Capítulo 32

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Maddison


Después de que mi madre contara desde el comienzo todo lo que sucedió con mi tía Marcia, muchas cosas cambiaron en cuestión de horas: mis hermanos se despertaron esta mañana con la idea de integrar a Camelia entre nosotros. Tratarla como un familiar más.
Sentí un poco de celos cuando llegué a la cocina y me encontré con que Chase le estaba preparando el desayuno. Y no cualquier desayuno, sino el favorito de Camelia.

Matt se mantenía un poco distante con Camelia, pero intentaba entablar conversación con ella.

Aaron seguía siendo él mismo. Nada fuera de lo normal. Hablaba con ella, pero no profundizaba tanto como mis otros dos hermanos.

Ethan se mantenía al margen, al igual que Taylor.

Y mis padres, ellos estaban contentos, por así decirlo. Entiendo que mi madre se sienta un poco... entusiasmada con esto, ya que Camelia es su sobrina. Eso es entendible.

Para mí nada había cambiado. Camelia me seguía cayendo mal, pésimo... y el hecho de que seamos familiares, no cambia lo que ella me hizo, y todo lo que me dijo.

—¿Qué sucede, hija? Estás callada. —habla mi madre, atrayendo la atención de todos en la mesa.

—¿Tiene que suceder algo por el simple hecho de estar en silencio? —cuestiono, desinteresada.

Ella intercambia una mirada con mi padre, y luego me sonríe.

—Tienes razón, cariño. Solo tenía curiosidad.—responde, con calma.

—Curiosidad... claro. —digo, con ironía.

—Creo que no hay necesidad de discutir a esta hora. Digo... recién arranca el día. —interviene Camelia, y me lanza una mirada de burla.

—Recién estás ingresando en la familia, ¿y ya te sientes con el derecho de opinar en asuntos que no te conciernen? —ataco, con seriedad. —Respeta un poco, ¿quieres? —sentencio.

—Creo que deberías de dejar la rivalidad de lado, porque...

—¿Rivalidad? ¿En qué momento mencioné tal cosa? —la interrumpo. —Mejor cierra la boca, porque así como estás aquí en este momento, desayunando con nosotros e invadiendo un territorio ajeno, también puedo hacer que termines en la calle, ¿entiendes? —le dejo en claro. —Que los demás finjan demencia ahora que eres nuestra "prima", no significa que seas bienvenida en esta casa.

—Hija, no le hables así... —salta mi madre en su defensa.

—Y tú mejor controla a tu querida sobrina, ya que tanto la defiendes. —tiro la servilleta a un lado y salgo de la cocina.

Agarro mi bolso, que se encuentra en el sofá de la sala, y las llaves de mi auto.

Avanzo con rapidez hasta la puerta, y antes de poder abrirla, una mano se posiciona sobre la mía.

—Voy contigo. —habla Ethan.

Me giro y suspiro con cansancio.

—Prefiero ir sola, si no te molesta.—digo en voz baja. Él inspecciona mi rostro y luego acaricia mi mejilla con su mano.

—Déjame acompañarte, preciosa. Estás enojada y no es buena idea conducir en ese estado. —me aconseja.

—Da igual. Ojalá Camelia se atraviese en mi camino así tendré oportunidad de... —guardo silencio al ver la expresión de sorpresa en su rostro.

—No digas eso. Más allá de estar enojada con ella, no debes pensar así. —me regaña.

—Estaba bromeando. —bufo.—Los veré en la Universidad. —finalizo.

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