Luchar hasta el último aliento – William Shakespeare
Rachel Johnson
Nunca te cuestionas si tus habilidades en el agua son buenas, hasta que en tus manos está la vida de un niño de seis años. Cuando era niña iba a clases de natación pero, la verdad es que esas clases te ayudan a salvarte a ti misma. Y la lógica de la maestra, es que si tú puedes salvarte a ti misma en el agua, seguramente puedes salvar a alguien más.
Yo era responsable de Miles, yo debía mantenerlo a salvo, incluso si le había prometido ganar el juego, su vida era más importante. Fui demasiado irresponsable, pensé solo en el tesoro y en lo cerca que estábamos de encontrarlo. No noté la lluvia cayendo en nuestras cabezas empapándonos por completo hasta que nos encontrábamos dentro de la Laguna, intentando no volcarnos en el agua. Algunas voces detrás de nosotros nos aseguraban que estaríamos bien, que llegarían a nosotros.
La Laguna crecía demasiado rápido, lo que hacía corrientes de agua más fuertes y dificultaban remar para llegar a tierra. Al mirar detrás de mí, noté a otra pareja de concursantes intentado lo mismo que nosotros, ponerse a salvo en Tierra. El agua me impedía reconocer quiénes eran, y en este punto la competencia no parecía muy importante.
-¡Miles, debemos tratar de llegar a la orilla!-grité fuertemente. El mellizo negó con la cabeza.
-¡No, Rachel! ¡Debemos encontrar el tesoro! Estamos cerca, lo sé-respondió seguro.
-Lo haremos después de que te mantenga a salvo. Por favor, Miles-imploré viéndolo a los ojos.
El mellizo no parecía convencido. Él podría odiarme por perder la prueba pero, no podíamos seguir en el agua, era demasiado peligroso. Un niño de seis años no podría nadar contra corriente y yo debía evitar que eso pasara.
–Bien–finalmente dijo. Su mirada era triste.
-¡Allá!-apunté. -Tratemos de llegar a ese árbol, y esperemos a los rescatistas, ¿de acuerdo?-lo vi asentir.
No sé de dónde sacamos fuerza pero, poco a poco nos fuimos acercando al árbol. Era un roble bastante alto y hermoso, como un faro en medio del mar. Salté al agua cuando la orilla estaba cerca, tomé a Miles en brazos hasta que nos encontrábamos detrás del árbol y lejos del agua. Entonces lo vimos, una pequeña caja brillante, Miles, se acercó a ella. Era el tesoro. Encontramos el tesoro justo cuando nos estamos rindiendo.
Miles y yo nos abrazamos fuertemente. Detrás nuestro pude ver que los otros concursantes llegaron a la orilla, los reconocí como Analisse y su abuelo. Me alegra que ambos estén a salvo. Los rescatistas se acercaron a todos nosotros, prometiendo que nos llevarían al campamento a salvo.
Gracias a Dios
Cuando llegamos al campamento, nos recibieron con abrazos y mantas para mantenernos calientitos. Al parecer todos estaban preocupados. Barbara, la directora nos felicitó por ganar, nos pidió abrir el tesoro. Dentro de la caja, había un ticket dorado, bastante resplandeciente. Antes de irse, nos prometió que nos daría un trofeo en una ceremonia de despedida antes de que terminara el campamento.
-Gracias-murmuré antes de que se fuera.
-Rápido, vamos a la cabaña para que todos nos cambiemos y no nos enfermemos-dijo Roscoe cuando nos quedamos solos los seis.
Todos parecíamos aturdidos, así que tuvo que aplaudirnos en frente del rostro.
-Roscoe tiene razón, andando todos-ordené. Corrimos directo a la cabaña, los hermano Thompson fueron a su cuarto prometiendo que nos visitarían después de cambiarse.
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Al llegar a la cabaña nos detuvimos en la sala, estaba por indicar a los mellizos que subieran a cambiarse cuando la melliza se adelantó antes.
-Rachel, gracias por mantener a salvo a mi hermano-susurró la pequeña melliza. Después me dio un abrazo que nos sorprendió a los tres restantes. –Ni siquiera lo agradezcas, Marly. Lo volvería a hacer... por ambos–prometí.
La niña me sonrió y después tomó la mano de su hermano y juntos subieron a bañarse y cambiarse.
-Rachel, tú también mantente a salvo-habló Roscoe.–Casi envejecí mil años cuando la lluvia empezó y vi que ambos estaban en el agua–me miró.
-Lo siento...-susurré.
-Promételo-dijo mientras me miraba fijamente. No me di cuenta cuando se acercó hasta que su mano tomó la mía. –Prométeme que serás mi dolor de cabeza mucho tiempo más, porque no puedo pensar en perderte, Rachel. A ti no.–
¿A mí no? ¿Es que Roscoe perdió a alguien importante en su vida?
-Seré tu dolor de cabeza durante tanto tiempo, que me verás hasta en la sopa-me burlé.
Una pequeña risa salió de él, hasta que sus brazos me envolvieron fuertemente en un abrazo. Me quedé estática, nunca habría imaginado que nos abrazaríamos. Y aunque ambos estábamos empapados de agua, su abrazo se sentía cálido. Se separó de mí y me miró.
-Me gustas, Rachel-confesó.
¿Qué?
-Dije que me gustas, y prepárate porque voy a conquistarte, haré lo necesario hasta robarte el corazón-prometió. En un movimiento rápido besó mi frente y se marchó mientras me guiñaba el ojo.
-¡Báñate o te enfermaras!-gritó desde las escaleras.
Como si mi cuerpo esperaba que dijera eso. Estornudé.
-¡Achu!-
¿Qué diablos acaba de pasar?
†Hello my little golden seeds†
¡Disfrútenlo, volveré pronto!
|Adri out|
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Pequeña Gran Competencia ©
RomansaRachel y Roscoe sentían lo mismo el uno por el otro; desagrado. La razón es sencilla, tenían muchas cosas en común. Sus mejores amigos; son hermanos. Son hijos únicos. Aman a sus padres. Ambos necesitan ganar dinero para reparar algo, ellos necesit...