Capítulo 5

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Maddison

Una semana ya había pasado desde la llegada de Ethan a la casa.
Le costó un poco acostumbrarse a la rutina, ya que Aaron todas las malditas mañanas nos despertaba golpeando las puertas, o cualquier cosa que ocasionara mucho ruido. Un ruido molesto. Pero bueno, así es Aaron. Y así hay que soportarlo.

Hoy, ni siquiera el inmenso ruido que hizo Aaron, me amargó. No, señor. Mi humor estaba por las nubes y más allá. Contenta, así me sentía.

¡Faltaban dos días para que fuera el partido de los Lions! ¡Conocería a mis ídolos! Sentía la adrenalina correr por mis venas.

—¿Y esa sonrisa? —Ethan toma asiento frente a mí mientras comienza a servir café en su taza.

—¡En dos días vendrá el equipo de los Lions! Los conoceré por primera vez. —comento con emoción. —Estoy muy contenta.

—No sabía que tenías un fanatismo por algún equipo de FA. —dice sorprendido.

—Pues, ya ves que sí.

—Yo los conocí hace un par de años. —dice y yo abro mis ojos con sorpresa.

—¡¿Enserio?! ¿Cómo fue? ¿Hablaste con alguno? ¿Les pediste algún autógrafo? ¿Te tomaste fotos con ellos? ¡Pero, cuenta, cuenta! —chillo con desesperación.

—Bueno... no soy fanático de ellos. Pero los conocí porque mi padre me llevó a uno de sus tantos partidos. —me explica. —Intenté tomarme una foto con alguno de ellos, pero habían muchos fanáticos desesperados y no lo pude hacer. Había mucho revuelo. —yo asiento.

Tiene razón. Cuando uno conoce a sus ídolos, se vuelve loco. Es natural.

—Yo adoro a ese equipo. Y me gustaría poder tomarme una foto con alguno. —digo mientras suelto un suspiro. —Sería un sueño hecho realidad si logro acercarme a Luke Willson. —muerdo mi labio en cuanto su imagen llega a mi mente.

—Los chicos de nuestro equipo también irán. —comenta él. ¡Cierto! Lo había olvidado. —Matt me dió una entrada para que vaya con ellos.

—¡Eso es genial! Podremos ir todos. —suelto con emoción. —Como una salida de amigos. Me encanta.

—Sí, será divertido. —yo le doy un sorbo a mi café y frunzo el ceño. —¿Qué sucede? —cuestiona al ver mi rostro de confusión.

—¿Dónde están los chicos? —le pregunto. Estamos únicamente nosotros dos aquí.

—Ellos salieron más temprano. —yo suelto una sonora carcajada. ¿Mis hermanos se levantaron más temprano? —El entrenamiento será más tarde, por lo que decidieron ir por comida.

—No entiendo. —digo confundida.

—Eso me dijeron. —eleva sus hombros.

Estos tres andan en algo raro. Eso es seguro.

—Como sea. ¿Te la estas pasando bien aquí? —él asiente sonriendo.

—Me estoy acostumbrando a la rutina aquí. Es genial convivir con chicos de mi edad. Es estupendo. —comenta.

Le da un mordisco a su tostada y no puedo evitar observar su boca, ¡Dios! Qué hermosos labios tiene. Tan carnosos... tan...

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