno, como te dije, sus mentes deben jugarles una mala pasada, por eso, tratan de corregir sus errores dando todo de ellos como padres. Y dado que no estás tú, yo soy la figura más parecida a ti.
–Mis padres nunca dejan de sorprenderme–ironicé.
–Ellos te adoran, créeme. Cuando fuimos a plaza tecnología, todos los vendedores me preguntaron si yo era Rachel. Al parecer tú padre habla tanto de ti que todos tienen muchas ganas de conocer a la chica que los hace ganar dinero destruyendo su computadora de la manera más desafortunada posible–río.
–Graciosos, ellos son tan graciosos–murmuré sarcástica.
La puerta del baño se abrió, haciendo que la conversación quedara en segundo plano. Del baño salió la pequeña melliza lista para irse a la cama con su pijama de unicornio.
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Pequeña Gran Competencia ©
RomanceRachel y Roscoe sentían lo mismo el uno por el otro; desagrado. La razón es sencilla, tenían muchas cosas en común. Sus mejores amigos; son hermanos. Son hijos únicos. Aman a sus padres. Ambos necesitan ganar dinero para reparar algo, ellos necesit...